Por décadas se ha creído que para conseguir mejores salarios la primera opción es explorar en la empresa privada. Sin embargo, un estudio regional publicado la semana pasada en El Salvador bota lo que parece un mito, al revelar que el sector público tiene las remuneraciones más altas en América Latina, incluido en Nicaragua.
El estudio, denominado Evolución de la Situación Fiscal en Centroamérica, indica que mientras en el sector público en promedio se paga 918 dólares, en la empresa privada formal es de 667 dólares. De esa realidad, Nicaragua no escapa, aunque la brecha entre ambos salarios es pequeña a nivel local.
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Según la investigación, publicada por la Federación de la Cámara de Comercio del Istmo Centroamericano (Fecamco), en Nicaragua la remuneración promedio de un trabajador del sector público es de 428 dólares mensuales, mientras que en el privado es de 418 dólares, es decir, una brecha de diez dólares.
Sin embargo, cuando ambos salarios de Nicaragua se comparan con la media de la región, la brecha es más pronunciada en el sector público que el privado con respecto a sus pares.
La remuneración del sector público en Nicaragua es 114 por ciento inferior al promedio que se paga en América Latina. En términos absolutos, la diferencia es de 490 dólares menos.
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En tanto, la paga de la empresa privada formal en Nicaragua en relación con la media en América Latina la brecha es, no obstante, menor respecto a la paga promedio en la región.
Con ello, el salario promedio del sector privado formal en América Latina es de 667 dólares, 249 dólares más que la media en Nicaragua para este sector.
Pero ¿por qué se da esta brecha? ¿Cuál es la distorsión que introduce a la economía de la región dicha realidad salarial? El economista y catedrático Luis Murillo señala que la realidad salarial en América Latina responde a que en el sector privado los salarios se pagan basados en la productividad y además que concentra la mayor masa laboral de un país, mientras que en el público se paga por horas trabajadas.
Además recuerda que desde los ochenta en América Latina el Fondo Monetario Internacional impulsó reformas estructurales en el sector público, que permitieron estabilidad, no solo en las finanzas, sino en el empleo, lo que a su vez permite que el salario se mantenga estable y en ocasiones en crecimiento.
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Los salarios del sector público, al depender de los impuestos y por ende del Presupuesto General de la República, tienen mayor certeza en los flujos de ingresos anuales, contrario a lo que ocurre en el sector privado que depende de las fluctuaciones de los mercados.
“Las personas que entran al sector público, en primer lugar tienen mejor estabilidad laboral; y en segundo lugar como el Presupuesto General de la República está garantizado con los impuestos y la ayuda internacional, entonces el 65 a 80 por ciento se dedica a pago de salarios. No así el sector privado y mucho menos el sector informal, que de alguna manera dependen de la fluctuación de precios internacionales y locales”, explica.
“Cuando se va a hacer una proyección de planilla, lógicamente el Estado tiene mayor estabilidad y expectativa de mantener salarios más elevados y estables”, indica.
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De hecho en Nicaragua cada año al grueso de los trabajadores del Estado se les aplica ajustes en sus salarios, cuyos aumentos inclusive están por encima del deslizamiento de la moneda. Algo que no ocurre en el sector privado, que por Ley solo están obligados a incrementar la paga de los trabajadores del salario mínimo.
¿Premio a la burocracia?
Los mejores salarios en el sector público, sin embargo, contrastan con las constantes quejas de la empresa privada contra el sector público, al que acusan de burocrático en las prestaciones de servicios.
Al respecto, el economista Luis Murillo señala que precisamente esta es una de las distorsiones de la realidad salarial en la región y en particular en Nicaragua, por lo que señala que desde el sector público se debería también pagar, según la productividad para incentivar la eficiencia y castigar la burocracia.