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Según fuentes policiales, por órdenes superiores los antimotines permanecían este jueves en diferentes calles de Rancho Grande. LA PRENSA/CORTESÍA

Policía mantiene hostigamiento en Rancho Grande, Matagalpa

La presencia policial y militar arreció el fin de semana anterior, cuando el Consejo Supremo Electoral ratificó los resultados de las recientes elecciones municipales, calificadas como fraudulentas por la oposición.

El sacerdote Pablo Espinoza, titular de la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en el municipio de Rancho Grande, en el departamento de Matagalpa, volvió a denunciar que en este lugar continúa el amplio despliegue policial y los uniformados “siguen molestando a la pobre gente”, incluso, reteniendo a miembros del movimiento laical Acción Católica.

Asimismo, según el religioso, aun sin ser de la Dirección de Seguridad de Tránsito, los policías retienen principalmente a los motociclistas, “les inventan algo ahí, multas altas, caras, de 500 (córdobas) para arriba y los atemorizan (diciéndoles) que si no pagan se vienen los vehículos para acá a Matagalpa”.

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“Son como mordidas y después ellos se burlan y dicen: ‘Si no, no comemos porque aquí nadie nos da de comer en Rancho Grande’”. Y algunos de los afectados llegaron a hablar conmigo ayer (el viernes 24 de noviembre) y qué bueno que me está entrevistando para denunciar eso, porque esto lo lee en LA PRENSA doña Aminta Granera (jefa de facto de la Policía), que ponga el orden…”, agregó el religioso, quien este sábado participó en la ordenación del nuevo sacerdote Erick Díaz, en la catedral San Pedro Apóstol, en Matagalpa.

El padre Espinoza insistió en que los policías “están recurriendo a multar a los motorizados, inventándoles cualquier infracción que no han cometido, porque no tienen qué comer en Rancho Grande. La gente es muy buena en Rancho Grande, pero con el comportamiento que han tenido, ¿quién les va a dar de comer? Yo sería el primero que les diera de comer, pero me siento afectado también”.

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Tanto el sacerdote Espinoza como el obispo de la Diócesis de Matagalpa, han abogado por la desmilitarización de Rancho Grande, para que la población pueda volver con “normalidad” a sus labores rutinarias.

La presencia policial y militar arreció el fin de semana anterior, cuando el Consejo Supremo Electoral ratificó los resultados de las recientes elecciones municipales, calificadas como fraudulentas por la oposición.

“Es fuera de orden estar llegando a esta situación, a la pobre gente no la dejan trabajar, indicó el padre Espinoza, contando que los policías requisan a todos los que pretenden ingresar al casco urbano, registran vehículos de transporte colectivo y “es una ingratitud, una injusticia fuera de todo derecho”.

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Por su parte, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, ratificó su llamado a las autoridades superiores de la Policía Nacional para que “por favor retiren todo exabrupto de antimotines y policías que existe actualmente en este municipio”.

“Espero que esta petición sea escuchada y que se deje vivir en tranquilidad y en paz a Rancho Grande”, clamó el obispo, después que presidió la misa en la que ordenó al nuevo sacerdote Erick Díaz.

Sin voluntad de diálogo

Para lograr la desmilitarización en Rancho Grande, el sacerdote Espinoza se ofreció como garante de un diálogo al que él mismo convocaría; sin embargo, este sábado el religioso dijo que en la Policía local “están negativos porque dicen que ellos están cumpliendo órdenes desde arriba, entonces así no se puede hacer nada y si no son amantes del diálogo, ¿qué se puede hacer? Yo como autoridad me siento solo, porque ellos deberían buscar una solución en bien del municipio”.

En tanto, el obispo Álvarez apuntó que “siempre, para que haya un mediador o un garante en un diálogo tienen que estar de acuerdo las dos partes. Como Diócesis le damos nuestro apoyo total al padre Pablo Espinoza, que es el párroco de este municipio, por supuesto que confiamos en sus buenos oficios”.

“Como iglesia siempre hemos estado y vamos a estar abiertos y dispuestos a ser instrumentos de pacificación, una paz con justicia, una paz que garantice el progreso y desarrollo, el bienestar de la población, de tal forma que por supuesto, nosotros como Iglesia en Matagalpa siempre estaremos en la buena disposición de ayudar en lo que esté de nuestra parte y si así nos lo piden para crear puentes y para que podamos entender todos que en medio de las diferencias podemos ser hermanos”, concluyó el obispo.

Situación casi de “espanto”

Según el obispo de la Diócesis de Matagalpa, Rolando José Álvarez Lagos, no solo el párroco Espinoza le ha contado lo que viven en Rancho Grande, sino que miembros de los distintos cuadros pastorales y líderes de movimientos religiosos, quienes “me han transmitido el estado de zozobra, de miedo, casi de espanto que se está viviendo en Rancho Grande por esa militarización en la que se encuentran, esa situación en la que se les requisa tanto a nivel individual como en sus propios hogares, no solo en la cabecera municipal, sino también en las comunidades”.

“Honestamente no entendemos las razones y las causas por las cuales esto está sucediendo en Rancho Grande”, señaló monseñor Álvarez.

Departamentales Aminta Granera Matagalpa Rancho Grande archivo

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