Yo fui de los que fueron a votar cifrando mis esperanzas en que por esta vez, con la observación internacional de la OEA y con una coyuntura internacional desfavorable, a las puertas del Nica Act, el gobierno de Ortega a través de su cuestionado Consejo Supremo Electoral (CSE) no se atrevería a hacer un fraude masivo.
En cierta forma estaba en lo correcto porque no hubo un fraude masivo, sino selectivo, porque ha quedado evidenciado, a la luz de los resultados finales, que en al menos siete municipios el FSLN cometió un fraude con pluma, alterando las actas en los Centros de Cómputo Departamentales, agregando un número mágico en muchas Juntas Receptoras de Votos (JRV) al FSLN que convirtieron una derrota real y clara en una fraudulenta victoria a mano alzada.
No tenían necesidad de robar, porque ciertamente ganaron limpiamente en la mayoría de los municipios del país, pero robaron con la pluma alzada, quizás por la fuerza de la costumbre dirían algunos, o porque querían dar la impresión o acariciar la ilusión, de que estaban ganando aún en territorios tradicionalmente contras, donde nunca lo habían logrado.
Tal como señaló la presidenta de Ciudadanos por la Libertad (CxL), Kitty Monterrey, el pasado sábado en conferencia de prensa, cuando se conoció que el CSE no dio lugar a los recursos de revisión presentados por este partido, bastó el uso de un barato lapicero para alterar burdamente las actas de la “Ruta del Río” en San José de Bocay, para sumarle 1,550 votos al FSLN y en el caso de El Coral le sumaron a mano alzada 300 votos al FSLN y con la misma mano, le restaron 399 votos a CxL.
Este fraude es fácilmente verificable, porque esta vez se cuenta con todas las actas firmadas, incluso por los fiscales del mismo FSLN, y sumadas estas actas, le dan la victoria ampliamente al Partido CxL en estos dos municipios, donde el fraude es más evidente.
Ante este fraude inaudito a “pluma alzada” en El Coral y San José de Bocay, el CSE quiso también repartir fraude a CxL como para calmarlo por el robo descarado. Es el caso de San Pedro de Lóvago en donde el Partido CxL no tiene todas las actas y el PLC, que sí las tiene, logró demostrar que los resultados fueron alterados.
Pero a pesar de que el CSE le está dando la victoria en este municipio chontaleño al Partido CxL, en un ejemplo democrático inédito, que sienta precedente en la historia política de Nicaragua, este partido no acepta una decisión que no está sustentada por los votos en ese municipio: “No se puede aceptar una Alcaldía por el despojo de otras”, señaló Monterrey, quien instó al alcalde de CxL designado, a no asumir su puesto. Por eso se presentó un escrito ante el CSE exigiendo que se revisaran los resultados en dicho municipio, pero el CSE también se negó a hacerlo.
Otros dos municipios en donde se violentaron los procedimientos, se abrieron las urnas y se negaron a anular las JRV que fueron manipuladas en forma ilegal, fue en Paiwas y San Miguelito. En estos dos municipios ganaron claramente los candidatos de CxL, pero fueron despojados de su triunfo mediante el uso de procedimientos fraudulentos en los centros de cómputo departamentales.
Quienes crean que ahora está justificado su llamado a la abstención, el grupo FAD-MRS, se equivocan completamente porque con una participación masiva no se la hubieran podido robar en los municipios en cuestión, o el fraude hubiera sido tan masivo, que las sanciones hubieran sido inmediatas.
Por otro lado, solo participando se puede demostrar que hubo fraude, o que las elecciones fueron limpias. Y si el fraude es recurrente, como pronosticaron algunos, pueden esperarse consecuencias, como seguramente las habrá esta vez.
La denuncia sustentada con las actas de un fraude selectivo mediante “la pluma loca a mano alzada” de los sectores de la oposición moderada que fincaron sus esperanzas en que este proceso sería transparente —y en algunas facetas lo fue— tendrá sus consecuencias, pero ninguna es derivada de la abstención como forma de protesta.
El autor es periodista, exministro y exdiputado.