El primer aficionado que entró al nuevo estadio Dennis Martínez este viernes para el primer partido de la serie inaugural entre las selecciones de Nicaragua y Taiwán fue Julio López, un hombre de 42 años, maestro de obra en construcción.
Ubicado en la entrada principal del nuevo coloso desde las once de la mañana, López sostenía en sus manos el boleto 103, fila B, silla 6, en el sector Mezzanine, detrás de plato. El sol golpeaba inquieto a eso de las dos de la tarde de este viernes, y Julio, acostumbrado a este ambiente por su trabajo, permanecía inalterable, cubriendo su cabeza con una gorra negra.
“Soy maestro de obra, y ya tenía apartado este día, y también voy a venir el sábado y domingo. Esta venida mía ya la había programado con tiempo, por eso no me afectó en mis responsabilidades”, mencionó López, vestido con una camisa de mangas largas, blanca, recogidas arriba de las muñecas.
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Haciendo cálculos, Julio López permaneció de pie más de tres horas, hasta que las puertas del moderno parque de pelota fueron abiertas, rozando las tres de la tarde.
“Yo me vine comido, no tuve necesidad de ir a buscar algo, esto es algo que ya yo lo tenía dentro de mis planes”, dice, sonriente, orgulloso de ser el primero.
Julio hizo el viaje desde el cruce de Sabana Grande, en Managua, donde actualmente está asentado, pero cuenta que él es originario del municipio de Wiwilí, Jinotega.
“Me vine solo desde Sabana Grande, mi familia va a ver el juego por televisión y cuando llegue a la casa les voy a contar de lo emocionante que vea”, señala.
Fanático del beisbol desde los 14 años, pelotero en las ligas campesinas en sus tiempos de joven, Julio López se siente afortunado de vivir este gran momento.
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“Es una gran oportunidad que tenemos, gracias a Dios por todo eso, está bonito. Cuando a uno le gusta el deporte siente la emoción como si estuviera en el terreno. Todos los muchachos de Nicaragua son buenos y esperamos que hagan un buen trabajo”, concluyó.