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Cartas al Director, farsas electorales
Ricardo A. Álvarez Salaverry

Managua inundada y su futuro vulnerable

Durante el 1er. Congreso Internacional de Ingeniería, celebrado en Managua del 23 al 25 de marzo de este año, dialogué con colegas arquitectos e ingenieros nicaragüenses y de otros países sobre los retos que enfrenta la ciudad en lo que respecta al ordenamiento urbano, el riesgo sísmico, las inundaciones repentinas cada vez más frecuentes bajo lluvias torrenciales, otros temas relacionados, y la crítica necesidad de implantar soluciones efectivas y duraderas para evitar o disminuir las consecuencias adversas de esta vulnerabilidad o de eventos específicos.

Dichas conversaciones fueron revividas en septiembre cuando lluvias torrenciales causaron fuertes corrientes de agua e inundaciones en varios sectores de Managua. Las imágenes, en televisión y otros medios, de cauces desbordados, calles inundadas y carros sumergidos, ofrecieron elocuente evidencia de la magnitud del evento y los daños resultantes.

Los comentarios del público subsiguientes al incidente se enfocaron sobre varios temas incluyendo los siguientes: a) La sorpresa de muchos ante semejante inundación, b) Después de las fuertes inundaciones en junio del 2015, la historia se repite, c) ¿Cuáles son las causas? d) ¿Quiénes son responsables? e) ¿Qué tiene que ver el cambio climático con todo esto? f) ¿Qué podemos esperar en el futuro? g) ¿Cuáles son las soluciones?

Todas estas inquietudes válidas e importantes merecen la mayor atención de las autoridades, del sector profesional, del público, ¡y de todos nosotros!

Basado en mi experiencia de años en la evaluación de vulnerabilidad y mitigación de amenazas, y en estudios de campo relacionados con los impactos de amenazas naturales en más de 30 países, ofrezco algunos comentarios en respuesta a las preguntas planteadas.

Nicaragua es un país vulnerable a las amenazas naturales. La morfología territorial es prueba de dicha vulnerabilidad. Desde los grandes lagos de origen tectónico, la cadena de volcanes y la abundancia de cráteres milenarios y lagunas volcánicas, los campos de lava, las Isletas de Granada, la Península de Asese, y los numerosos cauces secos por los que en algún tiempo bajaron corrientes turbulentas son testimonio visual de dicha vulnerabilidad.

El récord histórico confirma lo que la naturaleza nos enseña. El huracán de 1502 que amenaza a Colón y lleva al nombramiento del Cabo Gracias a Dios fue precursor de muchos más, 25 en los últimos 160 años incluyendo varios que cruzaron Nicaragua de costa a costa. Las erupciones del volcán Momotombo que llevan a la relocalización de León en 1600, la erupción explosiva del Cosigüina en 1835, el aluvión de Managua en 1876, los terremotos de Managua en 1931, 1968, y 1972, etc.

Nicaragua es vulnerable a los movimientos sísmicos, a las erupciones volcánicas, los huracanes, inundaciones y otras amenazas naturales. Por lo tanto, no caben las sorpresas, expresadas por algunos a raíz de las recientes inundaciones, con respecto a los impactos esperados de las amenazas naturales.

Con respecto a Managua y sus inundaciones los factores contribuyentes están a la vista:
• La ubicación de la ciudad en el plano de drenaje de las Sierras de Managua hacia el lago Xolotlán;
• El crecimiento urbano hacia el sur ha llevado a la construcción de nuevos repartos y caminos que hoy reemplazan lo que antes fueron bosques y suelos permeables;
• Un sistema de cauces pluviales cuya capacidad no ha mantenido paridad con el desarrollo urbano y los crecientes caudales generados por las lluvias;
• El agravante de que la población —colindante con los cauces— tira basura y desperdicios en los mismos, lo que disminuye su capacidad de drenaje;
• Un sistema de alcantarillado antiguo y prácticamente inoperante por encontrarse saturado de basura y desperdicios y padecer de una crónica falta de mantenimiento;
• El cambio climático.

Queda claro que esta combinación de factores, naturales y humanos constituye una fórmula para desastres, que pone en riesgo la vida y bienes de los habitantes de Managua.

La ciudad enfrenta una situación crítica en la que el riesgo seguirá aumentando en el futuro debido al cambio climático. El calentamiento global hace que la atmósfera retenga más humedad, lo que aumenta la probabilidad de lluvias torrenciales, y por consiguiente las inundaciones repentinas y posibles aluviones. Dicho de otra forma, año tras año el futuro riesgo de inundación de Managua irá en aumento con cada temporada de lluvias.

¿Qué hacer ante la presente realidad y un futuro adverso? Algo que no se debe hacer es asignar culpa y más bien debemos aceptar que todos y nadie es culpable, unos por acción y otros por omisión. Consecuentemente todos, unidos, podemos ser parte de las soluciones. Debemos identificar, diseñar, planificar, financiar e instituir soluciones efectivas a largo plazo.

Se requiere un enfoque holístico. Ofrezco algunas ideas:

1. Comenzar por reparar de una vez por todas el desorden urbano que ha sufrido Managua por décadas, instituyendo un marco legal normativo estricto, coherente y aplicable;

2. Modelar científicamente el riesgo de inundación usando tecnología LIDAR (siglas en inglés de un sistema que usa rayos de luz láser desde un avión para medir la topografía del terreno rápidamente y con gran exactitud, lo que permite modelar zonas de inundación con mucha precisión);

3) Establecer control direccional del caudal de agua que baja de las zonas altas hacia el Lago de Managua, quizás desviando caudales hacia los reservorios naturales como las lagunas Nejapa, Asososca y Tiscapa;

4) Agregar capacidad de almacenamiento temporal, o permanente construyendo lagunas, o estanques de retención en puntos estratégicos;

5) Fomentar el cosechar agua con programas para la construcción de cisternas que almacenen el agua de lluvia que cae de los techos;

6) Paulatinamente reemplazar pavimentos impermeables con materiales permeables que permitan la percolación de agua hacia el subsuelo;

7) Reforestar las zonas altas para fortalecer las pendientes y controlar la velocidad del caudal;

8) Arborizar e instalar jardinería a lo largo de las calles y carreteras utilizando preferiblemente árboles y plantas hidrófilos que absorban gran cantidad de agua vía sus raíces que la transfieran a la atmósfera por la evapotranspiración;

9) Instalar drenajes franceses y otras técnicas de drenaje y sistemas de bombeo debajo y a los lados de ciertos caminos para disminuir el caudal y redirigirlo como medida de mitigación;

10) ¡Educar, educar, educar! 11) Ofrecer incentivos fiscales para involucrar al sector privado en implantar soluciones etc.

Enfrentar este reto con la siguiente filosofía: ¡La falta de acción es inaceptable, y el costo de inacción es infinitamente mayor que el de una solución!

El autor es arquitecto especializado en gestión de riegos, evaluación de vulnerabilidad, mitigación de amenazas naturales, adaptación al cambio climático, diseño arquitectónico y urbanismo.
[email protected]

Opinión inundaciones Managua vulnerabilidad archivo
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