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La admiración de Darío por los poetas ecuatorianos se nos revela en su formidable Epístola a Juan Montalvo, dice la escritora Aminta Buenaño . LA PRENSA/MANUEL ESQUIVEL

La admiración de Darío por los poetas ecuatorianos se nos revela en su formidable Epístola a Juan Montalvo, dice la escritora Aminta Buenaño . LA PRENSA/MANUEL ESQUIVEL

Darío en el Ecuador de mi memoria, un nuevo libro de la escritora Aminta Buenaño

En la tercera parte de este libro se incluye la Epístola a Juan Montalvo, extenso poema que Rubén Darío lo escribió a los 17 años. En la cuarta parte, vibra el romanticismo. Dice Octavio Paz: “El modernismo fue nuestro verdadero romanticismo”

Cuando una niña de 7 años aprende Lo fatal de Rubén Darío a sugerencia de su padre y cuando escucha a su profesora leer la armoniosa Sonatina de Darío, Aminta Buenaño se conmovió ante los poemas de Rubén Darío.

Ellos dejaron en la escritora una “sinfonía de emociones”. Más tarde, maldijo al pobre payaso quien deformó los versos de la Sonatina. Un sacrilegio.  Y así, Rubén Darío, fue un poeta para muchedumbres. La escritora descubrió que la “La poesía tiene la virtud de revelar el mundo”.


Presentación del libro, miércoles 29 de noviembre a las 4:00 p.m. en Caruna (Colonia Centroamérica, frente al Registro de la Propiedad.


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La admiración de Darío por los poetas ecuatorianos se nos revela en su  formidable Epístola a Juan Montalvo, el autor de Las Catilinarias.

Darío compartía con el gran ecuatoriano, las ideas de libertad. Montalvo, brillante polemista, significó para  el poeta, una conjunción de sus ideales “éticos y estéticos”.

“Mi pluma lo mató”, es una famosa frase para la posteridad. Montalvo fue un escritor irreverente, iconoclasta, un rebelde.

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Buenaño menciona a José Joaquín Olmedo, que Rubén Darío, considera que en ese canto, hace énfasis en la identidad ecuatoriana.

Otro personaje que descuella en Ecuador es Eloy Alfaro, conocido como el patriota por excelencia.

La generación decapítada

Esta se refiere a la generación decapitada, Buenaño ha incluido a cuatro poetas Medardo Silva (1898-1918), Ernesto Novoa (1891-1927), Arturo Borja (1892-1912) y Humberto Fierro (1890-1929).

Este título es cruel y sangriento porque, muy jóvenes, se suicidaron de diferentes formas. Los agobiaba el spleen, el mal del siglo.

Estos poetas se dedicaron a huir de la realidad prosaica por medio del opio, de la morfina, del ajenjo, llamado “el hada verde”, preferían los paraísos artificiales y escaparse a países lejanos y exóticos, como Daríos: “La vida es una furtiva  lágrima/ en las pupilas de la muerte” (Novoa).

Rubén Darío no ha muerto

En otra sección del poema, Aminta Buenaño titula esa parte: Rubén Darío no ha muerto y demuestra su vigencia al igual que muchos escritores nicaragüenses Carlos Tünnermann Bernheim, Jorge Eduardo Arellano, Julio Valle-Castillo, porque se  reinventa en cada lectura, resucita en sus grandes poemas que se caracterizan por ser reflexiones sobre la vida, la angustia existencial y la muerte.

En la tercera parte de este libro se incluye la Epístola a Juan Montalvo, extenso poema que Rubén Darío lo escribió a los 17 años. En la cuarta parte, vibra el romanticismo. Dice Octavio Paz: “El modernismo fue nuestro verdadero romanticismo”.

Leemos… “repentinamente nos encontramos viejos / enfrente de las sombras, de espaldas a la aurora /  y solas con la esfinge siempre interrogadora” (Medardo Selva p. 56).

Por otra parte, en el poeta Novoa,  se acentúa su pesimismo vital;  otro modernista es Arturo Borja, poeta suicida.

Adicionalmente, en Humberto Fierro la presencia de Darío es innegable.  Escribió el poema Siringa como el de Darío que llamó “Sirinx”.

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“Pan chispeaba sus ojos en acecho / del nacarado ritmo de tu pecho… y al ocultarse de él como de un tigre la margen del río/ a poco trecho trocaste en la caña  del que ha hecho / su flauta azul a que la tarde emigre” (84).

Asimismo, Buenaño  nos demostró su gran pasión por la poesía del genial poeta nicaragüense. Nos presenta a los poetas ecuatorianos influidos por el panida.

Su conferencia en el “XIV Simposio Internacional Rubén Darío” constituyó una lección magistral al presentarnos el legado de Darío y en especial, su admiración por la obra del genial Juan Montalvo.

La conferencia de la escritora ecuatoriana iluminó las mentes de los asistentes que, como  un torrente ígneo, se desbordó desde las cumbres del Chimborazo.

*Crítica literaria y académica

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