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F.J. Sancho Mas

El coronel dice que había cadáveres

Se trata de la vida. Por encima de las mentiras y encubrimientos; por encima de la oscuridad y del largo historial de humillaciones y miradas para otro lado en la cadena de mando del Ejército y la Policía de Nicaragua.

Las declaraciones referidas al caso por un coronel del Ejército fueron patéticas. Reconoció la presencia de cadáveres en esa parte de la RACCN. Y añadió que fueron entregados a sus “hermanos de la policía”. Porque esos cadáveres, claro, no son sus hermanos, ni siquiera los que pudieran ser los hijos de la señora Valle (de 12 y 16 años). En cualquier caso el valor de la palabra “hermano” está muy desprestigiada. Se utiliza para pedir favores y ganarse la confianza; o en el fervor de una borrachera para abrazarse a los amigos casuales. Así que no merece que nos detengamos en la palabra hermano dicha por un coronel empeñado en aclarar que ellos no abrieron fosas para echar los cadáveres ni violaron a nadie.

¿Y del resto, qué? El coronel dijo que había “cadáveres”. Como caídos del cielo. ¿De qué se trató el operativo? ¿Cómo se acabó con la vida de una niña de 16 y un niño de 12, además con la de otros cuatro adultos? Nada. Allí solo había cadáveres. ¿A quién tendrían que dar explicaciones?

El Ejército parece combatir la delincuencia o la sospecha de la delincuencia en la montaña con una lógica de guerra. Pero matar sin ninguna explicación no es una característica de un cuerpo financiado por todos los nicaragüenses y que debería defenderlos. Ese tipo de acciones son más propias de los grupos delincuenciales.
Durante los últimos años, la Policía y el Ejército tienen crímenes sin asumir a sus espaldas contra el pueblo de Nicaragua y, entre ellos, varios niños. Han dejado cadáveres y heridos entre los familias más pobres del país.

Se trata de abrir fuego porque sí, sin ningún pudor. Se trata de arrancar la vida y dejar todo en silencio, en esa oscurana de sospechas y dudas hasta que todo se olvide.

En Chichigalpa, aún sobrevive inválido un niño con una bala de la policía en la cabeza. Su delito fue estar cerca de una manifestación y querer llegar hasta su casa. Fueron sobre él, apuntaron a su cabeza y dispararon. En Las Jagüitas el saldo de muertos fue aún peor, no dudaron en acribillar a balazos a una familia entera y además maltratar a los sobrevivientes. En las montañas del norte y ahora en la RAAS se ha seguido matando sin dar explicaciones.

Lo peor de todo es que asumen que no tienen que darlas. Sencillamente porque piensan que el pueblo de Nicaragua debe estar tan feliz y agradecido con su Ejército, Policía y Gobierno en general, que no necesita ni quiere explicaciones de nada. Le basta y le sobra con las palabras vacías de un coronel puesto a decir cosas sin sentido. Es la misma política vertical impuesta en todas las instituciones. No rendir cuentas al pueblo (que es quien les paga) sino solo a la presidencia (que es quien les manda). No decir nada. Silencio, silencio, hasta que ya nadie les pregunte.

Ni siquiera el presidente o la vicepresidenta se sienten comprometidos a ofrecer conferencias de prensa ni someterse a entrevistas. Solo hablan si están flanqueados o tienen debajo a un grupo de muchachos que les aplaude. Y lo único que escuchan son eso: aplausos. ¿A quién deberían rendir cuentas pues?

Con todas las instituciones al servicio, no de un partido, sino de los dictados de una familia presidencial, queda poco lugar para la esperanza en saber la verdad sobre lo que ocurrió en La Cruz de Río Grande, así como en otros crímenes de los cuerpos armados del Estado. Pero solo sé que los niños muertos tardan mucho más en irse de la retina y la memoria. Si realmente los mataron como se ha contado, es una humillación cruel que no den explicaciones.

Por lo visto, solo merecemos su silencio, o el equivalente al silencio: las palabras torpes de un coronel que no dice nada.
El autor es periodista y escritor.

Opinión Ejército Nicaragua archivo

COMENTARIOS

  1. Sanson
    Hace 6 años

    Asi es El dictador, solo necesita aduladores y sus aplausos. Si le cuestionan es un sacrilegio algo imperdonable. Esos secuaces también anacefalos les encantan a los dictadores como ortega.

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