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La Prensa

Que vote el que quiera

Al aproximarse la celebración de las elecciones municipales del 5 de noviembre, varios partidos y organismos civiles de oposición denuncian que no hay condiciones legales ni políticas para que esos comicios puedan ser libres y limpios.

Consideran esos movimientos opositores, que el escenario y las condiciones para estos comicios municipales son prácticamente los mismos del año pasado, cuando la oposición denunció que las elecciones del 6 de noviembre eran una farsa electoral y llamó a la abstención.

Sin embargo,  en esta ocasión nadie está llamando  a la abstención, al menos no de una manera explícita como el año pasado. Lo que sí dicen estos movimientos —por ejemplo el Grupo de los 27 en una proclama que dio a conocer el jueves de la semana pasada—,  es que por la  falta de garantías democráticas para las elecciones municipales del 5 de noviembre, “es legítima en consecuencia la acción de los nicaragüenses que cercenados sus derechos políticos, su derecho a elegir y su confianza en el sistema, se abstengan de participar”.

En realidad, es cierto que  las condiciones para estas elecciones municipales son las mismas del año pasado, pero  también hay diferencias  importantes que  obligan a tomar una decisión más reflexionada.

Una de esas diferencias es que  en las elecciones del año pasado no hubo participación de ningún partido ni  candidato reconocido como opositor,  porque el régimen orteguista no la permitió. En cambio en estas elecciones municipales  sí hay participación opositora y el sector democrático tiene la posibilidad real de  retener el gobierno de algunos municipios y ganar  otros.

También en esta ocasión estará presente la OEA, que tiene un acuerdo con el Gobierno y según expresó su secretario general viene a “acompañar para observar” las elecciones. Con este lenguaje se trata de acomodar el principio de la OEA sobre la observación electoral, al capricho autoritario de Daniel Ortega, que no acepta observación internacional —porque según dijo el año pasado los observadores “son sinvergüenzas”—, solo acompañamiento de amigos y simpatizantes extranjeros.

El alineamiento  de la  OEA con el secretismo orteguista y además el nombramiento como jefe de la misión de “acompañamiento para observar” los comicios, de una persona que ha avalado los últimos cuatro fraudes electorales perpetrados en el país,  ha hecho que el organismo hemisférico pierda  la confianza de una parte  importante de la oposición y  de muchos ciudadanos  que se declaran independientes. Pero aún así,   la presencia de la OEA es    importante  y habrá que ver la   valoración  que haga de las votaciones del 5 de noviembre, ya sea que avale un fraude o que se atreva a denunciarlo.

Nuestra opinión es que en realidad no hay garantías de que estas elecciones puedan ser justas y limpias, de acuerdo con  los estándares internacionales. Pero habiendo participación de al menos un sector de la oposición es comprensible que muchos quieran votar y hay que respetar su derecho, igual que el de los que quieran abstenerse. Al fin y al cabo, las batallas políticas más importantes, incluso decisivas, están por venir y las fuerzas democráticas deben ejercitarse para ellas.

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