Las esculturas que representan a un anciano encorvado, una joven desnuda y la cabeza de la Estatua de la Libertad son tres obras con reminiscencias latinas que sirven al artista Mark Strickland para “documentar el sufrimiento” que vive la población inmigrante en EE.UU.
“Las dificultades de mis amigos indocumentados me tocan hasta lo más profundo de mi alma y como soy artista todo ese sentir lo transformo en arte”, dijo Strickland desde su taller en Sierra Madre, al norte de la ciudad de Los Ángeles, donde da los últimos retoques a sus esculturas.
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Esas nuevas obras, de títulos tentativos Mater Dolorosa, Salto de fe y Sacrificio del abuelo, además de la pintura de grandes dimensiones “La situación de 12 millones de Inmigrantes”, son obras que se suman a otros 10 murales que ha hecho anteriormente sobre la inmigración.
Su trabajo reciente, revela, ha merecido el interés de “un importante museo” californiano y de dos organizaciones humanitarias internacionales para una futura exhibición.
“El artista es el documentalista de la historia, por eso trabajo estas obras sobre inmigrantes”, explicó Strickland, de 69 años y profesor de arte retirado.
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“Si Pablo Picasso no hubiera pintado la Guernica, muchísimos nunca hubieran sabido nada sobre esa pequeñita y somnolienta ciudad de 10.000 personas, bombardeada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial”, manifestó.
La escultura en yeso Mater Dolorosa retrata la cabeza de la Estatua de la Libertad, “con sus rayos de luz cubiertos con alambre de púas, porque refleja el dolor de una madre por ver sufrir a sus inmigrantes”, declaró Strickland, quien volcó en el rostro “la belleza expresiva” de varias latinas a quienes registró con fotos para esta obra.
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“La vulnerabilidad inmigrante, sin nada que los cubra”, señala el artista, está representada en la obra Salto de fe, una estatua en bronce de una joven desnuda suspendida en el aire; mientras que la también estatua en bronce Sacrificio del abuelo retrata a un anciano arrugado y encorvado.
Gregorio Luke, promotor de arte latino en California, dijo a Efe que es importante que los visitantes de exhibiciones de arte “se den cuenta de lo que está ocurriendo con los inmigrantes latinos” y por ello el trabajo de Strickland “es un puente entre sociedades”.
Por su parte, la mexicana Teresa LeFranc, de 59 años y que escribe versos sobre las obras de Strickland, dijo el artista produce esas obras porque “no sufre del mal de la indiferencia”.
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“Con su arte podría ganar muy buen dinero haciendo pinturas o esculturas para ricos, pero prefiere trabajar obras de inmigrantes, por eso me conmueve”, declaró LeFranc.
Strickland agregó que le causa respeto ver “cómo trabajan duro los inmigrantes mexicanos”.
“Si después de morir pudiera nacer de nuevo y pudiera elegir donde nacer, pues a mí me gustaría nacer en México. ¡Sí señor!”, reconoció.