La profundidad del ataque del excampeón Byron Rojas estuvo ahí, con extendidas combinaciones y empuje, pero la necesidad de una pegada robusta también dijo presente.
Si bien es cierto que por momentos la cabeza de Omar Ortiz bailoteaba al ritmo de los golpes de “El Gallito”, mostrando un dominio indiscutible, la idea de que el matagalpino derribe con puños cargados de pólvora, permanece como una deuda pendiente.
Dicen que con pegada se nace, y no parece ser este el caso de Rojas, pero el trabajo dirigido debe llevarlo a un crecimiento más notable de esta facultad, lo que bien le permitiría simplificar los combates, y no caminar la milla extra, como sucedió con Ortiz la noche del sábado, al que derrotó por decisión unánime.
De la mano de Hernández
Entre un combate y otro, los progresos deben ser notables, sin que importe el rival. A las puertas de otra batalla de título del mundo, que debe darse en el primer semestre del 2018, Rojas ha ido mejorando, absorbiendo más trabajo en el gimnasio, ahora de la mano del entrenador Wilmer Hernández, pero esa sigue siendo su espina en el zapato.
Ortiz se presentó con valentía en el ring, y no rehuyó al intercambio con el excampeón, por eso se tragó en repetidas ocasiones la izquierda al cuerpo y al mentón, mientras que el recto de derecha cerraba la faena de castigo de Rojas, que debería despojarse del planteamiento de anclarse en el centro del ring, y ejecutar más los pasos laterales.
“Ya el lunes regreso al gimnasio porque volveré a pelear en diciembre, no debo descuidarme, la oportunidad de mi vida contra Knockout CP Freshmart sigue estando frente a mí y no deseo tirarla a la basura”, señaló Rojas.