Los ciudadanos de Guatemala siguen dando muestras de una admirable conciencia cívica y capacidad de lucha democrática.
El miércoles de esta semana, el pueblo guatemalteco volvió a tomarse las calles de la capital y las principales ciudades del país, en respaldo de un paro cívico nacional para demandar la renuncia del presidente Jimmy Morales, así como un juicio político para todos los diputados corruptos y patrocinadores de la impunidad. Los guatemaltecos ya tumbaron un presidente y una vicepresidenta corruptos y ahora van por otro.
Las cámaras empresariales no participaron en el paro cívico, solo las pequeñas y medianas empresas y negocios se sumaron a la movilización popular. Sin embargo, la cúpula empresarial hizo una declaración pública de apoyo a la lucha contra la corrupción.
“Hoy nos debe unir un solo objetivo. Ya no más corrupción”, declaró el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), que es el organismo superior de los empresarios de Guatemala. Sin embargo llamó a manifestarse “con prudencia, orden y en forma pacífica”. “No permitamos que tener formas distintas de pensar o actuar, sea motivo de división o nos distraiga de lograr los cambios de fondo y con visión de largo plazo que el país necesita”, ha expresado Cacif en su pronunciamiento.
Por su parte el diario Prensa Libre, uno de los principales de Guatemala, en su editorial de ayer titulado “Se alzan las voces de la indignación” criticó al presidente guatemalteco, Jimmy Morales, porque no se está comportando a la altura de su responsabilidad.
Señala Prensa Libre que la “camarilla que se ha encargado de mal aconsejar y conducir al despeñadero al presidente Jimmy Morales no cesa en sus insensateces”. Agrega que en el discurso que los asesores le escribieron al presidente para que lo leyera en la Asamblea General de las Naciones Unidas, “volvió a atacar a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), en lugar de dedicar mayor tiempo a hablar de la reconciliación y del apoyo coherente a la lucha anticorrupción, tan urgente para el país”.
Hay quienes temen que el movimiento contra la corrupción en Guatemala podría estar siendo aprovechado por la izquierda radical, pues sólo o preferentemente se acusa a personas de derecha. No obstante el periódico Prensa Libre expresa que “el mensaje de la Plaza es claro. No se le deben buscar trasfondos ideológicos. Las acciones y omisiones del mandatario y los diputados han logrado la inusitada unión de millones de guatemaltecos en contra de la corruptela”.
En la actualidad, no hay mayor demostración de civismo y responsabilidad individual y social, que condenar la corrupción, denunciar la impunidad y luchar por erradicarlas. Y donde funciona la institucionalidad y la justicia actúa con independencia, como al parecer es el caso de Guatemala, el país y la gente tienen por delante un magnífico y envidiable futuro.
Está demostrado que la corrupción produce un inmenso daño económico y material. Pero es peor todavía el daño institucional y moral que causa a la sociedad, como lo demuestra claramente el caso de Nicaragua.