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José Luis Velásquez, exembajador de Nicaragua en la OEA, hace un análisis del panorama político con la OEA. Ya pasaron las elecciones municipales y la Nica Act está en proceso de ser aprobada o denegada. Qué opina el exembajador de Nicaragua en la OEA. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.

José Luis Velásquez: “Ortega ganó tiempo y OEA perdió integridad”

El exembajador de Nicaragua en la OEA analiza la observación internacional en las elecciones, la situación de Venezuela y el panorama político del país.

Casi un mes después de las elecciones municipales, José Luis Velásquez, exembajador de Nicaragua en la OEA y doctor en Ciencias Políticas, asegura que el informe que brindó la OEA después de la observación electoral es irrelevante. Que tras él, el Gobierno ganó tiempo y la Organización perdió credibilidad.

En esta entrevista, Velásquez analiza la observación de la OEA, el futuro de la Nica Act, la imagen que tiene Nicaragua internacionalmente y el futuro político del país. Él desearía que Ortega pudiese dejar el gobierno por la vía electoral, pero con tanto desprestigio del voto, también lamenta que el pueblo tenga que levantarse en otra rebelión, como en los años 70.

¿Cómo evalúa usted el trabajo de la OEA en las elecciones pasadas?

El trabajo de la OEA, visto desde la perspectiva de una observación electoral, es un trabajo de carácter impecable. Todo está en su lugar, vinieron los observadores tal como se planeó, observaron en los lugares es que estaban supuestos a observar, hicieron su informe y se fueron. Pero eso no responde a la pregunta de si el informe es un informe relevante o irrelevante. Y es un informe que es irrelevante por tres cosas: el proceso que se ha venido siguiendo con la OEA es un proceso que ha sido secretivo. La información que debe ser pública, no ha sido pública. En segundo lugar, es un proceso que se hizo extemporáneamente, no se contó con el tiempo suficiente para poder realizar las actividades que estaban planificadas. Esto necesitaba por lo menos de seis meses para poder realizarse. Y en tercer lugar, la falta de idoneidad del jefe de la misión que vino, que fundamentalmente se encontraba ya participando en otros episodios que fueron considerados fraudulentos en las elecciones pasadas. El otro asunto importante es el siguiente: este no es un proceso de observación electoral normal. Fue un proceso de asignación de cargos públicos por medio de la autoridad ilegítima que gobierna el país. Y se está llamando a este proceso de observación para legitimarlo internacionalmente. Por eso es que el resultado del informe electoral es irrelevante.

¿Cuánto le beneficia a Daniel Ortega que la OEA no haya dicho nada relevante sobre las elecciones?

Le beneficia porque le permite ganar tiempo. Ortega ha logrado ganar tiempo en este período y básicamente enmarcarse dentro del rango de tiempo que ha establecido la OEA de los supuestos tres años que hay de aquí hasta que se realicen las elecciones del 2021. Entonces él ganó tiempo, pero perdió legitimidad, porque en todo caso, el informe final que rinda la misión que vino no va a tener ningún impacto. Y lo que queda al desnudo es la naturaleza arbitraria de cómo se ejerce el poder en Nicaragua y que se ha perdido el sentido de un proceso electoral que produzca un gobierno legítimo.

¿Y la OEA no pierde credibilidad?

También la OEA pierde credibilidad. Porque ha estado manejando un discurso y un estándar para el caso de Venezuela y otro para el caso de Nicaragua. Entonces, ¿dónde estamos? ¿Cuál es la integridad? Aquí la OEA ha perdido integridad en el ejercicio de sus funciones. Esto crea un muy mal precedente para la organización.

¿Por qué cree usted que se maneja un doble discurso para el caso de Venezuela y Nicaragua?

Yo creo que tiene que ver mucho con Almagro. Almagro por un lado ha tenido un enfrentamiento muy fuerte con Maduro. Pero por el otro lado, con Ortega, Almagro ha mantenido los requisitos diplomáticos de un trato. Al no caer en una confrontación directa, Almagro le ha concedido a Ortega el beneficio de la duda. Y esto está relacionado también con estos funcionarios que ahora están en la OEA. Ellos provienen especialmente del cono sur y en el cono sur vienen surgiendo o han surgido de las ideologías de izquierda moderada, como es la socialdemocracia, el radicalismo, y el socialismo que hay en el cono sur y especialmente en Uruguay. Entonces estos señores ven a Ortega como que es una de las grandes figuras revolucionarias y como ellos no han podido hacer eso en sus lugares, entonces le guardan una pleitesía que no deberían de rendirle.

¿Qué tan legítimo o válido puede ser un informe de la OEA si hay cosas que no vio? Los opositores denunciaron fraude y manipulación en las actas y todo eso pasó cuando se fue la misión.

Y tampoco lo quiso ver. Porque el proceso de observación tiene tres momentos: previo, que como te digo, debió haber sido con seis meses de anterioridad; en el momento en el que se realiza la elección y en el proceso posterior a la elección, que se debe terminar de observar hasta que los resultados quedan totalmente aceptados por las partes que han participado en el proceso electoral. Y aquí ellos, el mismo día que terminó la elección hicieron un informe apresurado, lo presentaron y se fueron de Nicaragua, lo cual les impidió ver y constatar las arbitrariedades que han continuado sucediendo y que se mantienen hasta el día de hoy.

¿Qué va a pasar con la relación con Estados Unidos? Se supone que ellos están trabajando con la OEA con el asunto de la Nica Act. ¿Cómo va a quedar Nicaragua ante Estados Unidos después de ese informe de la OEA?

Estados Unidos no lo podemos ver como una unidad. Hay muchos sectores que participan en la formación de la política exterior de los Estados Unidos. Y lo que hemos estado viendo es que la política exterior de Estados Unidos está tremendamente fraccionada, no tiene foco. Trump no ha dado pie con bola en todo esto; dice una cosa, otras partes de su administración dicen otras. Lo que sí hay que tener por cierto es que el sector del Congreso donde participan los cubanoamericanos como Ileana Ros-Lehtinen, el senador Rubio, el senador Ted Cruz, ellos están dándole seguimiento muy cercano a la situación de Nicaragua. Y por eso son ellos los que impulsan la llama Nica Act. Y, por cierto, al no obtenerse resultado con la observación de la OEA y resultara un informe irrelevante, ellos van a retomar el proyecto de Ley para imponerle sanciones al gobierno de Ortega.

O sea, ¿el informe de la OEA no se va a tomar muy en cuenta?

No, no se va a tomar en cuenta. Y por eso es que, ellos van a decir: “Bueno, aquí no hay más que impulsar la sanción”.


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¿Por qué usted cree que Penco no era la persona idónea para ser jefe de misión de la observación de la OEA?

En los otros casos, cuando él vino dentro de este otro cuerpo que organizó Roberto Rivas, vino y dijo que en el proceso del año pasado y el año anterior, todo había sucedido perfectamente de acuerdo con las leyes de Nicaragua. Y que el proceso electoral había sido limpio y aceptable.

Se supone que hay un memo entre el Gobierno de Nicaragua y la OEA durante los próximos tres años y que este es el primer paso ¿qué espera usted en estos años que siguen?

Si al país no se le da una salida política para resolver los problemas que hay, lo que va a suceder es que los problemas se van a agravar, como lo estamos viendo en este momento. El Gobierno, después de las elecciones, ha dado dos respuestas en dos sectores básicos: el primero en el sector de los impuestos. Viene a incrementar la carga impositiva sobre la clase media de Nicaragua, que es la única que paga impuesto, porque este gobierno es un gobierno para los muy ricos y para el lumpen. Va a incrementar, como vimos ese anteproyecto de Ley para incrementar el impuesto y el sticker de rodamiento. Todo eso viene. ¿Qué otra cosa hemos visto? Alzas de precios aceleradas, especialmente en lo combustibles y la comida. ¿Qué más estamos viendo? La represión. Hemos visto que los muertos no cesan de llegar, el Ejército cada vez más implicado en la represión y la Policía convertida en un instrumento de recaudación fiscal de multas. ¿Esto qué es lo que va a hacer? Va a provocar la radicalización de la clase media, como sucedió en 1977, después del terremoto de 1972. Por el lado de la parte externa, las presiones internacionales se van a incrementar. Porque no solamente es la antipatía que tiene este sector de los cubanoamericanos que están en el Congreso y el departamento del Tesoro de Estados Unidos, sino también la animadversión que produce la presencia rusa en Nicaragua, que pone al país dentro de un grupo de países no amistosos de Estados Unidos. Esto va a hacer que las presiones externas se acentúen. De todos modos, la Nica Act no es muy relevante porque existe aquella Ley que está aprobada, que sanciona a los que estuvieron de acuerdo con la secesión de Abjasia y de Osetia del Sur. Y con solamente el ruido que produce la tensión entre Estados Unidos y Nicaragua, eso va a ser un disuasor, para los inversionistas que quieran venir a Nicaragua. Aquí, lo mejor que le puede pasar al país es que el señor Ortega se convenza viendo lo que le está pasando a su colega Mugabe en Zimbabue, que quiso imponer a su mujer como su sucesora y nadie lo aceptó. Viendo ese ejemplo, Ortega debería recapacitar y no seguir impulsando al país al despeñadero del conflicto, que es en lo que siempre terminan los problemas en Nicaragua.

Un sector de la oposición tenía esperanzas en la observación y el informe de la OEA, pero usted dice que no va a ser relevante. ¿Qué esperanza tiene ahora el país?

En la movilización interna de los nicaragüenses. Tenemos que empezarnos a movilizar. La OEA en todas las situaciones históricas que hemos tenido en el pasado reciente nos ha ayudado mucho, pero no es la que define las situaciones históricas. Lo que define las situaciones históricas es la participación popular. Y como yo te digo, este pueblo, aunque sea dolorosamente por vía de la represión y de la imposición, va a ir despertando. El problema es que estos despertares muchas veces se transforman en rebeliones, son despertares eruptivos. Y eso es lo que deberíamos de evitar, porque un estallido social nuevo en Nicaragua nos va a perjudicar a todos.

José Luis Velásquez tiene un doctorado en Ciencias Políticas y fue embajador de Nicaragua en la OEA. LA PRENSA/ Óscae Navarrete

¿En este momento cuál es la imagen internacional que tiene Nicaragua?

Tiene una imagen doble. Porque, frente al desorden que se cierne en los países especialmente del norte de Centroamérica, el caso de Guatemala, Honduras y El Salvador, Nicaragua se ve como una isla de paz. El Gobierno vende la idea de que aquí hay ocho asesinatos por cada cien mil habitantes. Todo ese discurso que habla de la seguridad interna del país, de la seguridad ciudadana, se está terminando, porque hemos visto también un aumento del crimen organizado en el país. En el norte, se ve a Nicaragua con esa visión.

¿Cree que en algún punto Nicaragua pueda llegar a convertirse en Venezuela?

Sí, es muy posible que la situación evolucione a una situación del tipo de Venezuela, porque aquí siempre se cierra el círculo de la violencia. Siempre llegamos a la creación de un orden excluyente que solo es para un pequeño grupo, los excluidos se rebelan y después el hombre fuerte reprime y empieza el ciclo de represión, rebelión y eso nos lleva a cerrar con la guerra civil y con las intervenciones extranjeras en nuestro país. Desde nuestra independencia, hasta el día de hoy, es un ciclo que se viene repitiendo cada determinado período de tiempo.

¿En algún momento la OEA va a tener mano dura con Nicaragua o es necesario llegar a una situación como la de Venezuela?

Ahora estamos viendo que en derechos humanos la OEA nos puede ayudar muchísimo. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha tenido pendiente una visita a Nicaragua, que no se ha realizado. Pero sí, con todos estos hechos que están ocurriendo de violencia, estoy seguro de que el interés por estudiar las violaciones de derechos humanos, se va a acentuar en Nicaragua. Entonces, en eso la OEA sí nos puede ayudar mucho. Tarde o temprano estos problemas van a llegar a ser tratados a este nivel.

Pero en estas elecciones hubo opositores muertos, no hay ni un detenido por esos delitos y la OEA no se pronunció al respecto.

Y grave también son los niños muertos también por el Ejército. Eso es algo que es muy grave, porque estamos pasando a una nueva etapa. Porque hasta ahora el Ejército no había estado implicado en evidentes violaciones de derechos humanos, pero con estos hechos sí. Aparece una implicancia muy fuerte y se ve que se está envolviendo profunda y rápidamente en la represión. ‘

¿Espera que la OEA empiece a tomar cartas en el asunto?

La comisión interamericana de derechos humanos va a ir tomando cartas en el asunto porque el gobierno de Ortega no ha querido asistir ni ha asistido a las audiencias en las cuales se les ha citado, porque todos los casos han ido puestos a conocimiento de la comisión. Y eso la OEA lo tiene que ver y lo tiene que tratar.

Y hablando de elecciones ¿usted cree que Ortega puede dejar el gobierno por la vía electoral?

Yo desearía que así fuera.

¿No lo ve posible?

La tradición de Nicaragua es que cuando desprestigiamos el voto… Ideay, no queda más que el problema, la fuerza y la violencia. Pero yo sí desearía que pudiéramos resolver esto por la vía civilizada y por la vía democrática de los votos. Porque en las situaciones de violencia los únicos que florecen son los violentos y los perversos. ¿Qué clase de líderes vamos a formar? ¿Otra generación de líderes violentos? Creo que Nicaragua se merece algo mejor.

Este es un país que está cansado de la violencia sí, viene de dos guerras recientes y desgastantes.

Hay una gran frustración interna en el pueblo de Nicaragua, porque todas las cosas se han querido aplicar aquí y todas han fallado. Hay una gran desilusión. Y por el otro lado hay un lado de alienación. La juventud se ha alienado de los procesos políticos. Ahora los jóvenes están distraídos con todos estos aparatos tecnológicos, este circo que se les monta en los juegos de futbol, de beisbol, celulares, pantallas de televisión.

¿A la oposición cómo la ve?

La oposición en gran medida ha sido desconstruida por la acción de la dictadura. Sin embargo, todavía quedan varios núcleos que tienen gran potencial de poder convertirse en la nueva oposición de Nicaragua. Tenemos por ejemplo el FAD, hay un núcleo importante; frente al mismo proceso electoral viciado, los mismos que participaron como el CxL y el Partido Conservador, se están dando cuenta que por esa vía solo se llega al zancudismo. La oposición tiene que volverse a reconstituir.

¿Qué espera del panorama político en Nicaragua en los próximos años?

Yo esperaría más de lo mismo. Solamente con el problema de que se acentúe la represión y el aumento de las cargas impositivas a la clase media, al pueblo de Nicaragua, y que eso no se supiera manejar bien. Eso puede llevar rápidamente a una descomposición social interna en el país. Pero por ahí va la tentación de Ortega, decir que todo está caminando bien y empezar a apretar las tuercas, cortarle la cabeza al que saque la cabeza y al mismo tiempo reponer los recursos que no le están llegando de la cooperación de Venezuela con el aumento de la carga tributaria.

Acá siempre se dice que económica y turísticamente estamos bien… ¿Estamos tan bien como dicen?

Este es un país para beneficiar a los ricos y a un pequeño núcleo de allegados del régimen, y para ellos todo está bien. El crecimiento de la economía, si bien dicen que crecemos el 4 por ciento, pero crecer el 4 por ciento no es suficiente para el país. Un país que llegó a niveles de ingresos de 1940 necesita dar saltos de crecimiento, entonces eso no se puede tener como un enorme logro. Además, ese es crecimiento concentrado en un grupito, especialmente del sector financiero del país. ¿El turismo a quiénes beneficia? A un sector reducido del país. Esas son medias verdades, hay que terminar con ese discurso triunfalista y ver las realidades que vamos a enfrentar.

¿Qué piensa de la posición de la empresa privada ante el Gobierno?

Si vos estás dentro del grupo que se beneficia de las acciones del Gobierno, todo está bien. No querés ver las cosas mal. Pero creo que el sector privado poco a poco va ir despertando de su letargo, en la medida que le empiecen a apretar la faja de los impuestos y la represión. Y va a ser un despertar que no va a ser placentero para ellos mismos.


Plano personal

Nació el 22 de marzo de 1952.

Está casado desde hace 36 años y tiene tres hijos.

Estudió en el Colegio La Salle en León y después se recibió de abogado en la UNAN–León.

Tiene un doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Arizona, fue presidente del Consejo Nacional de Planificación
Económica y Social (Conpes).

Sus hobbie es viajar. El último lugar donde estuvo fue China. Conoce casi toda Europa, el Medio Oriente, América del Sur y Estados Unidos. Otro de sus hobbies es la historia, asegura que es historiador.

Le gusta coleccionar barcos, caballos, mapas, porque están relacionados con los viajes. En su oficina tiene muchas esculturas, pinturas y objetos históricos, como un juego de pistolas del siglo XIV.

Disfruta de las películas históricas y de ciencia ficción.

En cuestiones de música, prefiere la clásica y el canto gregoriano.

Le gusta la comida nicaragüense, pero saludable. Sin mucha grasa o cerdo.


 

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COMENTARIOS

  1. Carlos M Alvarado
    Hace 6 años

    Querían a la OEA pero la odian hoy porque no les dio la cabeza de Ortega en una bandeja.

    1. JH
      Hace 6 años

      jajajajajaja M.alva(ra)do Sandinista hasta las cachas y que importa la realidad, la justicia, los muertos y los asesinos.

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