Hace cinco años Guissel Salguera inició la carrera de Ingeniería Mecánica en la UNI. Estudiaba de noche y de día trabajaba para pagarse sus gastos. Sin embargo, este año pausó sus estudios porque en su nuevo empleo no le daban permiso para ir a la universidad. Esta es una de las miles de historias que se repiten en las universidades de Nicaragua y en la mayoría, la pobreza es un denominador común para abandonar los estudios.
Según la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), solo 42 estudiantes de 100 que ingresan a las universidades logran concluir la carrera. Entre esa cantidad hay estudiantes que vienen desde fuera de Managua a formarse profesionalmente a la capital.
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María Eugenia Matamoros, originaria de Ciudad Darío, Matagalpa, estuvo a punto de dejar la universidad en varias ocasiones porque no podía costear los gastos de venirse a Managua para estudiar. Pues, a pesar de que recibió una beca para estudiar, debía pagar el alquiler, los folletos y otros materiales. Su mamá era la única que la apoyaba.
“Ir a la universidad para mí fue muy difícil. Primero porque no era de Managua y segundo porque no tenía ni idea adónde iba a quedarme, sumando a eso que soy de escasos recursos y mi único sustento económico era mi mamá”, afirma Matamoros.
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A diferencia de Matamoros, Salguera no tenía quién la ayudara con los gastos universitarios y por eso debía trabajar, no solo para estudiar sino para vivir. Según cuenta, ella ha trabajado desde antes de cumplir 16 años y cuando entró a la universidad los gastos se le incrementaron.
Solo el año pasado, afirmó Telémaco Talavera, presidente del Consejo Nacional de Universidades (CNU), durante la lectura del Informe de Rendición Social de Cuentas del CNU, ingresaron a la universidad unos 113,652 estudiantes. Sin embargo, se desconocen las cifras oficiales de deserción.
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