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Economista Adolfo Acevedo. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Raíces históricas de la desigualdad?

Se ha levantado la hipótesis de que gran parte de la desigualdad que predomina en nuestros países se deriva de patrones históricos profundamente arraigados, relacionados a la composición étnica histórica de la población

Se ha levantado la hipótesis de que gran parte de la desigualdad que predomina en nuestros países se deriva de patrones históricos profundamente arraigados, relacionados a la composición étnica histórica de la población.

Aunque desde la última mitad del Siglo XIX se construyó un discurso según el cual todos somos homogéneamente mestizos, resultado de la mezcla étnica y cultural entre españoles e indígenas, lo cierto es que todavía persiste una enorme fractura social, entre una minoría de población que se ha mantenido predominantemente blanca, y una gran mayoría de ascendencia indígena, pero, sobre todo, ladino-mulata.

Si usted se pregunta a que me refiero cuando hago referencia a la población de ascendencia ladino-mulata, tenga en cuenta estos hechos, relativos al caso de nuestro país. De acuerdo al censo levantado entre 1775 y 1778 para normar el número de bulas de la Santa Cruzada que debían ser enviadas a cada provincia del Reino de Guatemala, basado en los padrones parroquiales, para los Partidos de León, Granada, Segovia y la Villa de Nicaragua (Rivas), un 50.8 por ciento de la población en edad de tomar la bula correspondía a los mulatos, y un 10.8 por ciento a los mestizos, que en su conjunto fueron denominados ladinos o “castas”.

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En nuestra región, hasta hoy una de las más desiguales del planeta, las profundas desigualdades sociales se asentaron, desde sus orígenes, en diferencias provenientes de la “limpieza de sangre”, esto es, que el ser excluido y discriminado, se relacionó con el ser o no blanco-europeo, o el estar “manchado” el linaje de uno con sangre de indios, o peor aún, de descendientes de africanos. Los grupos de “sangre mezclada” fueron definidos ex ante como inferiores y, como tales, excluidos socialmente, e impedidos para ascender y mezclarse con los superiores.

En esta exclusión residiría, en gran parte, el origen histórico de una brecha social que se ha reproducido a lo largo del tiempo y que se expresa, todavía, en el sistema educativo, a través de la segregación entre escuelas y universidades públicas y colegios y universidades privadas y en las brechas en la calidad de la enseñanza, entre centros de salud y hospitales públicos y clínicas y hospitales privados, entre repartos residenciales y asentamientos y barrios populares, entre mercados/pulperías y centros comerciales/supermercados, entre las humildes parroquias para personas de los barrios e iglesias para personas de cierto estatus, y en el transporte, entre el individual y el público.

Por lo general, a cada uno de estos lugares y espacios tendrían acceso bastante segregado, por un lado, sobre todo personas “blancas” o personas no tan blancas pero que han logrado adquirir cierto status social, y por el otro, personas que por lo general son de piel más oscura.

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En el terreno económico, el empleo estaría segregado entre una minoría de empleos formales mejor remunerados, y la absoluta mayoría de empleos, de bajísima productividad e ingresos, que en lo fundamental constituyen empleos generados por los segmentos mayoritarios de la propia población para sobrevivir.

En los hogares de estos grupos de población, los niveles de escolaridad suelen ser sumamente reducidos, los empleos que encuentran quienes se incorporan a la actividad económica son, como ya se dijo, principalmente precarios e informales, los cuales rinden ingresos muy bajos, la tasa de fecundidad y la tasa de dependencia demográfica (sobre todo infantil) son mayores, y la tasa de participación laboral es menor.

En términos socio políticos, esta conformación histórica de nuestras sociedades no habría dejado de manifestarse. El elemento más ambicioso del segmento de ascendencia ladino-mulata habría buscado, como vías privilegiadas de ascenso social, las fuerzas armadas y la política, incluyendo el lograr, por medio de estas vías, el ascenso hasta las posiciones superiores del poder del Estado, ofreciendo prebendas y regalías a la población marginada.

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Esta tesis ofrecería una nueva perspectiva con respecto a los orígenes del denominado caudillismo en América Latina.

Economía Adolfo Acevedo Vogl Economía y Desarrollo archivo

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