Angélica Ramírez no se lo podía creer. Había cumplido un sueño, alcanzado un objetivo y destrozado los estigmas. Se coronó en México ante los de casa en el Panamericano Sub-10. Ni el ruido de las tribunas ni las palabras negativas que le decían que no llegaría lejos en su sinuosa carrera como mánager de beisbol la hicieron retroceder. Tan cerca de tocar el cielo con las manos, esperó el último out para saltar de emoción con los niños: habían silenciado el estadio en Reynosa y quebrado sus temores. La huella de Ramírez había quedado en la historia, siendo la primera mujer mánager nicaragüense que gana un Panamericano.
No es fácil lidiar con infantes y mucho menos mantenerlos en la línea de la victoria sin desánimos tras una derrota como lo hizo Ramírez, pero ella tenía un secreto bajo la manga antes de cada encuentro. “Siempre les daba chocolate a los niños antes del juego. Si de por sí ya estaban activados, eso los activaba mucho más”, comenta la instructora, que no descansa ni un solo día después del torneo exitoso que tuvo: “Ya estoy cerca de ser campeona en las ligas locales y no pienso dejar de entrenar ni un día”, explica.
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No toma descanso
El sol de la tarde cae fuertemente en el Estadio Roberto Clemente del Parque Luis Alfonso Velásquez, sin embargo, Angélica no toma descanso, cuenta que desde que empezó su travesía en el beisbol en el 2009, su desafío es ir mejorando y para eso debe estar en el campo con sus muchachos. “Mi trabajo no ha sido en vano, inicié con un equipo y ahora tengo ocho de diferentes categorías. Soy una mujer honesta y humilde de corazón que va a ir adonde Dios me mande”, confiesa la estratega.
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Ramírez tiene un hijo y una hija, que junto a su esposo la apoyan en el complejo mundo del beisbol, aunque no sea desde el campo de juego, en las tribunas o muchas veces vendiendo ropa en la tienda de la casa que posee para que pueda asistir diariamente a los entrenamientos, capacitaciones o campeonatos importantes. “Nunca imaginé que aquella mujer que jugaba beisbol con niños en el barrio ‘El Paraisito’ y que recibió la ayuda de Julio Montenegro, que nunca desmayó ni se dio por vencida, aun cuando las cosas no le salían bien, estar donde estoy ahora. Solo debo agradecerle a Dios”, indica.
“No tenía liderazgo”
Angélica confiesa que en un principio “no tenía liderazgo”, pero con el tiempo, el aprendizaje y las experiencias la han convertido en una mujer completa. “En el partido final ante México el mánager mexicano prácticamente nos llegó a sacar del ‘dogout’ porque ese era el que quería y punto, pero nosotros vinimos a jugar beisbol y estamos acostumbrados a jugar bajo el sol y nos mandaron al lugar contrario donde el sol era más fuerte. Yo siempre firme les dije a mis peloteros que debíamos demostrar todavía más, de qué estábamos hechos. Les dije que éramos pequeños pero peligrosos, que la esencia no venía en barriles y hasta les puse música para que no los afectara el público local”, comenta Ramírez.
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Continúa la práctica y Angélica instruye a los niños, pero hay algo diferente, se ha ganado el respeto de los que todavía no creían en ella. El entrenamiento se interrumpe constantemente por las felicitaciones de los visitantes. Todos quieren abrazar a la mujer dorada que admira a Jorge Luis Avellán y creció viendo jugar a Nemesio Porras como su principal ídolo cuando su papá la llevaba a los estadios.
