Ismael Munguía es un hombre de metas. No importando su estatus social o si tenía un solo centavo en el bolsillo. Cuando pequeño dijo que sería firmado por un equipo de la MLB y a pesar de su pequeña estatura (5’10 pies) convenció a los Gigantes de San Francisco para entrar a esa organización. Luego dijo: “Quiero pasar a los Estados Unidos”. Trabajó todo el 2016 en República Dominicana conectando 65 imparables en 237 turnos para un promedio de .274 como jardinero central logrando su boleto.
Este año pensó estar entre los cuatro mejores bateadores de la Liga Rookie en EE.UU y adivinen: el joven impactó con .331 de promedio en 42 juegos, 47 hits en 142 turnos, 17 bases por bolas, siete dobles y cuatro triples.
“El que batea juega” “Nadie me puede decir nada sobre trabajar duro y pelear por un sueño”, dice el muchacho de 19 años. “Yo estoy donde estoy porque me apego al sentido común: el que batea juega”, explica. Y aunque cuando pisó el otro mundo del beisbol recién firmado se sorprendió al mirar a sus compañeros a su alrededor, ni siquiera tambaleó su enfoque por un momento. “Pensé que a los 17 años serían como yo o un poco más altos pero no tanto, también me di cuenta que había gente firmada por bonos millonarios de dos y tres millones. Nunca vi eso con temor. Yo estoy en mi lucha y creyendo siempre en mí al igual que mi familia”, agrega.
La habilidad es la clave
Su falta de altura y poder Munguía lo compensa con su velocidad, tacto y sobre todo su viveza para el juego. “Siempre me ha gustado aprender de los viejos. Los escucho y tomo lo bueno. Yo trabajo más de la cuenta y sé hacer muy bien las cosas pequeñas como tocar la bola, agarrar elevados más complejos, aprenderme las señas y aprovechar los errores del oponente. Tengo habilidad. Si tuviera que describir mi juego sería poner la bola en marcha y estar sobre las bases. Soy pequeño pero picoso”, comenta Munguía.
Altuve es su ídolo
El zurdo chinandegano admira a José Altuve, ese pequeño jugador capaz de hacer temblar a cualquier ganador de CY Young, porque para él, el tamaño no lo es todo. “Eso no importa, lo que importa es lo que piensa tu mente y sienta tu corazón. Importa más la habilidad, saberla desarrollar y ponerla en práctica en el juego”, afirma el beisbolista que pretende estar entre los mejores bateadores de la Liga Profesional en esta campaña con los Tigres de Chinandega y mejor aún, escalar a Clase A media o fuerte en 2018 con San Francisco.
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Aunque en el arranque de la Profesional no ha estado explosivo con el madero como el año pasado, que terminó a las puertas del título de bateo, el joven no se desespera. Tiene un promedio de .216 con ocho inatrapables en 37 turnos. “No tengo presión. Así es el juego. Pienso que jugar acá me ayudará mucho para llegar en una gran condición física al spring trainning. Tengo mucho que ganar”, dice el muchacho que evoluciona rápidamente sin olvidar su siguiente meta.
