Disfrutar de esta bebida milenaria puede ejercitarnos más el cerebro que realizar un sudoku. No es broma. Gordon Shepherd, un neurocientífico y catedrático de la Universidad de Yale, dijo a la revista española Buena Vida que beber vino “ejercita más áreas de la materia gris del cerebro que ningún otro comportamiento humano”. De acuerdo con el experto, esto se debería a que las moléculas del líquido no poseen ningún sabor y nuestro cerebro se vería obligado a esforzarse por inventar uno. “Es un trabajo en el que las papilas gustativas mezclan el olfato y la memoria para generar un verdadero ejercicio mental que culmina en la sensación que percibimos como el gusto de la bebida”, explica Shepherd a Buena Vida. En palabras del especialista, un sorbo de vino equivale a intentar resolver una ecuación matemática compleja.
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