El mercado Oriental comenzó a tomar forma allá por abril de 1931. Al menos así lo explica un libro patrocinado por la Alcaldía de Managua. Un mes antes había ocurrido un terremoto que echó abajo a la ciudad. En las afueras de la urbe, al oriente, “había un predio algo grande y había una casita debajo de un ceibo que tenía un molino” y allí llegaban a vender frutas, frijoles y otros productos los habitantes de la meseta de los pueblos.
Así comenzó el que hoy es un “monstruoso” centro comercial adonde los managuas llegan en busca de productos a buen precio y donde “se puede hallar de todo”, según dicen.
Un día de fumigación en el Oriental.
Una mujer utiliza un atajo para salir del sector de venta de ropa.
Refrescando las zanahorias.
Un hombre carga un canasto en la madrugada. La vida en el Oriental empieza desde muy temprano.
La alegría de un vendedor de refrescos en el corazón del Oriental, en el sector de venta de textiles y calzado. La venta al detalle de ropa y zapatos es la que tiene más establecimientos en el mercado: 2,350 (24.4 por ciento del total). La segunda actividad con mayor número de establecimientos es la venta al por menor de alimentos, bebidas y tabaco.
Este bebé tenía apenas 20 días de nacido cuando fue captado por la cámara, pero a esa cortísima edad ya sabía lo que es estar en el Oriental. Su mamá tenía que estar allí para echar tortillas.
En el Oriental hasta los más pequeños saben lo que es vivir en riesgo de ser víctima de un robo o asalto. Este pequeño ni se inmuta ante la pistola que porta el agente de seguridad.
Una escena muy común en el Oriental: alguien caído debido a la fuerte ingesta de alcohol. El hombre en la silla custodia un expendio de licor, dándole la espalda a alguien que momentos antes estuvo gastando su dinero en el local.
La ropa usada también tiene mucha demanda entre los visitantes del Oriental. Vestidos, camisas, blusas, zapatos, juguetes, utensilios para el hogar e inclusive ropa interior, proveniente, principalmente, de Estados Unidos, constituyen los productos que se ofrecen.
Como para que se cumpla el dicho de que en el Oriental se halla de todo, esta señora vende flores en el enorme mercado. Ella cuenta que este ha sido el negocio con el que se ha “ganado los frijoles” toda su vida.
Un indigente se pasea por el sector de los mariscos. A pesar de que este producto es delicado y es fácilmente expuesto a contaminación, el marisco tiene bastante demanda por parte de los compradores, para “variar el plato de comida” en la casa.
Esta mujer vio la cámara fotográfica de LA PRENSA y de inmediato le arrebató el pasamontañas, se lo puso y se puso a hacer bromas con el mismo. El hecho causó mucha gracia entre los comerciantes y compradores que estaban alrededor, y la señora también regaló una bonita imagen captada por nuestro fotógrafo Oscar Navarrete.
Esta escena es común después de las 10:00 u 11:00 de la mañana. Cuando ya las ventas están finalizando, los canastos vacíos se acostumbran llevar en grandes pirámides.
Todas las fotografías de esta galería son del fotoperiodista Óscar Navarrete.