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Lerys Aguilera es el líder de los bateadores con .352. LA PRENSA/URIEL MOLINA

Lerys Aguilera despierta de una pesadilla tras su salida de Cuba

Lerys Aguilera decidió tomar el camino angosto, ese que lleva consigo senderos de piedras y espinas, oscuridad y zozobra, incertidumbre y desorientación, solo por ver la luz en esa pequeña puerta de la vida.

Lerys Aguilera decidió tomar el camino angosto, ese que lleva consigo senderos de piedras y espinas, oscuridad y zozobra, incertidumbre y desorientación, solo por ver la luz en esa pequeña puerta de la vida. Una luz que los cazatalentos se la garantizaron en el 2014 y tres años después se ha convertido en ocaso.

El jugador cubano, que es parte del Bóer en la Liga Profesional, era un tolete en su isla jugando la serie nacional de beisbol en Cuba con Holguín. Con 6.1 de estatura y 130 kilos de peso, su poder en el cajón de bateo era evidente. Diez años jugando en casa tuvo dos temporadas de más de 20 jonrones (24-23) y en una de ellas empujó 81 carreras en 90 partidos.

Lerys Aguilera en el entrenamiento con el Bóer. LAPRENSA/WILMER LÓPEZ

Se fue a Dominicana con el oído endulzado, maletas llenas de ilusiones y una esposa esperándolo. “Los cazatalentos me abandonaron y mi matrimonio se perdió porque no actué de la mejor manera”, dice un Aguilera reflexivo y restaurado. No tenía a nadie en ese país, deambuló buscando pan, se ofrecía para cualquier trabajo, intentó suicidarse, pero “Dios nunca pondrá en tus hombros una carga que te destruya”.

No obstante, cuando había tocado más allá del fondo del abismo y su única opción era regresar a Cuba como un “traidor del sistema”, el expelotero Alexis Hernández, le ayudó a contactarse con los Indios del Bóer. Fue la oportunidad que tanto esperó. No era una firma en la MLB, tampoco de alguna liga importante de Latinoamérica, pero fue su boleto a salir del pozo de las angustias donde se encontraba. Aguilera puede decir sin temor a equivocarse haber vivido tres años en el infierno. Nada le salía bien, ni cuando le dieron una oportunidad para jugar softbol. “Aunque a simple vista parece igual, el cambio de bola rápida a lenta te afecta”, explica.

Le gustaría quedarse en Nicaragua

“Mantengo mi fuerza. Tengo fortaleza física y mental. Me gustaría establecerme en Nicaragua si me dan el chance. Ya Grandes Ligas no está a mi alcance”, relata, mientras comenta que en el país donde emigró no pudo jugar en la Liga Invernal porque no tenía papeles que se lo permitieran y tuvo que mantener el ritmo en ligas paralelas.

A pesar de que Aguilera nunca exigió una gran cifra por una firma, sus “representantes” pensaron más en sus intereses que en el del propio jugador, quedando así como cuando salió de Cuba: en medio del mar. “Ahora es fácil culpar a alguien, pero Dios moldeó mi carácter. Ahora soy otra persona y me dedico a honrarlo”, confiesa.

Es lunes, día inaugural de la Liga Profesional. Aguilera es colocado como designado y cuarto bate. Se encomienda a Dios como todos los días, piensa en su familia, con la cual no se ha podido contactar desde hace dos meses, cuando le robaron el celular, aún estando en República Dominicana, pero se enfoca en tocar la luz. Finaliza el juego. Aguilera batea de 3-1, empuja una carrera y anota otra. Ya sonríe genuinamente y pisó fuerte para su porvenir.

Sus números

Lerys Aguilera debutó a los 18 años en el primer nivel de Cuba. En las 11 temporadas que jugó con el equipo Holguín acumuló 107 jonrones, 428 carreras impulsadas y 724 imparables en 727 encuentros.

Aguilera estuvo cerca de ser parte de la selección mayor de Cuba como primera base en 2009, pero el mánager llevó solo una primera, llamado José Dariel Abreu.

Deportes Bóer Lerys Aguilera archivo

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