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Lorenza Ana Gallegos posa en la cocina de la casa de los Sandino, donde de joven ella le hacía las tortillas a Gregorio Sandino, el padre del guerrillero de Las Segovias. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Lorenza Ana Gallegos posa en la cocina de la casa de los Sandino, donde de joven ella le hacía las tortillas a Gregorio Sandino, el padre del guerrillero de Las Segovias. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Las vivencias de Lorenza Ana, la mucama de los Sandino

Lorenza Ana Gallegos sirvió en la casa de los Sandino. Es una de las tres personas vivas que habitaron en la casa donde pasó su juventud el guerrillero de Las Segovias, aunque no lo conoció en persona. Goza recordando cuando le cocinaba a don Gregorio Sandino

Lorenza Ana Gallegos entra al museo de Sandino en Niquinohomo como si está en su casa. “Esa pila que está allí era más grande. Había unos floreros bien lindos, unas maceteras. Allí, en ese pasillo, se mantenía lleno de maduros. Eran unos madurales. Venía la gente a comprar un centavo de maduros y don Gregorio (Sandino) les daba más de la cuenta”, dice Gallegos, hoy una señora de 93 años de edad y quien desde los nueve años comenzó a trabajar como sirvienta en la casa del padre del general Augusto C. Sandino.

Los recuerdos se le desgajan más rápido a Gallegos cuando entra a la cocina de la casa. “¡Ay!, a don Gregorio le gustaba comer bien. Yo era la que le echaba sus tortillas, bien hechas. A él le gustaban sus frijolitos fritos, carne asada, tortillas, un pichel de chocolate caliente o pinolillo también”, recuerda Gallegos, apoyándose sobre un bastón a la entrada de la cocina.

La casa de Gregorio Sandino, ubicada en una esquina opuesta al parque de Niquinohomo, es museo desde el 2 de enero de 1980, cuando el gobierno sandinista emitió un decreto declarándola patrimonio nacional, porque allí vivió la mayor parte de su juventud el general Sandino. Está construida con varios materiales, piso, ladrillo de cemento y barro, paredes de adobe, piedra cantera y bloques de cemento. El techo es de teja y zinc y tiene puertas y ventanas de madera.

Lorenza Ana Gallegos, sentada en la acera de la casa que fue de los Sandino, en Niquinohomo, hoy casa museo del general Sandino. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

De todas las personas que habitaron esa casa solo hay tres con vida: Rosa Argentina Alvarado Sandino, hija de Asunción Sandino Tiffer, hermana del general Sandino; Miguel Pavón Sánchez, hijo de Natalia Sánchez Sandino, hija del general pero que no es aceptada como tal por la otra descendencia de Sandino, Blanca Segovia y sus hijos. Y la última no es otra que Lorenza Ana Gallegos López, una de los muchos sirvientes que había en la casa.

Hay una cuarta persona viva que habitó en esa casa, de manera esporádica: Rosario Murillo Zambrana, la vicepresidenta de la República asignada por el Consejo Supremo Electoral. Ella es hija de Zoila América Zambrano Sandino, hija de Zoila América Sandino Tiffer, también hermana por parte de padre del general Sandino.

Lorenza Ana Gallegos posa en la cocina de la casa de los Sandino, donde de joven ella le hacía las tortillas a Gregorio Sandino, el padre del guerrillero de Las Segovias. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

La llegada de Lorenza Ana

Todo mundo cree que doña Lorenza Ana se llama Lorenzana. Pero no. Ella es enfática en decir su nombre correctamente. Pero el destino le jugó una mala pasada. Le cambiaron el nombre en el Registro. En el documento de identidad le pusieron Ana Lorenza.

Desde muy pequeña estuvo consciente de la pobreza de su madre, Ana María López, quien fue abandonada por su esposo José Bernardo Gallegos. La mamá lavaba y planchaba ajeno, cuando esta tarea se hacía con planchas de hierro que se ponían a calentar en un fogón. Eran 12 planchas que se utilizaban las unas mientras las otras se calentaban y así sucesivamente.

Gallegos dice que su madrina era Asunción Sandino, la “Choncita”, hija de don Gregorio Sandino, quien al ver la pobreza de su comadre se llevó a Lorenza Ana a vivir a la que hoy es casa museo. Gallegos dice que al principio, como era muy pequeña, no hacía nada, pero mientras fue creciendo se le fueron asignando tareas. Aunque llegó a hacer de todo, se mantuvo casi siempre en la cocina.

Con el tiempo, Gallegos llegó a trabajar en tres hoteles en Managua, entre ellos el Estrella y el Sevilla. Luego tuvo un comedor en Niquinohomo pero lo dejó por problemas de la edad. “La gente siempre me reclama, que cuándo les voy a cocinar esas comidas tan ricas que yo hacía”, dice Gallegos entre risas.

Rosa Argentina Alvarado, la nieta de don Gregorio Sandino, sí recuerda a Gallegos entre la servidumbre de la casa, pero no que haya sido ahijada de su mamá Asunción. Sin embargo, le cree porque en su momento “todo Niquinohomo era ahijado de alguien de la familia (Sandino). Unos eran ahijados de mi mamá y otros de mi papito Gregorio”, expresa Alvarado.

Miguel Pavón Sánchez, el nieto niquinohomeño de Sandino, recuerda a Gallegos como una jovencita bien alegre. “El cuerpo lo meneaba alegremente”, dice Pavón, refiriéndose a que Gallegos era muy bailarina.

Miguel Pavón Sánchez, hijo de Natalia Sánchez Sandino, hija niquinohomeña del general Sandino. Pavón Sánchez dice que él era el “guachimán” de la casa de los Sandino. LA PRENSA/ EDUARDO CRUZ

En la casa de los Sandino había bastante trabajo. Pavón recuerda que don Gregorio tenía una finca, San Agustín, donde se producía mucho café y otra que se llamaba Los Ángeles, donde también había café y piña, además de plátanos en abundancia. Otros empleados que había en la casa eran Juan Rayo, de San Juan de Oriente, y Edmundo y su hermana Francisca “Pancha” López, quien era la planchadora.

A Lorenza Ana Gallegos le gustaba que los Sandino Tiffer le daban un trato igualitario a todos los empleados. “Lo mismo que ellos comían, comíamos nosotros. Don Gregorio era bien amable, a todo mundo saludaba y le daba la mano. Y si era doña América, esa era un dulce. A mí nunca me regañaron”, recuerda Gallegos.

El corredor de la casa de los Sandino. Al fondo se observa el dormitorio que utilizaba el general cuando vivió en esa casa. LA PRENSA/ EDUARDO CRUZ

La historia de la casa

Gregorio Sandino, quien nació el 12 de marzo de 1869, heredó su casa en Niquinohomo de su madre Agustina López. Cuando él murió, a las 11:00 de la mañana del 13 de febrero de 1947, la vivienda la heredó su hija Asunción Sandino, pero esta última también murió en los años cincuenta.

La casa quedó a cargo de doña América Tiffer, viuda de don Gregorio, pero ella murió a las 11:00 de la noche del 14 de marzo de 1958. La casa quedó finalmente en manos de Rosa Argentina Alvarado, hija de Asunción Sandino, y de su esposo Nicolás Sandino.

Alvarado no quería vivir en esa casa porque le traía recuerdos de todos sus familiares ya fallecidos. Lorenza Ana Gallegos y muchos de los sirvientes habían salido de la casa poco después de la muerte de Gregorio Sandino. La casa era muy grande y solitaria y decidió alquilarla para que funcionara una escuela.

El patio de la casa de los Sandino, en donde se observa una caseta que era el baño y una pila. Hoy el patio está adornado con estatuas de Sandino. LA PRENSA/ EDUARDO CRUZ

Luego, los Alvarado continuaron viviendo en la casa hasta que el 2 de julio de 1979, días antes del triunfo de los sandinistas, sucedió una desgracia. Un “accidente”, le llama Alvarado. Un grupo de hombres, guerrilleros sandinistas supuestamente, entraron a la casa y mataron a Nicolás Sandino, el esposo de Alvarado. Ella abandonó totalmente el inmueble y se fue a vivir a otra casa, siempre en Niquinohomo. Alvarado dice que ella nunca ha vendido la casa y que si los sandinistas la tienen es por Rosario Murillo, su sobrina. “Somos familia”, dice.

Rosa Argentina Alvarado Sandino, sobrina directa del general Sandino. Atrás se aprecia una foto de ella cuando era joven. Su mamá fue Asunción Sandino, hermana del general. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Recuerdos de los Sandino

Vivir en la casa de los Sandino le permitió a Lorenza Ana Gallegos conocer varias anécdotas de la familia del guerrillero de Las Segovias. A Sandino ella no lo conoció, pero sí recuerda las angustias que pasaba Gregorio Sandino por su hijo. Era muy pequeña aún para comprender a plenitud la muerte del general. “Nosotros solo oíamos los rumores de lo que pasaba. Me acuerdo que conocí a un compañero de él (Sandino) que se llamaba… No me acuerdo, pero a él lo mataron en ese lugar (no especifica si con Sandino o en las montañas)”, dice Gallegos.

Zoila América Zambrano Sandino, la mamá de Rosario Murillo y sobrina del general Sandino, se había casado con un hombre de nombre Alfonso Valerio. Gallegos lo recuerda como un hombre alto, chele, de buen aspecto. Pero Valerio se enfermó y se fue a curar fuera del país. Eso lo aprovechó, recuerda Gallegos, Téodulo Murillo para enamorar a Zoila América y de esa unión nació la actual vicepresidenta. “Zoila América era una mujer elegante, ni para ver a la Rosario, la Zoilita era elegantota, hermosa. No sé si estoy ofendiendo, pero Zoila América era elegante”, afirma Gallegos.

Gallegos también conoció a Téodulo Murillo, el padre de la vicepresidenta. “Después de trabajar donde don Gregorio, yo trabajé donde una familia en Rivas y Teódulo llegaba allí. Era bajo, negro y corneto (quisneto) (dice en voz baja). Ni para ver a Alfonso, yo no sé qué le pasó a doña Zoila América haber aceptado a ese señor”, lamenta Gallegos.

En la actualidad, Lorenza Ana Gallegos vive siempre en Niquinohomo, a media cuadra del cementerio donde están enterrados todos los de la familia Sandino, exceptuando al general Sandino, de quien no se sabe dónde quedó su cuerpo. Ya le cuesta caminar pero siempre se conserva enérgica, con una sonrisa que, dice Miguel Pavón, es la misma que le veía cuando ella trabajó en la casa de los Sandino.

Lorenza Ana Gallegos recorre la hoy casa museo del general Sandino, recordando los tiempos en que ella era sirvienta de Gregorio Sandino y su esposa América Tiffer. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Sandino

La historia de Sandino dice que nació de la unión furtiva de la campesina Margarita Calderón Ruiz con el terrateniente Gregorio Sandino, el 18 de mayo de 1895.

Gregorio Sandino se casó después, en 1897, con América Tiffer y tuvo tres hijos más: Asunción, Zoilamérica y Sócrates, todos Sandino Tiffer.

No lejos de la tumba de Gregorio Sandino también está sepultada la madre del general Sandino, Margarita Calderón Ruiz. La bóveda de arriba es de Manuela Calderón, hermana menor del general Sandino por parte de madre. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

El mismo Sandino contaría después que creció junto a su madre en la pobreza y que cuando tenía como 11 años de edad se fue a vivir junto a su padre, en la casa que este último tenía frente al parque de Niquinohomo.

Sandino salió de esa casa y por un tiempo vivió independiente, hasta que en 1921 salió del país y regresó en 1926 para integrarse al lado de los liberales en contra de los conservadores en la llamada guerra constitucionalista.

La tumba de Gregorio Sandino, en el centro, en el cementerio de Niquinohomo. A la izquierda está la tumba de su esposa América Tiffer; a la derecha, la de su hija Zoila América, abuela de Rosario Murillo; abajo, la de su yerno Orlando Zambrano y arriba, a la derecha, la de su nieto Orlando José Zambrano Sandino. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Los hombres no cumplen

Lorenza Ana Gallegos López se casó cuando tenía 22 años de edad. Ya había salido de trabajar de la casa de los Sandino.

José González se llamó su marido y aún recuerda cuando la enamoraba prometiéndole “el cielo y la tierra”.

“Yo no sé por qué me casé con él. No era blanco, no era bonito, pero ya es la cosa natural. Me decía ‘amorcito, que te quiero, te voy a dar…’, prometía cielo y la tierra. Ningún hombre cumple”, indica Gallegos, quien ahora es viuda.

En total tuvo 11 hijos, pero solo le quedan vivos cuatro, dos mujeres y dos varones.


 

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COMENTARIOS

  1. maria de los angeles
    Hace 6 años

    Que importancia tiene contar las vivencias de esta señora? Una señora que no conoció al cesionista llamado Sandino, saben por qué no lo conoció? por que segun mis tías abuelas que vivían en Jalapa, el señor gregorio nunca reconoció la paternidad de Augusto César, disculpen pero este reportaje me suena a una de cal y otra de arena, con el régimen, al periodista Cruz, le ruego leer la verdadera historia de sandino

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