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Esta pieza no es una réplica de una piedra de moler, sino de una silla especial para los caciques indígenas. Las patas del asiento están inspiradas en un jaguar, el animal que fue más admirado por los indígenas precolombinos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Galería | San Juan de Oriente, la gente del barro
El arte de los chorotegas se mantiene vivo gracias a los artesanos de San Juan de Oriente, quienes elaboran réplicas de la cerámica precolombina y creaciones modernas
El 85 por ciento de las personas que habitan en San Juan de Oriente viven del barro. Son artesanos. Adriana Pérez, de 44 años de edad, relata que hasta mediados del siglo pasado la artesanía era todavía rústica, es decir, solo se trabajaba el barro para hacer piezas útiles para el hogar, como ollas, comales, platos, maceteras, cazuelas, vasos y vasijas para guardar granos básicos.
Entre los años setenta y ochenta, los artesanos comenzaron a elaborar réplicas de las artesanías de la cerámica que se ha encontrado de la época anterior a la colonización española, lo que se conoce como arte precolombino.
En la actualidad, la artesanía en San Juan de Oriente ha evolucionado en lo que se conoce como arte libre, inspirado principalmente en la naturaleza. Siempre usando barro, ahora se hacen figuras de pajaritos, peces, mariposas o lo que usted pida.
Las técnicas de artesanía en San Juan de Oriente siempre se han aprendido como herencia familiar. En los años ochenta hubo un taller donde enseñaban a tornear, pintar, dibujar, a quemar las piezas de barro, a acomodarlas en el horno, pero funcionó poco tiempo y en su lugar hicieron un centro de salud. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
La artesanía rústica o terracota se trabaja manual. Con ella se elaboran figuras decorativas como muñecas, gallinitas u otros tipos de formas que atraen al turista por su vistosidad y su utilidad como adornos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
La esfinge del lagarto se encuentra en muchas artesanías precolombinas. Estos animales eran muy representativos de los indígenas, quienes a través de ellos buscaban contacto con la naturaleza, explica el artesano Alfredo Espinoza. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
La mayoría de la artesanía que se vende en los pueblos blancos proviene de San Juan de Oriente. En la carretera a Catarina usted puede encontrar la artesanía de barro pero también otras piezas que son de concreto. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Los replicadores del arte precolombino tratan de mantener la originalidad de las piezas pero a veces también les hacen innovaciones, explica el artesano Alfredo Espinoza, quien indica que en ocasiones se les aplica colores modernos o se les hace una mezcla de técnicas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
El torno que utilizan los artesanos de San Juan de Oriente para darles forma a las piezas de barro. Hay tornos de mano y también como este, en el que se utilizan los pies. Unos más modernos son eléctricos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
La cerámica precolombina es más cara que todas las demás, pero también lleva más trabajo y tiempo para ser elaborada. Estas piezas las compran especialmente extranjeros, arqueólogos o coleccionistas. El artesano Alfredo Espinoza explica que a él le ha costado bastante perfeccionar la elaboración de las réplicas de la cerámica precolombina y ha tenido que visitar museos y hasta comprar libros de arqueología o de la cultura chorotega.LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Las piezas de barro son quemadas en hornos artesanales con el fin de darle mayor solidez al barro. Una pieza puede estar entre ocho y diez horas en el horno. Luego que la pieza está quemada hasta entonces le comienzan a imprimir la pintura o dibujo que se desea. El arte de quemar el barro se enseñaba en una escuela en San Juan de Oriente que ya desapareció, pero siempre los artesanos han aprendido la técnica de padres a hijos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Todas las imágenes de este fotorreportaje fueron captadas por el fotógrafo de la Revista Domingo, Óscar Navarrete.
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