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Silvio Méndez Navarrete

Destrucción humana en una dictadura socialista

El sistema socialista ha sido un episodio cruel en la historia de la humanidad, significó el exterminio, ejecución masiva de todos los que líderes comunistas consideraron “enemigos de clase”, incluidos amigos y familiares. Noviembre marca cien años que Lenin y su revolución marxista inició esta masacre, tiempo durante el cual y de acuerdo con documentos abiertos del partido comunista y la KGB en los años noventa.

Durante 75 años, en la Unión Soviética, se asesinaron 68 millones de inocentes y desarmados hombres, mujeres y niños.

Declaraban orgullosamente que su meta era destrucción, muerte de lo que existía para comenzar de cero la creación del “hombre nuevo”. Una crueldad soviética con propósito. Félix Dzerzhinsky, fundador de la policía secreta soviética, vociferaba: “Violencia es un acto de amor” que autorizaba a forzar la creación de una nueva sociedad, sacrificando el concepto tradicional de humanidad y moralidad para crear esta utopía.

Decía: “Rechazamos el viejo sistema de moralidad y humanidad inventada por burgueses para oprimir, explotar. Nuestra moralidad no tiene precedente, nuestra humanidad es absoluta porque descansa en un nuevo ideal, destruir toda clase de opresión y violencia. Para hacerlo todo es permitido, somos los primeros en levantar espada por los oprimidos, no para esclavizarlos sino para liberarlos. ¿Sangre? dejen que la sangre corra como ríos, marquemos de sangre la bandera de la burguesía para que nuestra bandera roja sangre reine para siempre. Solo por medio de la muerte del viejo mundo nos liberaremos de esos chacales”.

Pitirim A. Sorokin, profesor universitario, en 1920 escribió: “La maquinaria del Terror Rojo trabaja incesante. Diario, en todo el país, montañas de muertos crecen cada vez más. Ciudadanos son asesinados, mutilados, de noche escuchamos camiones acarreando cadáveres, rifles tronando con nuevas ejecuciones, ruido provocado por cadáveres cayendo en zanjas donde serán enterrados, quejándose aquellos que aun no mueren. Por la mañana, no se sabe si se vivirá hasta el anochecer, si regresaré a casa. Conservar la vida es cosa de suerte”.

Durante los años treinta, la Gran Purga instituida por Stalin contra los “enemigos de la revolución” con ejecuciones masivas, no paraba. Ejecuciones, encarcelación a millones en ergástulas de la Unión Soviética, donde los trabajaban hasta morir. Interrogados, torturados hasta conseguir confesiones de delitos inexistentes, imaginarias conspiraciones, falsas acusaciones. Stalin personalmente autorizó el uso de sistemas de tortura, como una completa y correcta forma de obtener información expedita. Recomendaba… “golpéelos, hasta que se arrastren en sus estómagos con una confesión en sus dientes…”

El general Domitri Volkogonov en sus relatos históricos recuerda las listas que él personalmente vio a Stalin firmar, sentenciando amigos personales que sospechaba no le eran completamente fieles. Lo miraba salir de su oficina, después de firmar estas sentencias, listo a divertirse en el teatro viendo películas occidentales. Se convenció que la moral, dignidad, compasión, justicia, legalidad, no tienen ninguna importancia para los dictadores.

Como director de la KGB en los setenta, Yuri Andropov aceptó una nueva teoría psiquiátrica soviética, que decía: “Oposición al sistema soviético es signo de enfermedad mental. Solamente alguien con problemas mentales podría confrontar la lógica y verdad de la dialéctica determinante marxista y garantía que solo socialismo y comunismo tiene el más alto estado de humanismo para el desarrollo social. Quien critica el sistema, busca reformarlo o cambiarlo, es enfermo mental que requiere tratamiento psiquiátrico”.

De las drogas administradas en instituciones psiquiátricas soviéticas, sulfazine era administrada para provocar mayor dolor. A los que se la aplicaban, lloraban, gritaban de dolor, en terribles convulsiones completamente desorientados, con temperaturas corporales de 40 grados, que les impedía moverse de sus camas por varios días. Una tortura peor que ser golpeado, maltratado, el efecto de esta droga empeora la situación física de la persona hasta llevarla a la desesperación, la locura.

Significado de estas historias no es solo su particularidad única del sistema soviético, sino también, su repetición en cada país en el que socialismo fuere impuesto. País tras país, muerte, destrucción, privaciones, se impusieron en cada triunfo socialista, una historia de no terminar, con tiranías crueles y mares de sangre.

Las doctrinas y movimientos socialistas están saturados de un ambiente de muerte, catástrofe, destrucción. Es el resultado final que busca y desarrolla, no es productor de un mundo mejor, sino que echa a perder lo que la civilización ha construido por miles de años. No construye, destruye, Es su esencia. No produce nada. Solo consume lo que lo que el orden social basado en la propiedad privada ha creado. Cada paso que da lleva a la destrucción de lo bueno que existe en nuestras sociedades. Crucial que la historia real del socialismo practicado en esos países donde fue impuesto e implementado, sea recordado y comprendido. Si no, la historia tiene su forma de repetirse.

El autor es ingeniero.
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Opinión dictadura socialista humanidad archivo
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