Si alguna motivación me faltaba para terminar de decidirme a no votar, esta ha sido ver el más reciente fraude electoral venezolano, en donde un gobierno corrupto e ilegítimo, con el apoyo y asesoría de su socio nicaragüense, manipuló de la manera más burda la voluntad de sus ciudadanos, adjudicándose unos votos que ni el mismo Hugo Chávez logró en sus mejores tiempos. Las lapidarias palabras del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) cuando dijo: “Cualquier fuerza política que acepta ir a una elección sin garantías se transforma en instrumento esencial del eventual fraude y demuestra que no tiene reflejos democráticos como para proteger los derechos de la gente, en este caso, el voto”.
Esta reflexión fue una bofetada a los venezolanos que aceptaron presentarse como candidatos, confirmando que a los gobiernos corruptos y violadores de la voluntad popular de sus ciudadanos hay que dejarlos solos con la responsabilidad de la conducción política del país, pues más temprano que tarde los pueblos se hartan de ellos y terminan expulsándolos, como ya lo hemos hecho los nicaragüenses en varias ocasiones.
Pero volviendo con mi decisión de no botar mi voto, esta se sustenta en la falta de credibilidad en los candidatos que nos ofrecen los partidos que se dicen opositores, pues en realidad serán los responsables que después del próximo 5 de noviembre, el orteguismo siga pretendiendo engañar a la comunidad internacional afirmando que acá vivimos en una democracia que está muy lejos de existir.
Como dijera una vez, desde su mecedora, la abuelita de mi amigo Milton Arcia, cuando un grupo de políticos trataban de identificar las causas del zancudismo de algunos malos hijos de la patria: es el hambre, hijo.
Los nicaragüenses sabemos, porque aquí todos nos conocemos, de qué tamaño es el hambre y la falta de vergüenza de la gran mayoría de los más visibles candidatos que se dicen opositores. Pero no todo está perdido pues más de una veintena, han reaccionado ante la falta de honestidad del organismo rector de las elecciones y de quienes los postularon, poniendo sus renuncias al cargo, entre estos el más destacado es el doctor Mauricio Mendieta, quien desnudó el concubinato con el gobierno del partido que lo postuló.
María Corina Machado, una de las más emblemáticas opositoras al régimen de Nicolás Maduro, dijo en conferencia de prensa una vez que se dieron a conocer los resultados manipulados en su país, que se arrepentía de no haber sido más enfática en su llamado a no participar de dicha farsa. La última elección nos dejó la lección a los nicaragüenses, que cuando un pueblo da la espalda a un proceso corrupto, el mundo no solo se entera, sino que también da su apoyo.
Hago un patriótico llamado a ese 70 por ciento que nos abstuvimos la última vez, para que le digamos una vez más no al fraude, no a los dueños de las franquicias zancudas, no a los candidatos que sabiendo el daño que hacen a la democracia, prestan sus desgastadas figuras sin detenerse a pensar en el crimen que cometen con un pueblo que está decidido a sacudirse a quien conculca nuestros derechos civiles y políticos.
Por ello invito a los hombres y mujeres demócratas, que votemos; pero quedándonos en nuestras casas, para que una vez más el mundo se entere de nuestro rechazo al fraude y sus secuaces. La comunidad internacional, Dios y nuestros pastores están con nosotros.
El autor es analista político.