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El informe preliminar de la OEA

El Informe, en muchos aspectos, no se ajusta a la realidad de lo que ocurrió en las elecciones. Aunque asegura que “ha realizado un análisis integral del proceso”, no expresó ningún comentario sobre todo lo que ocurrió antes del día de las elecciones

La primera crítica que cabe hacer al Informe Preliminar de la Misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) es que, por primera vez, la OEA utiliza el término “acompañamiento”, no obstante que la Carta Democrática Interamericana, en su cláusula quinta, habla de “la democracia y las misiones de observación electoral”. Igual término se usa en todos los reglamentos que regulan los procedimientos de la OEA para sus Misiones de Observación Electoral.

Es cierto que el acuerdo que firmó la OEA con el Consejo Supremo Electoral (CSE), el 28 de febrero del presente año, habla de “Misión de Acompañamiento electoral”, pero ese mismo acuerdo establece “que por el término ‘acompañamiento’ se entiende ‘observación electoral’, conforme a lo previsto en el ordenamiento jurídico de la OEA, incluyendo la Carta Democrática Interamericana”. Además, nuestra Ley Electoral, en su artículo 10 inciso 8, habla de “observación electoral”. El término “acompañamiento” es una invención del CSE de Nicaragua, de inspiración chavista. Aceptarlo, es una concesión de Luis Almagro al Gobierno de Nicaragua.

Quizás, por eso, el Informe Preliminar que leyó el señor Penco, por su suavidad, se parece más al de una misión de “acompañamiento” que al de una misión de observación electoral, tal como han sido los informes emitidos por las misiones de la OEA que observaron los anteriores procesos electorales, especialmente el correspondiente a las elecciones presidenciales del 2011, que cuestionó la credibilidad del actual CSE.

El Informe contiene varias afirmaciones inexactas, como por ejemplo cuando se refiere a la presencia de fiscales de los diferentes partidos, reconociendo que solo el FSLN tenía un 100% de fiscales. Sin embargo, para la misión esto “aseguraba, con carácter general, un control pluralista por parte de los partidos políticos”, lo que no fue cierto.

Tampoco es cierto que en Nicaragua exista un “poder electoral independiente”, al que la Misión le otorgó su aval. Igualmente no es cierto que en nuestro país haya “un sistema pluralista y que existan facilidades para la creación de partidos”. En realidad, es uno de los países donde es más difícil crear un partido.

El Informe, en muchos aspectos, no se ajusta a la realidad de lo que ocurrió en las elecciones. Aunque asegura que “ha realizado un análisis integral del proceso”, no expresó ningún comentario sobre todo lo que ocurrió antes del día de las elecciones, y que había sido puesto en conocimiento de la Misión por varios partidos participantes y, además, consta en informes enviados a la OEA por organismos de derechos humanos y de la sociedad civil. El Informe prácticamente se limita a lo observado el día de las elecciones, siendo que un proceso electoral se observa desde el momento de su convocatoria. La llegada tardía de la misión hizo que su presencia no fuese vista como suficiente para unas elecciones justas y transparentes. De ahí que no impidió que la inmensa mayoría de la ciudadanía haya decidido abstenerse de votar.

La misión no se pronunció sobre el alto índice de abstención y lo consideró como un asunto de “percepción”, siendo que ellos pudieron constatar el gran vacío de votantes en las JRV que visitaron. Tanto Panorama Electoral como otros organismos de la sociedad civil la estiman de un 80%.

Recientemente, Ortega le manifestó a Luis Almagro que está dispuesto a atender las recomendaciones del Informe para mejorar los futuros procesos electorales. Hay varias recomendaciones encaminadas a ese propósito, como por ejemplo, el rediseño de la boleta electoral separando la elección de alcaldes de la elección de concejales; la referente a “hacer pública toda la información de interés de la ciudadanía; la que aboga por la existencia de un padrón único, debidamente depurado y, especialmente, la que recomienda “encontrar mecanismos que permitan generar mayores niveles de confianza en la autoridad electoral”, así como la que recomienda la aprobación de un reglamento para dirimir las impugnaciones que presenten los partidos a los resultados electorales. Está por verse si Ortega cumple su promesa o sigue adelante con su proyecto de sucesión dinástica.

Por último, es grave que el Informe considere que, “pese a los hallazgos señalados estos no han afectado en lo sustancial la voluntad popular que se manifestó en las urnas”. ¿Cuál voluntad popular vio la OEA con semejante nivel de abstención, que quitó legitimidad a lo ocurrido el 5 de noviembre?
El autor es jurista y catedrático.

Columna del día Elecciones municipales informe OEA archivo

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