14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Masad Damha nicaragüense con raíces árabes es decano de una de las universidades más prestigiosas de Canadá. LAPRENSA/ CORTESÍA

Masad Damha nicaragüense con raíces árabes es decano de una de las universidades más prestigiosas de Canadá. LAPRENSA/ CORTESÍA

Un nica que hizo “química” en Canadá

El nicaragüense Masad José Damha llegó a Norteamérica para estudiar inglés, pero fue más allá. En Canadá se convirtió en un reconocido científico y decano de una de las mejores universidades de ese país

La primera vez que Masad Damha hizo un experimento químico fue cuando estaba en cuarto año de la secundaria. El hombre que le enseñó el amor por la química, su profesor el Hermano Cristiano Juan Antón, le dijo a él y a sus compañeros de clases que llevaran aceite vegetal porque en la tarde iban a hacer jabón en el laboratorio del colegio. Los experimentos científicos continuaron al punto que él ya no pudo salirse de ese mundo de la química.

“Me di cuenta que, además de ser fundamental, había una parte muy práctica en la química. Pude ver que tenía un beneficio, por ejemplo si íbamos a tener una farmacia o si íbamos a producir fármacos la química era importante”, confiesa vía telefónica desde Montreal, Canadá.

Lea también: La nica experta en cirugía robótica

Ahora es un reconocido científico que dirige un equipo de investigación en Canadá que elabora alternativas a los fármacos tradicionales que combaten enfermedades como el cáncer y enfermedades del sistema nervioso. También es decano de la Universidad McGill, esta es la tercera mejor universidad de ese país, y en Nicaragua, esta semana, será nombrado miembro de la Academia de Ciencias.

El inmigrante hijo de migrantes

Masad Damha Karam y Elena Nustas Ackle padres de origen árabe del profesor Masad. LA PRENSA/ CORTESÍA
Masad Damha Karam y Elena Nustas Ackle padres de origen árabe del profesor Masad. LA PRENSA/ CORTESÍA

Masad Damha nació en una mezcla de culturas y nacionalidades. Es nicaragüense porque nació y vivió en este país hasta los 18 años, pero también tiene raíces árabes porque su mamá nació en Belén, del lado palestino, y su papá en Libia. De allí su nombre.

En Managua creció en el barrio Las Palmas, junto a sus otros hermanos. Eran cinco y él era el de en medio. De niño mostró interés por la arquitectura, pero cuando se acercó a la química en el colegio no hubo quien pudiera sacársela de la cabeza. Fue tanto su interés que se inscribió en la academia de ciencias de su colegio. Allí enriqueció su conocimiento en esa área. Esto le sería clave años después en su carrera.

Al principio sus papás no estaban de acuerdo en que se dedicara a la química. Ellos eran comerciantes de telas y pretendían que él siguiera con el negocio. Y no eran los únicos, hubo muchos que le dijeron que de lo único que podría trabajar como químico era como maestro y él les refutaba diciendo que también podía ser investigador.

De Managua salió junto a su mejor amigo, Roberto Chávez, a quien el mismo describe como su “ángel de la guarda” —porque por él se animó a irse del país y él fue que le presentó a su esposa— a principios de 1978. Se fueron por una temporada rumbo a Canadá donde unos familiares, con la idea de ir por unos meses y perfeccionar el idioma inglés, pero cuando el conflicto que había por la revolución sandinista estalló en Nicaragua, él decidió quedarse allá e ingresar a la universidad.

Entrar a la facultad no le fue difícil. Poco a poco se dio cuenta que los ejercicios que hacía en la secundaria eran los mismos que los estudiantes de primer año de la carrera estaban practicando allí.
“Fue importante la educación que recibí en el colegio La Salle. Sin saberlo teníamos buenos maestros que hasta tenían doctorados. Cuando vine a la universidad de acá me di cuenta que los ejercicios que yo hacía en cuarto año de la secundaria los estaban haciendo aquí en primer año de la universidad”, confiesa Damha orgulloso.

Lo difícil para él fue el idioma, el clima y el cambio radical de cultura. Pues llegó a Quebec, provincia de Canadá, donde la mayoría de la población habla francés e inglés. Él, en ese tiempo, solo hablaba inglés.

Amor en el beisbol

El profesor Masad Damha junto a su familia. De izquierda a derecha su hijo Jean-Philippe, su hija Vanessa, su esposa Sylvie Coallier y sus hijas Melissa y Catherine. LA PRENSA/ CORTESÍA
El profesor Masad Damha junto a su familia. De izquierda a derecha su hijo Jean-Philippe, su hija Vanessa, su esposa Sylvie Coallier y sus hijas Melissa y Catherine. LA PRENSA/ CORTESÍA

Durante un juego de los Expos de Montreal, donde jugaba Dennis Martínez, Masad conoció a su esposa Sylvie, quien es canadiense. Se conocieron por cosas del destino pues ese día coincidieron en el estadio. A ella ni siquiera le gustaba el beisbol y en esa ocasión llegó porque unos amigos la invitaron. Después de ese encuentro iniciaron a conversar más y luego tuvieron un romance.

“Ella sabía español, pero nos comunicábamos en inglés. El problema fue cuando iba a conocer a sus papás porque ellos hablaban solo en francés y yo en ese tiempo no sabía ese idioma. Pero ya después que aprendí no tuve mayor obstáculo”, cuenta entre risas vía telefónica desde Canadá.

A Nicaragua regresó al año siguiente que entró en la universidad. Regresaba cada año de vacaciones y en 1981 trajo a su esposa, que en ese tiempo era su novia, para que conociera el país. Tres años después se casaron. Actualmente tienen cuatro hijos.

Carrera de científico

Masad Damha junto a el Hermano Cristiano Juan Antón, profesor de química que le dio clases cuando estudiaba en el Instituto Pedagógico La Salle. LA PRENSA/ CORTESÍA
Masad Damha junto a el Hermano Cristiano Juan Antón, profesor de química que le dio clases cuando estudiaba en el Instituto Pedagógico La Salle. LA PRENSA/ CORTESÍA

En la química Masad Damha encontró la pasión que tanto buscaba. Terminó la carrera Química Orgánica en la Universidad McGill y antes de graduarse le ofrecieron su primer empleo como profesor en la Universidad de Toronto.

Lea también: La jinotepina que dirige el Hospital de Massachusetts

“Que te den una oportunidad así es imposible en estos días. Es difícil ingresar como profesor sin estudios de posdoctorado, pero mi mentor Kelvin Ogilvie creía en mí. Él fue quien me dijo que aplicara a ese puesto”, afirma, aún sorprendido.

Después continuó con un doctorado y un posdoctorado hasta llegar a ser decano de su alma mater. Ahora tiene más de 25 años de trayectoria. Por ello confiesa que ahora que será miembro de la Academia de Ciencias de Nicaragua le gustaría aportar más a la educación dando charlas en los colegios.


Logros
  • Su carrera ha estado llena de logros y premios estos son algunos de ellos:
  • En el 2012 recibió el premio El Jubileo de Oro, de la reina Isabel II.
  • En 2011 el premio Leo Yaffe a la Excelencia Educativa.
  • En 2007 recibió el premio Bernard Belleau Award, de la Sociedad Canadiense de Química
  •  En 1999 recibió el  premio Mercl Frosst por investigación terapéutica otorgado por la Sociedad Canadiense de Química.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí