En el discurso que pronunció el miércoles 8 de noviembre, conmemorando el 41 aniversario de la muerte de Carlos Fonseca Amador, Daniel Ortega elogió a los cardenales Miguel Obando y Leopoldo Brenes. Y al mismo tiempo insultó a monseñor Silvio Báez, el obispo auxiliar de Managua.
Daniel Ortega se declaró satisfecho con los cardenales, porque votaron en las elecciones municipales del domingo 5 de noviembre en las que Brenes inclusive bendijo a la candidata orteguista a alcalde de Managua. Pero por otra parte Ortega insultó a monseñor Báez, quien declaró públicamente que no iba a votar en “unas elecciones que brotan de un sistema como el que tenemos”. Báez aclaró que su abstención era una forma de votar por Nicaragua y una contribución “para construir una sociedad más justa y más democrática”.
Según Daniel Ortega, los cardenales Obando y Brenes votaron en esas elecciones calificadas como farsa electoral por una parte de la oposición, porque estuvieron en Nicaragua en la época de la guerra. En cambio, dijo el dictador, “ahora es fácil que unos que se la pasaron afuera todo ese tiempo vengan a hablar como los más bravucones y los más radicales”. Obviamente se refería a monseñor Silvio Báez, aunque no tuvo la entereza de mencionarlo por su nombre.
Es posible que monseñor Báez —un pastor con olor a ovejas, no con aroma del poder temporal—, no se sintiera ofendido por las palabras groseras de Daniel Ortega. El obispo Báez cumple con el mandato del profeta Isaías a los predicadores: “¡Cuidado!, no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar”. De manera que si lo insultan por decir la verdad, por denunciar la injusticia, por clamar por la libertad y abogar por una sociedad más justa y democrática, monseñor Báez no debe sentirse ofendido. Muy sabio es el proverbio bíblico que dice: “El insensato manifiesta su disgusto al instante, pero el hombre juicioso disimula el ultraje”.
Monseñor Báez ha dicho públicamente que está claro de que por sus orientaciones pastorales y su denuncia de la opresión y la corrupción, él no solo puede ser insultado sino también amenazado y agredido.
Después de la visita que hizo la Conferencia Episcopal de Nicaragua al Vaticano, en septiembre pasado, monseñor Báez reveló que el papa Francisco les dijo: “Ustedes ofrezcan su voz al pueblo, sean pastores, díganles la verdad, y díganles la verdad con mucha claridad, es decir, esto que está ocurriendo es injusticia, por esto y esto; según el Evangelio, según la doctrina de la Iglesia, esto es corrupción”. Y cuando el obispo auxiliar de Managua le comentó al papa sobre las posibles consecuencias que eso les podría traer, Francisco le respondió categóricamente: “Bueno, pues tené en cuenta que también hay que contar con el espionaje, con la persecución y con el martirio”.
De manera que monseñor Silvio Báez está claro de la situación y de los riesgos que corre por decir la verdad y clamar por la justicia. Nosotros, al expresarle al querido obispo nuestra plena e incondicional solidaridad, hacemos votos para que los insultos del dictador no vayan más allá de las palabras agresivas.