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Pornografía
Gonzalo Cardenal M.

La confusión de género

Los muchachos viviendo una confusión de género demasiado frecuentemente, pasan al siguiente paso: una reacción depresiva, volviéndose solitarios y soñadores retirándose a un mundo de fantasía. Muchos de ellos se refugian en la actuación, en el teatro, donde creen que pueden jugar el rol de alguien distinto. Otros sobrecompensan su sentimiento de inferioridad exigiéndose en la excelencia académica; otros —por el contrario— sienten dificultad en poner atención en clase desempeñándose pobremente, a pesar de una inteligencia generalmente superior al promedio.

La mayoría de los investigadores están de acuerdo con que la inconformidad de género es el factor más común asociado con la homosexualidad, acompañado con el sentimiento de ser diferentes de otros niños.

Por el otro lado, algunas madres tienen la tendencia de prolongar la dependencia de su hijo para con ellas. Desarrollan una intimidad primordial, completa y exclusiva con el hijo, produciendo una dependencia mutua dañina, especialmente cuando ella no goza de una relación satisfactoria e íntima con el padre del niño. En ese caso, generalmente pone demasiada atención en el muchacho y lo utiliza para llenar su propia necesidad de amor y compañía.

Si el padre quiere que su hijo crezca normal debe romper esa liga entre la madre y el hijo. El padre debe ser modelo y demostrar que es posible para su hijo mantener una relación de amor con su madre a la par que reconoce su diferencia de género y mantiene su propio carácter e independencia.

Lamentablemente algunas veces la madre actúa contra la liga padre-hijo manteniendo al esposo alejado del muchacho (se puede resfriar, eso puede dañarlo, ahora está ocupado ayudándome) a fin de satisfacer su propia necesidad de compañía masculina. Otras veces vive mimando,  consolando o protegiendo al muchacho de la disciplina del marido. Más aún, una simpatía exagerada de la madre produce auto-conmiseración, característica frecuente entre los afeminados. Tal actitud materna puede además fomentar en el muchacho un aislamiento de sus compañeros varones, especialmente cuando ha recibido de ellos burlas o lo han excluido.

Las madres de muchachos padeciendo confusión de género pueden volverse sobreprotectoras, y algunas veces en situaciones de juego, pueden inclusive interferir el normalmente agresivo, violento y competitivo juego infantil, tan común en los muchachos pequeños. A los ojos de los demás muchachos, esos hijos de madres sobreprotectoras son catalogados y estereotipados como niños maricas y existe una tendencia natural entre los muchachos de ser especialmente groseros con ellos.

Exactamente lo contrario pasa con sus compañeros de colegio heterosexuales: a la par que se solidifica la identidad masculina de género, los muchachos normalmente desarrollados se mueven aparte de las niñas.

Desde la edad de 6 a 11 años, se desligan de las amistades femeninas. Están solidificando sus respectivas identidades de género, y para hacer eso, necesitan rodearse de sus amigos más cercanos del mismo sexo. De esta manera establecerán firmemente su nuevo sentido de hombría. Este es un prerequisito importante antes de que en la adolescencia puedan acercarse correctamente al sexo opuesto.

Una buena prueba para saber si algo debe cambiar en la relación padre-hijo es observar hacia quién corre el niño cuando está alegre, orgulloso, o cuando busca respaldo o divertirse. Si siempre es la mamá, entonces algo anda mal.

Pero como todas las experiencias humanas, esto no es concluyente. A veces la relación padre-hijo es adecuada, pero pudiera haber un problema de agresividad y hostilidad de parte de hermanos (usualmente mayores) u otros compañeros varones, o acosadores que han producido una herida profunda en el muchacho. Pero siempre el mismo problema esencial existe.

El autor es miembro del Consejo de Coordinadores de la Ciudad de Dios.
[email protected]

Opinión confusión género archivo

COMENTARIOS

  1. jgaz
    Hace 6 años

    Me interesaría saber concretamente a cuáles investigaciones se refiere este señor, cuando hace una aseveración tan magna de que “la mayoría de los investigadores están de acuerdo” puede aclara las siguientes dudas: Cuando dice mayoría, es el 51%, el 75%?? cómo define “mayoría”? por otro lado, ese porcentaje es en base a cuantos estudios específicos? es el % de cuantos estudios? referente a los estudios en cuestión, puede brindar los vínculos a las publicaciones o revistas científicas en donde se han publicado? son investigadores de que rama de la ciencia, sociólogos, neurólogos, psicólogos, fisiólogos? Tiene acceso a algún meta-estudio en el que pueda basar su aseveración? Evidencia, evidencia, evidencia. Opinar es una cosa, aseverar en base a evidencia (en este caso “la mayoría de los investigadores”) requiere de respaldo, sino es opinión y no puede entonces vestirse “con ropa prestada” forzando su opinión a ser tomada como hecho.

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