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LA PRENSA

¡Vivirá España!

España celebra hoy 12 de octubre el día de su Fiesta Nacional con el lema escogido especialmente para esta ocasión, “Orgullosos de ser españoles”, pero atrapada en una grave crisis de Estado provocada por los separatistas que quieren imponer a cualquier precio la independencia de Cataluña.

Como dijimos el pasado 30 de septiembre en el editorial titulado España ante el desafío catalán, los separatistas actúan contra la Constitución, desafían las resoluciones de los tribunales, atropellan la democracia y violan el Estado de Derecho, como si España no fuese un país europeo desarrollado y democrático sino una república bananera de América Latina o del continente africano.

Sin embargo, como ocurre a menudo en la historia — que de grandes males se pueden sacar también importantes beneficios—, la acometida separatista en Cataluña ha motivado el renacimiento de la identidad y el orgullo español, inclusive entre los catalanes que en su mayoría quieren seguir siendo parte integral aunque autónoma de España.

Nosotros repudiamos los intentos de romper la integridad nacional española. Nuestra identificación con España se basa en los conceptos esenciales de Rubén Darío, el principal referente cultural de la identidad nacional nicaragüense.

Darío, en su condición de periodista y como corresponsal en España del diario argentino La Nación, analizó críticamente la realidad española de su tiempo. Pero también y por encima de todo reconoció y exaltó las glorias de España; y no dudaba en proclamar su orgullo de que por sus venas corriera la sangre india mezclada con la española.

“Soy un hijo de América, soy un nieto de España”, “español de América y americano de España”, declaró Darío con inmenso y legítimo orgullo. “Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!”, escribió en homenaje a España el gran poeta nicaragüense y príncipe de las letras castellanas, en su clásico poema Salutación del optimista.

Rubén Darío estuvo en Cataluña, conoció el singular ambiente barcelonés y hurgó en los sentimientos políticos y culturales de los catalanes. Reconoció “la energía del alma catalana” y el “tradicional orgullo duro de este país”, avizoró que se aproximaban grandes convulsiones sociales pero no le parecía posible un movimiento para separar a Cataluña de la patria común española.

“¿Existe el catalanismo? ¿Existe el odio que se ha dicho contra el resto de España? Yo no lo creo ni lo noto ahora”, escribió Darío. Y no se equivocaba, porque en aquel momento no se manifestaba odio de una parte de los catalanes hacia los demás españoles. Esto es algo que han excitado los nacionalistas catalanes con su obsesión separatista, colocando a Cataluña al borde de la catástrofe y a toda España en una grave crisis que no merece.

Pero estamos seguros de que el pueblo español —de Cataluña y de toda España— superará esta crisis y saldrá más bien fortalecido. Como escribió Rubén Darío en su poema Al Rey Oscar y lo cita Jorge Eduardo Arellano en su obra Rubén Darío, Don Quijote no debe ni puede morir: “Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire, mientras la onda cordial alimente un ensueño, mientras haya una viva pasión, un noble empeño, un buscado imposible, una imposible hazaña, una América oculta que hallar, ¡vivirá España!”

Editorial Cataluña España archivo
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