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Situada entre viviendas de okupas y vendedores de juguetes rotos, la primera librería ha abierto en Scampia, un barrio desfavorecido de entre 80.000 y 100.000 habitantes. LA PRENSA/ AFP / FILIPPO MONTEFORTE

Situada entre viviendas de okupas y vendedores de juguetes rotos, la primera librería ha abierto en Scampia, un barrio desfavorecido de entre 80.000 y 100.000 habitantes. LA PRENSA/ AFP / FILIPPO MONTEFORTE

Librería resiste en un bastión de la mafia en Nápoles

"Algunos decían que cerraríamos al cabo de unas semanas porque nadie lee en Scampia, que tiene la tasa de analfabetismo más alta del sur de Italia. Siete años después, hemos publicado 88 libros", explica Rosario Esposito La Rossa

Una revolución está en marcha en una barriada al norte de Nápoles, donde un grupo de ciudadanos, cansado de los narcotraficantes, ha decidido luchar utilizando los libros como arma.

Situada entre viviendas de okupas y vendedores de juguetes rotos, la primera librería ha abierto en Scampia, un barrio desfavorecido de entre 80.000 y 100.000 habitantes.

Los bloques de edificios de hormigón de este bastión de la Camorra, la terrible mafia napolitana, quedaron inmortalizados en “Gomorra” de Roberto Saviano, y en la película y la serie inspiradas por la obra.

Pero esta zona, una de las más pobres del sur de Italia, intenta librarse del estereotipo de los adolescentes con kaláshnikov mediante una multitud de asociaciones teatrales, de cine y de literatura.

Según Rosario Esposito La Rossa, de 29 años, nunca hubo una librería en la zona hasta que abrió la suya el año pasado. LA PRENSA/ AFP / FILIPPO MONTEFORTE
Según Rosario Esposito La Rossa, de 29 años, nunca hubo una librería en la zona hasta que abrió la suya el año pasado. LA PRENSA/ AFP / FILIPPO MONTEFORTE

Las torres, llenas de amianto y separadas por solares salpicados de basura, datan de los años 1970 pero, según Rosario Esposito La Rossa, de 29 años, nunca hubo una librería en la zona hasta que abrió la suya el año pasado.

La idea de fundar ese espacio, con una sala para el teatro, nació tras la muerte de Antonio, un primo minusválido de Rosario, que murió en un intercambio de tiros en 2004 y fue acusado de narcotráfico por el Estado.

“Lo alcanzaron dos balas mientras jugaba al futbolín, pero la policía dijo que estaba vinculado al cártel de la cocaína de Cali, en Colombia. Hemos luchado durante 10 años contra esas acusaciones y se ha convertido en una batalla cultural para nuestro barrio”, cuenta La Rossa.

Cuando heredó una pequeña editorial en 2010, decidió transferir sus instalaciones a una oficina de Scampia.

“Algunos decían que cerraríamos al cabo de unas semanas porque nadie lee en Scampia, que tiene la tasa de analfabetismo más alta del sur de Italia. Siete años después, hemos publicado 88 libros”, explica.

Guarniciones de legalidad

El librero no es el único que desea que cambien las cosas en el barrio.

El gobierno prometió derribar tres de las cuatro “Velas”, unos edificios en los que los narcotraficantes habían instalado puertas de hierro en las escaleras para frenar a los policías durante sus intervenciones.

La universidad napolitana Federico II, una de las más antiguas del mundo, abrirá un espacio en la zona -aunque ese proyecto ya lleva tres años de retraso-, y se esperan obras de renovación del metro.

Pero La Rossa considera que lo más importante son las cerca de 120 asociaciones nacidas en Scampia para compensar los fallos del Estado.

Daniele Sanzone, otro habitante del barrio, cofundó el Scampia Trip Tour para acabar con la mala imagen de Scampia en la prensa.

“La Camorra existe, la droga existe, estaríamos locos si lo negáramos. Pero también hay otras muchas cosas, pequeñas organizaciones que se han convertido en guarniciones de legalidad”, asegura citando los ejemplos de los equipos de fútbol o el restaurante gitano.

Las visitas que organiza tienen mucho éxito para un público muy diverso, que incluye tanto a turistas estadounidenses como a italianos que no se adentrarían en el barrio sin él.

“Hace 10 años, se consideraba como el mayor mercado de droga al aire libre de Europa, pero las cosas han cambiado mucho desde entonces, sobre todo a causa de una guerra de bandas en 2006 que dejó cientos de muertos y obligó a la policía a retomar el control”, cuenta.

“Antes había tráfico de drogas cada 50 metros. Ahora se puede andar por las calles sin temor”, asegura.

Pero la situación sigue siendo complicada en este barrio donde solamente el 37% de los adultos en edad de trabajar tienen un empleo. “Nacer aquí significa que tienes pocas opciones”, lamenta Sanzone.

Sin embargo, numerosos militantes como él están convencidos de que Scampia, donde la mitad de la población tiene menos de 25 años, seguirá cambiando.

“Estoy convencido que este lugar habrá cambiado dentro de 10 años. La gente vendrá a estudiar cómo pasó de ser un territorio de la Camorra al país de los niños”, dice La Rossa.

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