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movimiento 19 de Abril, Nicaragua, protestas
Mauricio Mendieta Herdocia

Solamente con unidad se podrá lograr el cambio

El egoísmo, los celos, los intereses personales y partidarios, la falta de democracia interna y de coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, han sido los factores que han llevado al descrédito, y a la falta de confianza y credibilidad en los partidos políticos de parte de la población.

La tradicional actitud de empeñarse algunos partidos de considerarse depositarios absolutos de representatividad, alegando ser mayoritarios y subestimando a otras organizaciones, han dado como resultado la formación de alianzas y supuestas unidades alrededor de un determinado partido o de una persona, teniendo como resultado final un sentido meramente táctico y un perfil estrictamente electorero, al no actuar en función del país.

La excepción histórica quizás fue la UNO en 1990, sin embargo, su visión cortoplacista y su falta de voluntad y compromiso con un proyecto político fue tan frágil, que una vez que llegaron al poder expiró y abrió paso a los censurables intereses y ambiciones personales y de poder de parte de algunos de sus miembros y al final se fragmentaron y se diluyeron.

La historia, que es fuente inagotable de enseñanzas políticas, nos señala con claridad que la unidad es totalmente factible de alcanzar y a un corto plazo, siempre y cuando se realice mediante un procedimiento diferente, asumiendo todos para lograrla una voluntad indomable, un firme compromiso con una propuesta de unidad y un sincero desprendimiento.

Su realización es un deber patriótico de las diferentes organizaciones y partidos políticos opositores al régimen, debiendo congregarnos todos con indiscutible espíritu unitario alrededor de un proyecto político que tenga un sentido programático y un carácter estratégico a corto, mediano y largo plazo, predicando con el ejemplo y pensando todos políticamente como nación, no como partido político, y comprometidos genuinamente con el país, para ser capaces de rescatar la credibilidad perdida en la política de parte de nuestra población, y demandar de ella su apoyo por una opción y alternativa distinta al orteguismo, para producir el cambio estructural deseado y poder establecer un nuevo orden en lo político, lo económico y lo social para construir un mejor país para todos, y fundar la república democrática que la mayoría de los nicaragüenses hemos anhelado.

La unidad debería ser una unidad incluyente y plural, con participación igualitaria de las diferentes organizaciones, mediante el establecimiento de una estructura orgánica, en la cual se encuentren representadas las diferentes corrientes de pensamiento político, para así formar una verdadera unidad nacional.

La unidad es la única forma viable y efectiva para enfrentar cívicamente al orteguismo. Si continuamos separados no tenemos posibilidad de conseguir el cambio que Nicaragua necesita para lograr un Estado de derecho, que es la base de sustentación para alcanzar una democracia plena, que nos asegure una estabilidad política duradera, y la seguridad jurídica indispensable para avanzar por el sendero del progreso, la paz, la convivencia, e impulsar un desarrollo económico sustentable, que sea en su expresión más genuina un plan de desarrollo social.

En su mensaje, del pasado 21 de octubre, la Conferencia Episcopal expresó que las condiciones actuales siguen siendo las mismas, y también nos dicen a todos los nicaragüenses, “que no esperemos llegar a situaciones extremas para despertar la conciencia de responsabilidad en las cuestiones políticas y sociales, que actuemos con responsabilidad y recuperamos la baja estima que siente la población por la política”, e invita a la población a que deje de ser espectadora política y se convierta en protagonista.

No permitamos que nuestra población se desmoralice. Renovemos la esperanza en nuestros conciudadanos construyendo una unidad auténtica, que tendría por ser diferente y novedosa, una indiscutible e histórica naturaleza, que representaría el primer paso y condición imprescindible para luchar por el cambio.
Seamos como dijo Rubén “un solo haz de voluntades de energía ecuménica”.
El autor es médico.

Opinión Elecciones municipales Nicaragua archivo
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