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Alexis Argüello, boxeo, título mundial de boxeo

Esta fue la portada de LA Prensa del 23 de noviembre de 1974. LAPRENSA/ARCHIVO

La crónica del día que Alexis Argüello ganó su primer título mundial de boxeo en 1974

Hace 43 años, el tricampeón Alexis Argüello logró su primer título mundial frente al mexicano Rubén Olivares. Así contó su triunfo LA PRENSA

El 23 de noviembre de 1974, el tricampeón nicaragüense Alexis Argüello logró su primer título mundial frente al mexicano Rubén Olivares. Esta es la crónica publicada en LA PRENSA un día después.

¡Los mariachis callaron!

“Que digan que estoy dormido, y que me traigan aquí, México lindo y querido… si muero lejos de ti”.

Al mismo momento del décimo tercer round. Los mariachis callaron. Un magistral gancho de zurda, tan contundente como sorprendente disparado por Alexis Argüello, tumbó a Rubén Olivares en forma espectacular y el Forum pareció venirse abajo.

Ahí estaba la oportunidad dorada, y el nica no la dejó escapar. Desde Genne Tuney hasta nuestros días el boxeo no recuerda otra cuenta más larga que la recibida por Olivares en su primera caída.

El mexicano logró incorporarse pero parecía estar parado sobre una nube de algodón. El refereé todavía ayudó un poco más. Tardando un mundo en acomodarle el protector bucal al campeón pero ya la izquierda de Alexis le había abierto de par en par las puertas de la fama, y el nica culminó su obra como solo pueden hacerlo los grandes pegadores: exhibiendo un solo golpe noqueador único y un sentido de remate del remate admirable.

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Apenas recuperaba la vertical, Oliveras sacando fuerza de flaquezas, fue encima del retador. Pero sus movimientos eran los de una autómata, que bajo los efectos penumbrales del subconsciente se lanza al suicidio. Los puños del nica se movieron como aspas, encontraron el blanco propicio, y una derecha ascendente que sacudió la cabeza de Rubén, le permitió a Nicaragua la conquista del primer campeonato mundial de boxeo de su historia por medio de un flaco explosivo llamado Alexis Argüello.

Comienzo promisorio

Todo lo ocurrido nos vuelve de golpe al repaso casi fantasmal de lo que vivimos. Argüello tuvo un inicio promisorio, con su zurda en punta fue marcando el ritmo del combate durante los tres primeros asaltos cuando Olivares todavía no encontraba la fórmula para penetrar entre la guardia del pinolero.

Era el sistema esperado. El campeón peleando en retroceso ante sus claras desventajas de estatura, potencia y alcance, y el retador hacia adelante, a la caza, con la izquierda bien extendida y la derecha amartillada, allí estaba el juego del gato con el ratón, y todo parecía indicar que le nica manejaría el combate a su gusto y antojo prevaleciendo en la media distancia y esperando la oportunidad para descargar el golpe decisivo.

Pelea cambia

En el sexto asalto la pelea cambia bruscamente: Olivares sale decidido a arriesgarse, y sobre el medio round le roba la iniciativa al nica y se lo lleva por delante con una serie de formidable combinaciones. En el contragolpe, Alexis logra hacer un corte en la ceja izquierda del campeón, pero este se marcha a su esquina teniendo ya en su poder la receta para comenzar a penetrar entre la guardia vulnerable del nica.

Y a partir de ese instante el combate toma un ritmo violento y sostenido. Aparece Olivares en todo el esplendor de su grandeza y logra achicar los espacios y descargar sus puños con una furia casi homicida, y recibe y aguanta y riposta y ya al frente y comienza a apabullar con una serie de ganchos y cruzadas y llega el silencio para los aficionados nicas, y estallan de júbilo los aztecas con su ensordecedor México… México… México… en un impresionante espectáculo.

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Es el decimo asalto, y angustiosamente, vemos pararse al nica después de recibir un gran gancho abajo y un cruzado arriba. Lo vimos agarrotado, sin coordinar su trabajo de brazos y pies. Olivares se mostró como un contra golpeador fuera de serie y demostró su excelente estado atlético y su incaudicable capacidad espiritual, corriendo al nica por todo el ring y arrinconándolo contra las sogas. De pronto, en la mente de todos nosotros, apareció el fantasma de Panamá y el recuerdo de los últimos rounds del combate con Marcel. Olivares era el absoluto dueño de la situación. De antemano se sabía que era un boxeador de crecimiento lento, pero una vez se acomoda en combate, difícilmente pierde la línea. Estaba golpeado muy bien al cuerpo estaba soportando con frialdad las arremetidas cada vez más esporádicas de Alexis, estaba manejando los ganchos con una soltura admirable en los pasajes de la pelea en corto y estaba exhibiendo dos atributos muy importantes: precisión y corazón.

Un milagro

Sólo quedaba el milagro de una mano. Y si alguna virtud tuvo Alexis aparte de su prodigación asombrosa y su aguante de roca, fue su calma para no desesperarse en la búsqueda del nocaut. Se resignó a soportar estoicamente el castigo a lo que estaba sometiendo el campeón, y cuando se presentó la oportunidad definió el combate con una potencia demoledora sacando a relucir su golpe de martillo desnudado en su incipiente tecnicismo, Alexis se concentró en el golpe de nocaut. No fue un golpe de suerte como apunta Pancho Rosales, muchas veces el nocaut se busca esperando, y esto fue lo que hizo Argüello desde el mismo momento en que se dio cuenta que la pelea la tenía irremisiblemente perdida. Esto es desde el decimo asalto.

Vuelve de las cenizas

En el round 13, el flaco volvió de las cenizas para ganar el título mundial. Olivares salió a seguir trabajando sobre la humanidad del nica, éste ripostó débilmente y Rubén fue a las sogas. Alexis no lo siguió y el mexicano fue de nuevo al frente con la derecha abajo. Era el momento. La zurda del nica en forma de gancho partió veloz y con una carga extra de dinamita. Alexis puso en ese golpe alma, corazón y vida, y el impacto en el mentón del campeón fue impresionante.

Era golpe de nocaut, todo el estadio lo sabía, pero al refereé se le olvidó el orden de los números y se detuvo en ocho. Esto fue un respiro para Rubén aparentemente, pero en realidad solo sirvió para alargar su agonía.

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El azteca, valiente entre los valientes, mostrando un corazón de héroe, pero no el alma de un hombre prudente, se lanzo abiertamente, temerariamente, suicidándose al ataque, y murió lejos de su México lindo y querido.

Los mariachis callaron… pero no quedó duda: habíamos visto un combate electrizante que tuvo de todo: combatividad, intensidad, emoción, drama y suspenso. Qué más se podía pedir. Olivares ganaba tranquilamente hasta el 12 asalto, pero inesperadamente un gato negro pasó por delante de él, se descuidó y Argüello hizo explotar su puño izquierdo en la mandíbula del campeón para arrebatarle la corona, no ganó el mejor, ganó el más fuerte pegador y el más fuerte aguantador de los dos, y en estos aspectos Argüello no es segundo de nadie en la división de las 126 libra, Olivares entregó su corona demostrando que es un súper campeón. Ayer, en la hora triste de la derrota, Olivares nos pareció más grande que en el momento sublime de la victoria.

¿Rubén Olivares derrumbado?

Los miles y miles de nicaragüenses que presenciaban por televisión el combate por la corona pluma de la AMBentre el nicaragüense Alexis Argüello y el mexicano Rubén Olivares, se pagaban a la pantalla para verificar en cuestión de segundos si efectivamente era el discutido “Púas” en que había caído. A esas alturas si se pensaba en una caída solo la imagen de Argüello, desconcertado falto absolutamente de distancia ya merced de la técnica y experiencia del mexicano, aparecía en la mente de los espectadores nicaragüenses. Sin embargo, era cierto. Ahí estaba Rubén en el suelo y el referí dándole un sospecho sobre tiempo para la cuenta reglamentaria.

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Los que conocen a Olivares sabían lo que seguiría. El azteca ya tiene acostumbrado a su público a esas caídas y su levantada feroz. Cumplió lanzándose sobre Alexis como si fuera él fuera el rematante. La historia tendría esta vez un final diferente Un fuerte cambio de golpe y la derecha del nicaragüense estallando en el rostro del mexicano quien viajó a la lona y su corona rodó hasta la esquina de su adversario.

Los gritos de los nicaragüenses lograron al fin sofocar las “porras” de la infinitamente superior barra de Olivares. Los gritos de “Alexis campeón, viva Nicaragua”, salían nítidos sobre el silencio de miles de bocas abiertas que aún no salían de su asombro.

Era verdad, el nicaragüense le daba a su patria y a la patria grande centroamericana, el primer Campeonato Mundial de Boxeo.

Una historia muy diferente

Todos los pronósticos, saturados de un irracional optimismo sobre la supuesta amplia ventaja de Alexis sobre Olivares, se habían venido al suelo hasta el round número 12. Al final de este último asalto nadie daba un centavo por la victoria del nicaragüense.

Olivares, con más clase, con clase de legitimo campeón, había destruido por completo los socorridos los argumentos de la altura, alcance y pegada de Alexis.

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El mexicano se metía bajo la guardia del nica, cuando le daba la gana, exceptuando por supuesto los primeros rounds en los que se mantuvo a prudente distancia de los puños del “flaco”.

Alexis ganó y ganó bien. El coraje de Olivares buscando el combate cuando solo tenía que boxear un rato más para llevarse la limpia victoria, desató el electrizante final.

La movilidad de Rubén, su cintura, su habilidad, su torrente impetuoso habían apabullado al nicaragüense, quien sin embargo ratificó al final, lo único cierto que de él se había dicho: la potencia narcotizante de sus puños.

¿Qué le han enseñado?

Para Alexis es la hora feliz. Ahora es el que manda en la división y los dólares le llegarán, al menos para un par de peleas como mínimo, en cantidades insospechadas.

Pero los que vieron la pelea se preguntan: ¿qué es lo que le han enseñado de nuevo? Y más terminante aún.

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¿Es posible en realidad enseñarle a boxear cómo a un Olivares, o como un Marcel, o un Leonel Hernández? Para ambas preguntas la mayoría de las respuestas son un no rotundo.

Alexis seguirá peleando como él ha sabido hacerlo. Corriendo el riesgo de sufrir humillaciones como la de Panamá y la que le estaba haciendo Olivares y confiando siempre que en un momento dado, sus fuertes descargas echen al más pintado de los boxeadores.

Un punto final muy importante

Nicaragua tiene un campeón mundial. Repítase bien: Nicaragua y no ninguna persona particular. Son muchos los rumores que corren sobre una persistente utilización del nombre para fines politiqueros. Los nicaragüenses no están dispuestos a permitirlo. La popularidad de un atleta no es de su pertenencia, es de todo un público que lo aclama y ese público no es rojo ni verde ni amarillo.

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Deben meditar muy bien los que han pensado amalgamar la hazaña de Alexis, con otras motivaciones ajenas al deporte. Tenemos un campeón mundial. ¡Bravo por él! ¡Ojalá le dure muchísimos años para bienestar de los suyos y gloria de Nicaragua!

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