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Melvin Sotelo Avilés

Unidad en la acción

Cada vez que hay “elecciones” en Nicaragua, algunos dirigentes de partidos políticos hablan de la necesidad de la unidad, sin definir el cómo ni el qué, peor aún, al poco tiempo pasan la página de las recurrentes irregularidades electorales. En general, los partidos de oposición defienden sus intereses particulares, echan una palada al interés de la nación, abandonan a sus electores y se acuerdan de ellos hasta en las elecciones siguientes.

La unidad tiene que ser en la acción, concreta y continua. Un primer paso sería que los partidos que participaron en las elecciones y fueron despojados: Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Ciudadanos por la Libertad (CxL) y Partido Conservador (PC) establezcan una estrategia de defensa del voto nacional y territorial en las alcaldías en las que resultaron ganadores y que el Consejo Supremo Electoral (CSE) se las asignó al Frente Sandinista.

Los partidos, cuyos electores le dieron un voto de confianza, no pueden quedarse de brazos cruzados, al menos deberían llamar como bloque, a una conferencia de prensa donde denuncien las arbitrariedades y exijan la devolución de las alcaldías robadas. Este gesto sería un mensaje positivo para sus electores.

Un segundo paso para esta unidad, con lo cual retomo el editorial del Diario LA PRENSA publicado el 20 del noviembre del año en curso, titulado Coalición para la reforma electoral, sería el establecimiento de un plan calendarizado de trabajo con la Organización de Estados Americanos (OEA) para que a partir de las observaciones de este organismo, de los partidos antes mencionados, del Frente Amplio Democrático y Panorama Electoral, se introduzcan los cambios de consenso que garanticen elecciones libres, justas, transparentes y competitivas. Entre los cuales se pueden mencionar el inicio de las reformas de la Ley Electoral en la presente legislatura para concluirse en la siguiente, la sustitución del CSE por un instituto electoral apartidista y apolítico, la restitución y otorgamiento de las personerías jurídicas sin discriminación.

Daniel Ortega se comprometió a mejorar el sistema electoral. Sin embargo, el CSE con la venia de la pareja presidencial hizo caso omiso a los reclamos fundamentados de los partidos políticos. Sin una oposición fuerte y unida, Ortega no va a ceder un ápice y tampoco la comunidad internacional va a prestarles mucha atención. En este sentido vale la pena resaltar la actitud digna de Kitty Monterrey de CxL, que rechazó una alcaldía que ganó la alianza PLC-PC-Resistencia, lo cual abona a la unidad; que contrasta con la posición de Arnoldo Aleman que acusa al CxL de ser socios del Frente, lo cual dificulta un entendimiento entre los partidos de oposición.

Los partidos políticos deberían ser capaces de superar esa visión de isla, trascender sus diferencias, responder a las aspiraciones de sus bases de que una unidad en la acción es posible. Es difícil entender que la oposición esté pidiendo dialogar con el gobierno y no sean capaces de hacerlo entre ellos mismos, lo cual les quita legitimidad ante la población y los debilita ante un poder absoluto.

La unidad se edifica a partir de premisas básicas de consenso, solo así podrán forzar la negociación con el partido gobernante, teniendo como garantes a la OEA y el Centro Carter y con una comunidad internacional vigilante del cumplimiento de los acuerdos a que se lleguen. Este esfuerzo nacional debe contar con el apoyo unitario de las fuerzas políticas de oposición territoriales, quienes, además, podrían trabajar conjuntamente; por un lado, en la construcción de una agenda básica municipal en la que todos se comprometan a hacerla realidad, y con la cual ejerzan presión a las autoridades locales para que las prioridades del presupuesto sean aquellas que la población decida, y no las orientadas desde arriba, y por el otro, en la defensa de sus derechos ciudadanos antes los atropellos del oficialismo.

Solo unidos se podrá rescatar la institucionalidad y la autonomía municipal que desde ahora y de manera continua deben convertirse en banderas de lucha. Si algunos liderazgos y partidos políticos no tienen la capacidad de promover esa unidad en la acción o prefieren hacer zancudismo, tal vez sería recomendable darle paso a los liderazgos jóvenes y a nuevas fuerzas políticas para que tomen el relevo.
El autor es sociólogo. Autor del libro Ramiro Sacasa Guerrero. El Poder de Servir.

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