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Columna Competitividad Empresarial

Carlos R. Flores

¿Cantinfleando?

Las técnicas efectivas de presentación son totalmente dominables bajo una capacitación profesional. Cualquier persona promedio puede llegar a destacarse por comunicar convincentemente sus ideas a los demás

El presentador parecía un bistec de diez córdobas: puros nervios.  Estaba temblando y la lengua la tenía seca, costándole mucho articular palabras.  La audiencia lo notaba gravemente, pero procuraba ser piadosa. Dicho funcionario -ahora de alto nivel- había sido recientemente promovido desde un puesto técnico colateral, en donde no se requería tanta visibilidad, sino solamente preparar informes para una audiencia minoritaria.

Ben M, el novel presentador, empezó balbuceando, como si las palabras las expresara en un idioma exótico para él, transitando trabajosamente su atropellada exposición. Para quienes le conocían mejor, sabían perfectamente que era un cuasi-genio en la materia de su profesión, pero su némesis eran las presentaciones, las cuales las evadía abiertamente.

Durante su sesión fueron notorios el miedo escénico, los olvidos repentinos por la presión del momento, las caras de disimulada compasión de los colegas, las pausas fingidas para tomar agua, pero que eran más bien para agarrar aire y tratar de calmarse, fallas todas que calificaban como una desgracia total para cualquier presentador.

Aquellos en primera fila, se esforzaban discretamente para que el presentador les leyera el movimiento de los labios, ayudándole a completar las frases a Ben, quien después de cinco minutos, parecía ya haber vencido la inercia y el trauma inicial, yendo ahora tan fluidamente como puede moverse en invierno una carreta cargada, tumbándose de bache en bache.

En algún momento, el presentador expresó algunas frases que definen nítidamente lo que el diccionario de la Real Academia Española señala como cantinflear, sin cursiva ni comillas: hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia.

“Vamos pronto a ir almorzar, porque es importante que tengamos el estómago lleno para poner más atención, aunque después nos queramos dormir en la presentación, pero quiero enfatizar que eso sería muy justo también, ¿por qué no decirlo? Dormir una siesta es siempre bueno para la salud” – concluyó en uno de sus diversos giros cuasi-cómicos, que son circunstancias desfavorables en que los presentadores sin técnicas ni preparación correcta incurren, asumiendo que esta habilidad es un escurridizo talento privilegiado o un arte supremo, el cual no se puede aprender.

Las técnicas efectivas de presentación son totalmente dominables bajo una capacitación profesional. Cualquier persona promedio puede llegar a destacarse por comunicar convincentemente sus ideas a los demás.

Esta habilidad no es un adorno o una graciosa característica. De sus capacidades de presentación de ideas dependerá una miríada de logros o fracasos profesionales, desde vender iniciativas, convencer o no audiencias, comunicar, cambiar opiniones o percepciones, solucionar problemas, mediar situaciones difíciles, proponer mejoras, explicar proyectos, exponer asignaciones, solicitar fondos a inversionistas; entre una constelación de propósitos en los cuales exponer y convencer, son las armas principales para obtener planificadamente resultados positivos.

Algunos presentadores hábiles poseen todo un prontuario de técnicas para presentar, principalmente el conocimiento previo de la audiencia, debiendo detallarse en forma expresa, en papel y lápiz, los objetivos pretendidos, y a continuación, elaborar el resto de recursos requeridos, tales como el método o formato, la información clave a presentar, el lugar, los audiovisuales, y por supuesto, los mensajes claves que quiere usted que la audiencia no olvide, recomendando que nunca sean más de tres, ya que la mente en un ambiente típico de negocios, solamente recordará esta cantidad.

Usted no va a subir de nivel como presentador si se mantiene con la creencia invalidante que no tiene talentos innatos, o que eso no es para usted, porque lo que está en juego es demasiado importante para dejarlo de lado: su éxito o fracaso profesional. Prepárese competentemente.

*Director ejecutivo de Cambio Cultural Consultores

[email protected]

 

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