Pregunta cerrada, sí o no. Sin análisis. Es una de tantas formas que utiliza el régimen orteguista para engañar al pueblo a través de sus instrumentos de campaña. Según la última encuesta de Raúl Obregón (M & R), el pueblo está mayoritariamente en contra. Obvio. En otras ocasiones han preguntado: ¿Qué prefiere, un gobierno que cumpla las leyes de la democracia o que le resuelva sus problemas económicos? Jamás ofrecen las dos cosas al mismo tiempo.
Esta pregunta cerrada sobre Nica Act, simplemente no debe responderse porque se trata de una vil manipulación. Además, la repuesta depende del contexto global y sus repercusiones. Consideremos los siguientes escenarios:
Si en el contexto encontráramos este mismo gobierno orteguista dictatorial, implementando el Socialismo SXXI con el que no comulgo, pero cada una de las anteriores elecciones presidenciales y municipales las hubiera ganado con el respaldo transparente y verificable de la mayoría del pueblo; si creyera que la OEA, el Cosep o los políticos zancudos tienen la más ínfima posibilidad de convencer a Ortega de realizar por su propia mano elecciones transparentes cuyos resultados lo puedan desplazar del poder; si el objetivo de dicha ley fuera que los Estados Unidos exigen a Ortega aceptar una base militar USA en nuestro territorio; entonces “No estaría de acuerdo con Nica Act”. Sin embargo el objetivo de dicho proyecto es democracia y Estado de Derecho, algo que Ortega ofreció en campaña y juró cumplir al asumir la Presidencia. Nunca dijo pan con dictadura.
Por otro lado, si rechazar Nica Act significa someterme a un gobierno cuyo fundamento ideológico es la dominación perpetua de un grupo político por encima del resto de la sociedad… si para lograr ese dominio recurren al soborno, extorsión, manipulación, corrupción; si en los colegios públicos los niños verán diariamente durante once años de sus vidas las fotos de la pareja presidencial para rendirles culto; si tendremos que vivir bajo amenaza, sufriendo el miedo latente a denunciar y reclamar nuestros derechos, mi respuesta sería “Sí estoy de acuerdo”. A mí me basta ver lo que hacen con cubanos, venezolanos y nicaragüenses del norte, caribe y zona del canal para saber qué nos espera.
Si la dominación del sector orteguista implica leer en un edificio en Managua el rótulo “Ministerio del Interior de Rusia” y revivir el conflicto este-oeste; si seremos exportadores de fraudes electorales, lavadores de dinero del narcotráfico (FARC) y esto nos convertirá en parias mundiales, provocando escalamiento bélico como en la década de los ochenta, mi respuesta sería “Sí estoy de acuerdo”. Recordemos además, que así como existen judas políticos al servicio de Ortega para maquillar su totalitarismo, también existen fuerzas externas económicas y militares dispuestas a confrontarlo. Prefiero un Nica Act hoy que un “Irangate” mañana.
A propósito de los ochenta, el principal eslogan revolucionario era “pan con dignidad”, sin embargo, el pan condicionado que ahora ofrece Ortega al pueblo a cambio de su libertad de conciencia, más el compromiso de “devolverle el favor”, es tan indigno como el pan imperialista que tanto desprecia, pero más humillante aun por las gracias que el pueblo debe darle a él, junto a Dios y su esposa. El Nica Act no va a golpear al pueblo más que Ortega.
A fin de cuentas, con o sin Nica Act, seremos los nicaragüenses quienes nos quitaremos el yugo orteguista tan pronto como reconozcamos desde ya, que la economía se agotó y enfrentamos un hombre enfermo de poder, aferrado a la exigencia intransigente de someternos a su doctrina personal.
Esta situación del Nica Act me recuerda la respuesta que dio Hitler a Goering cuando este le informó que estaban rodeados por los aliados. Le dijo: “Podremos caer, pero nos llevaremos al mundo con nosotros”.
Esperemos que Nicaragua no corra la misma suerte de Alemania, pero si Ortega nos arrastra, espero que la historia sepa colocar junto a él a quienes le ayudaron desde púlpitos, empresas, cuarteles y curules.
El autor es administrador de empresas.