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Óscar Chavarría

Más vale prevenir que lamentar

En el mundo que hoy vivimos, podemos calificar a la gente como de insensatas o como de prudentes (Mt. 25, 1-3).

Decían los abuelos: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Necesitamos estar siempre con los ojos bien abiertos para que en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, todo marche como debe ser. Tenemos que ponernos “las pilas” y tenerlas bien cargadas.

Vivimos en una sociedad que no sabe, o no quiere ir por los caminos de una vida honrada, justa y solidaria, y cada vez abundan más los irresponsables a quienes no les importa para nada que esa vida se desarrolle de una manera digna para todos.

Estamos construyendo una sociedad en la que muchos nos lavamos las manos esperando solo a ver, si por casualidad, vienen buenos dirigentes políticos, sociales o religiosos que arreglen nuestros problemas, mientras nosotros nos dormimos como las vírgenes necias del Evangelio (Mt. 25, 5). Y, al contrario, necesitamos estar bien despiertos para que nuestros pueblos no caigan en manos de insensatos e irresponsables, a quienes para nada les importa el bien de los demás, sino solo el bien de sí mismos.

Los padres de familia necesitan tener “las pilas” bien puestas para no dormirse ante los posibles, y aún reales, riesgos culturales, éticos y económicos que hoy tienen que superar sus hijos en esta sociedad en la que a la juventud se le está abandonando y dejándole sin futuro. Así mismo, la Iglesia tiene también que tener bien prendidas “sus pilas” para que deje de vivir en las nubes y pise tierra haciendo su mensaje más creíble a los hombres de hoy. Como dice el refrán: “Más vale prevenir que lamentar”.

Jesús nos avisa a todos para que no caigamos en el sueño irresponsable de las cinco vírgenes necias e insensatas, sino en la responsabilidad de las cinco prudentes (Mt. 25, 1-13). El insensato es esa persona imprudente, necia, alocada, irresponsable e inmadura. El libro de los Proverbios dice que el “insensato”: desprecia la sabiduría (Prov. 1, 7), se goza con la maldad (Prov. 10, 23), se comporta como un loco en la vida (Prov. 26, 10).

Jesús, a su vez, llama insensato a quien no le importa arruinar su vida porque es incapaz de poner las bases en las que debe asentarla, que son los valores del evangelio porque “edifica su casa sobre arena” (Mt. 7, 26-27). Al irresponsable, al que no toma la vida con la seriedad que se merece (Mt. 24, -48-51). A los escribas y fariseos porque han invertido el orden de los valores dándole importancia a aquello que no la tiene y menospreciando aquello que es primordial (Mt. 23, 16-22).

El prudente, el sensato, es aquella persona que sabe qué camino tiene que tomar y se lanza a caminar por él; el prudente es esa persona que goza de sensatez, de cordura y de buen juicio, de responsabilidad. El prudente es responsable y por eso siempre está vigilante.

Para los Proverbios el prudente es sabio, (Prov. 10, 13). Sabe moderar sus palabras (Prov. 10, 19); sabe comportarse (Prov. 13, 16) y sabe aceptar cualquier corrección (Prov. 15, 5). Ya lo dice el refrán: “Solo el prudente es sabio”.

Jesús llama prudente a aquella persona que sabe escuchar la palabra de Dios y llevarla a la vida: “Quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente” (Mt. 7, 24-25). Por eso, Jesús termina la parábola diciéndonos: “Velen, pues, porque no saben el día ni la hora” (Mt. 25, 13).

El autor es sacerdote.

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