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Liliam Luna, mamá de Román "Chocolatito" González. LA PRENSA / Óscar Navarrete.

Liliam Luna, mamá de Román “Chocolatito” González. LA PRENSA / Óscar Navarrete.

Liliam Luna, mamá del ‘Chocolatito’ González: “Ese no era Román”

Liliam Luna, mamá del “Chocolatito”, habla de la peor derrota de su hijo en boxeo, da su opinión sobre el futuro del púgil, pero también recuerda su origen.

Es una imagen dolorosa y difícil de olvidar: Román el “Chocolatito” González noqueado, en el cuarto round de una pelea estelar. El joven acostumbró a su país a las victorias. Hiló 46 triunfos en luchas profesionales de boxeo. Él era el invicto, el que noqueaba, el que encabezaba el ranking como mejor boxeador del mundo en la revista The Ring. Pero este no ha sido su año. 2017 trajo al retador tailandés Rungvisai, y con él vino la amargura: derrota por decisión en marzo y por nocaut en septiembre. Doña Liliam Luna, la mamá del Chocolatito, dice en esta entrevista con Revista Domingo que su hijo no estaba listo para el salto de las 112 libras a las 115. “A Román le faltaban de tres a cuatro peleas para lanzarse a las 115”, asegura. Y cuenta cómo vivió estos golpes en la brillante carrera del púgil.

“Ese no era Román”, dice doña Liliam, quien no se explica cómo su hijo perdió de esa forma el pasado sábado 9 de septiembre. Aquí habla de sus suposiciones, da su opinión sobre el futuro de su hijo, pero también recuerda el origen de uno de los más grandes deportistas en la historia de Nicaragua. El mejor boxeador que ha tenido el país, a juicio de ella.


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¿Cómo vivió la segunda derrota de Román contra Rungvisai?
Ahorita yo me sentí bastante mal porque yo nunca esperaba esto de Román, que perdiera, que lo noquearan… Todo esperaba menos eso. Sorprendente. Estuvo mejor en la otra pelea que en esta.

¿Cuál fue su impresión en la primera pelea?
Yo miré que Román estuvo mejor. Mejor entrenado, mejor cuidado, se preparó mejor y todo. Pero en esta de ahora ese no era Román.

¿No era su hijo?
No, no, no. Yo miré que Román estaba solo, como tenso, pero no era Román ese. Nosotros lo conocemos mejor que nadie. Solo él sabe lo que pasó ahí. Yo no puedo decir lo que pasó.

Entrenó en Japón…
Sí, él se entrenó en Japón. Su papá estuvo diciendo que él hizo mal en entrenarse allá y que debió quedarse en el campamento (en Costa Rica, donde entrenaba últimamente), porque esos japoneses no iban a enseñar nada. Y es muy cierto. Eso sí es verdad.

¿Usted cree que le afectó la muerte de Arnulfo Obando, su entrenador?
Sí, también. Mucha falta le hizo a Román.

Con Obando ganó todas las peleas…
Todas. Mucho lo cuidaba a Román. Estaba atento de todo. Sus sustancias, sus vitaminas, estaba al pendiente de todo. Yo creo que a raíz de eso le ha afectado un poco a Román.
También hay que tener en cuenta que su hijo estaba haciendo algo difícil, subiendo hasta las 115 libras. Por eso dice su papá que él mejor tiene que quedarse en las 112, porque en las 115 hay mucha gente brava ahí, pesados. Es otro nivel y no es para Román. Pero como su entrenador es el que lo lleva, él fue el que le dijo que Román soltara la 15.

En ese peso solo ganó una, la primera.
Le ganó a Cuadras y en la primera que tuvo con el chino (Rungvisai), pero ya en esta no. Ese no era Román. Yo lo miré que lo estaban vendando y Román estaba como ido. Y como que él se sentía solo, y me decía mi hermana: “Ese no es Román”. Yo me asusté cuando a Román lo botaron. “Esto está malo”, me dije. Se paró solo para que lo noquearan.

¿Qué sintió cuando lo noquearon?
Yo me sentí impactada, que no podía hablar. Bueno, mi hermana se puso muy nerviosa y estaba llorando, y yo le decía: “No, hombre, no llorés”. Yo me contenía de no llorar, porque había mucha gente aquí. Y entonces me dice uno del Canal 4: “Esto así es, doña Liliam, se gana y se pierde”. Ideay, perdieron los grandes… Román dijo que él se va a dar un tiempo, todo este tiempo, para ver el otro año a ver qué viene.


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¿Como su mamá usted qué prefiere, que siga o que no siga?
Bueno yo puedo decir que le dije a Román que no siga, pero la decisión es de él. Porque cuántos boxeadores han quedado locos, los han matado, pero la decisión es de él. Un día de estos estuvo hablando con su papá, allá en la casa, donde la suegra, y él dijo que va a seguir en las mismas. “Siempre trabajemos, papa”, le dijo… Usted sabe que cuando Román peleó con Yutaka Niida, Alexis (Argüello) lo entrenó. Si Alexis hubiera estado vivo ahorita, no hubiera dejado que Román haga esta pelea. Porque a Román le faltaban de tres a cuatro peleas, lo estaban llevando muy rápido. Esta revancha fue muy pronto. A Román le faltaban de tres a cuatro peleas para lanzarse a las 115 (libras) para pelear la primera vez con el chino, me dijo el licenciado Silvio (Conrado, su apoderado antes del actual, Carlos Blandón). Y él sabe de boxeo. Pero al final, le dije yo, eso es decisión de Román.

¿Pero ahí también tiene que ver el dinero, no?
Pues el boxeo es un negocio. Hasta hay mafias y todo. Cuando Román peleó con el chino, la primera vez, que lo partieron, dijo Román que cuando estaba entrenando hicieron unas exhibiciones y dice que bastantes mexicanos le hicieron barra al hombre y dice Román que él miraba a una gente como mafia que le hacían la barra al chino (Rungvisai). Dice Román que a él no le gustó eso, que se mira de viaje la mafia que está. Eso quiso dar a entender Román. Pero él dice que estaba concentrado en su entrenamiento y cada quién es cada quién. Ese es un negocio el boxeo. Quién sabe qué pasaría ahí… El papa estaba diciendo que ahí algo pasó. Quién sabe qué pasaría ahí, pero ese no era Román. Nosotros lo conocemos a Román. Ahí hay algo. Quién sabe qué hay ahí. Eso lo saben Blandón y Román. O tal vez que lo obligaron a Román.

¿A pelear contra su voluntad?
O también le dijeron “caete” o al saber quién. No sé, pero ese no era Román.

¿Usted como madre prefiere que deje el mundo del boxeo?
Yo la otra vez le dije eso a Román, pero él se puso a reír así haciendo la plática: “Pero si hay más reales, mama, pues sigo peleando”. “Es decisión tuya”, le digo.

¿El miedo suyo es que le pase algo malo físicamente?
Sí, porque esos golpes son malos.

Y usted está acostumbrada a que casi no le tocan a su hijo.
Ah, no. Contra el chino en la primera pelea dice Román que le dio un cabezazo y miró mareos, miró chispas. Fue cuando le contenían la sangre. A él le llegaron a hacer una cirugía aquí en la ceja por dentro y por fuera. Esa se la hicieron en el Vivian Pellas y aquí le hicieron unos exámenes de la cabeza y le dijeron que tenía que durar un buen tiempo para que sanara todo. Esa revancha era muy temprano. Esa revancha para mí la hubiera dejado como para diciembre. Y bien preparado Román. El chino se preparó cuatro meses. Román se preparó dos. Y Román viajaba, iba, venía, y eso es largo. Yo ya fui a Japón. Me llevó Román una vez. Son 14 horas de vuelo.

En lo deportivo fue una derrota, pero en lo económico ganó 600 mil dólares. ¿Qué opina de eso?
Ah, claro, es que gane o pierda Román siempre gana. Siempre la bolsa. Pero Román se siente mal por Nicaragua, porque le falló. Pero le dijo el jefe, el presidente: “Eso así es Román, siempre pierden los grandes. Seguí adelante”.

¿Daniel Ortega?
Sí. Es que siempre lo va a traer al aeropuerto y me pasa llevando Maurice, el hijo del presidente, el de Canal 13. Siempre todo lo mismo, todo tranquilo. Él me llama (Daniel Ortega), me llamó el día después de la pelea, y me dijo: “Esto es así. Siempre ustedes tienen nuestro apoyo”. “Sí, está bien, bueno, gracias”, le digo. Y como me mandan a poner la pantalla, me mandan pólvora, para la comida, entonces se pone alegre.

¿Habló con Román después de la pelea?
No, él siempre después que pelea me llama, pero no me llamó porque como lo montaron en una camilla, entonces a la que llamé fue a la Sofía (Munguía, su novia) y me dijo que estaba bien. Lo que pasa es que él decayó. El doctor le dijo que no se parara y para que no se parara lo llevaron en camilla. Y le hicieron un examen general y le dijeron que estaba todo bien. Entonces Román tenía que venir el domingo pero no vino, vino el lunes por esperar los exámenes. Después me habló Román el lunes y le dije: “¿Entonces, hijo, cómo te sentís?” “Todo, bien mama. Esto así es”, me dijo.

¿Él es cariñoso con usted, le dice que la quiere?
Sí, cuando él vivía aquí me decía: “Aquí te traje esto, amorcito”. Me acarreaba esto, lo otro. Para qué, es un hijo cariñoso.

¿Y usted es cariñosa con él?
A él lo que le gusta es que le soben la cabeza. En la mañana me decía: “Haceme un cafecito”. Después: “Ahí vengo, alistame el saco tal, que voy a entrenar. Alistame la ropa de entrenamiento”. Yo se la alistaba y ya cuando él venía con la toalla, el short, las botas, yo le desabrochaba las botas, los calcetines y los lavaba. Le tenía su fresco de zanahoria o de puro jugo de naranja. Ya se vestía y ya venía como a las 10, 10 y media, porque agarraba para donde la Sofía. Después fue que se me fue (de la casa).

¿Y qué comía Román aquí? ¿Cómo es un plato de boxeador en esta mesa?
Bueno cuando Román estaba aquí yo le hacía sus ensaladas, a veces cuando estaba bajando de peso le hacía una ensalada de lechuga con pepino y bastante tomate, limón y pollo asado. Cuando está bajando de peso para estarse manteniendo. Nada de arroz, pan, gaseosa, pizza. Cuando baja de peso eso es duro. Es cosa seria. En la última semana come solo frutas, jugo, agua se enjuaga solo porque lo sube. Una carne asada.

¿Entre el día que da el peso y el día de la pelea, qué tanto come, porque el viernes está flaquito y el sábado está fornido?
Ya eso es allá. Eso ya lo ven los entrenadores. Yo lo hacía en amateur. Ya en profesional no. Pero cuando ya da el peso el entrenador le tiene unos espaguetis, porque lo suben. Unos espaguetis con pollo, crema, y ya empieza a comer todo normal.

¿Cuál ha sido el momento más feliz de todos estos años para usted, doña Liliam?
Cuando me sentí feliz fue cuando Román se coronó campeón con Yutaka Niida. Ya fue haciéndose famoso, ya fue trepando. Me decía Alexis (Argüello): “¿Mirás lo que te dije? Tu hijo te va a sacar de la pobreza, va a ser un gran campeón”. Entonces es cierto lo que Alexis dice. Román dice que mucho lo quería a Alexis y que él mucho lo quería a Román. Nunca le faltó el respeto, le hizo caso y le debe mucho, pero dice Román: “Alexis es Alexis y yo soy Román”.

¿Ya para la cuarta corona estaba acostumbrada a verlo ganar?
¡Ah, sí!

¿Y el momento más triste?
¡Ahorita! (ríe).

¿En la historia del boxeo nicaragüense, quién es más grande, Alexis o Román?
Ah, es que toda madre no puede dejar a su hijo. Para mí los dos son buenos.

¿Pondría a Román como el mejor boxeador de la historia de su país?
Ah, claro que sí. A mí me dicen: “¿Vos no te has fijado, Liliam, que Román acarrea más gente que Alexis?” A Román mucho lo quieren. Es muy querido.

 Liliam Luna, la madre del “Chocolatito” González, se lamenta tras el nocaut sufrido por su hijo el pasado 9 de septiembre. Su hijo menor, Milton González, la abraza. LA PRENSA / Jader Flores
Liliam Luna, la madre del “Chocolatito” González, se lamenta tras el nocaut sufrido por su hijo el pasado 9 de septiembre. Su hijo menor, Milton González, la abraza. LA PRENSA / Jader Flores

Plano personal

Liliam Antonia Luna, de 58 años, nació en Rivas, de madre costarricense y padre nicaragüense, pero se crió en Managua.
“Mi mamá venía a Rivas, ahí conoció a mi papá, se enamoraron y aquí se quedaron”, dice. O sea que Román González tiene un ápice de sangre tica.
Ella se describe como “ama de casa”. Sus pasatiempos de los fines de semana son paseos y compras, según la ocasión. “Los sábados y domingos a veces voy al Mirador Tiscapa, voy a Masaya, a veces vamos a Granada, voy a hacer compras al centro comercial. Voy a pasear con mis hijos”.
En el barrio La Esperanza, en Managua, vive en una casa amplia junto a tres de sus cuatro hijos varones: José Guillermo, Luis y Milton. Román vive con su pareja, Sofía Margarita Munguía. “Ahora vive donde la suegra, con su novia. Ahorita están juntados”.
Román estuvo casado con Raquel Doña, pero se divorciaron. Tuvo un hijo con ella y según su madre tiene otra hija de una relación pasada.
Liliam Luna se dice feliz con sus cuatro varones y con el hecho de no haber tenido hijas. “Lo que Dios me dé y que estén buenos”, se contenta.
La mamá del Chocolatito asegura que su hijo tiene 29 años y no 30, porque para unos Juegos Centroamericanos en Costa Rica le subieron un año para que pudiera participar. Esto, según Luna, se hizo por recomendación de Alexis Argüello y a través de un abogado. Ella dice que Román González nació el 16 de julio de 1988 y no el 17 de junio de 1987, como aparece en internet en páginas oficiales de boxeo.
“Román nació el 16 de julio, el día de las Cármenes. A mí me decían que le pusiera Carmelo, pero para qué, les digo yo. Su papá le puso el nombre de un primo suyo que murió en la guerra”, explica Liliam Luna.


 

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