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Luis Sánchez Sancho

El cinturón de Afrodita

Un estudio científico publicado recientemente en la revista Science, indica que desde hace unos 34 mil años los primitivos seres humanos ya evitaban las relaciones sexuales incestuosas. El dato fue reportado por el periódico español ABC, que hace referencia a un estudio de la Universidad de Cambridge, del Reino Unido, y la Universidad de Copenhague, de Dinamarca.

Según el Diccionario de la Real Academia Española incesto es la “relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio”. El incesto es evitado y prohibido en todo el mundo, tanto por razones morales como porque las personas que nacen de relaciones incestuosas sufren por lo general degeneraciones físicas y mentales hereditarias.

Según el enciclopedista argentino Guillermo Cabanellas, “para algunos incesto proviene del latín incastus, incauto o no cauto. Pero otros etimologistas lo derivan de cestus, o sea la cintura de Venus (Afrodita), que se daba a los casados salvo existir un impedimento. Así, los casados que no tenían tal cintura eran incestuosos, indignos de que en sus nupcias estuviere simbólicamente la diosa del amor”.

El cinturón de Afrodita representaba todos los deseos, encantos, gracias y atractivos amorosos y sexuales imaginables, se dice en el Diccionario Universal del Mito y de la Fábula. “Este misterioso ceñidor no solo tenía la virtud de inspirar el amor, sino también de hacer renacer una pasión extinguida”.

Se cuenta que una vez Hermes robó el cinturón de Afrodita solo para jactarse de que él tenía en su poder todas las gracias y podía disponer de ellas a su antojo.

Eris, diosa de la discordia, arrojó una manzana de oro a los pies de Hera, Afrodita y Atenea diciéndoles que era un regalo para la más hermosa de ellas. Cada una de las diosas pretendía ser la más bella y no se ponían de acuerdo. Entonces Zeus llamó al príncipe troyano Paris para que dilucidara la controversia.

El poder de seducción del cinturón de Afrodita era tan grande, que Hera y Atenea exigieron que se lo quitara mientras Paris tomaba su decisión, quien de todas maneras sentenció que la más bella de las tres diosas era Afrodita.

En otra ocasión Hera pidió a Afrodita que le prestara el cinturón para hacer que Zeus la amara solo a ella y con la máxima pasión. Hera había rechazado durante mucho tiempo los requerimientos amorosos de Zeus, hasta que este tomó la forma de un ave que ella puso inocentemente en su regazo. Solo así pudo Zeus poseer a Hera, para después casarse con ella. Una relación que dicho sea de paso era incestuosa, porque eran hermanos entre ellos.

Pero en la vida real los griegos no practicaban el incesto, más bien lo repudiaban, lo cual parecen corroborar las investigaciones científicas reveladoras de que más de 30 mil años atrás ya no había ese tipo de relación sexual o carnal entre parientes cercanos.

Uno de los mitos más representativos, en este sentido, es el de Edipo, que fue utilizado por el psicoanalista austriaco de origen judío, Sigmund Freud, para sustentar su doctrina sobre el complejo edípico, o sea la atracción sexual inconsciente del niño o la niña hacia el progenitor del sexo opuesto.

Edipo fue advertido por un oráculo que mataría a su padre y se casaría con su madre. Aterrado por esta profecía y para evitar que se cumpliera, Edipo se separó de sus padres y se marchó lejos del hogar. Yendo por el camino hacia Tebas, Edipo se encontró con el rey Layo, quien era su verdadero padre pero ambos lo ignoraban.

Por disputarse el paso en el estrecho camino Edipo peleó con Layo y lo mató. Después siguió caminando hacia Tebas y cerca de la entrada se topó con la Esfinge, una monstruosa criatura que aterrorizaba a los tebanos. La Esfinge planteaba a todos los viajeros un acertijo y mataba a quienes no lo resolvían.

Solo Edipo pudo resolver el enigma y la Esfinge llena de rabia por la frustración se mató arrojándose desde lo alto de un peñasco. Los tebanos aclamaron a Edipo como su libertador, lo nombraron rey en sustitución de Layo y lo casaron con Yocasta, la reina viuda. Ella era la verdadera madre de Edipo, pero ninguno de los dos lo sabía.

Tiempo después, cuando se conoció el terrible secreto Yocasta se ahorcó porque no podía soportar la vergüenza. Por su parte Edipo se sacó los ojos para quedar ciego y se marchó de Tebas convertido en un pordiosero vagabundo.

Acompañado y guiado por Antígona, su hija pero también hermana, Edipo llegó hasta la ciudad de Colono,que ahora es un barrio de Atenas, donde pasó el resto de su desgraciada existencia.

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