Nicaragua no está ni cerca de ser un país en vías de desarrollo. Esta es la opinión del sociólogo e investigador social Cirilo Otero. Por muchos años el originario de León fue director del Instituto Nicaragüense de Opinión Pública, y lleva más de 30 años dando cátedra universitaria sobre temas relacionados con la socioeconomía y la política. El país “sigue siendo monocultivista”, dice. Con “la hacienda señorial y todos los colonos alrededor”.
En esta entrevista Otero analiza desde sus campos de experiencia la actualidad de Nicaragua al cierre del 2017, con un desempleo que él calcula en 70 por ciento —y no en 4, como dice el oficialismo—, con una cultura económica nacional, asegura, que solo se enfoca en resolver el día a día, y con un gobierno que va por 11 años consecutivos en el poder y que, ante el descalabro de la economía venezolana, parece buscar alternativas al dinero que percibía gracias a su alianza con el gobierno chavista. Entre estas alternativas, algunos creen, está el significativo aumento de las multas de tránsito con las cuales la Policía recauda más de un millón de dólares mensuales por multas, según el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp).
En estas semanas se percibe un aumento de multas de tránsito y estuvo el intento de disparar el costo del sticker de rodamiento. ¿Cómo analiza esto?
Adolecemos de un Gobierno capaz de buscar el equilibrio entre los grupos sociales, entre las clases sociales o entre los grupos de presión. Este gobierno es un grupo o un círculo económico que está participando del ambiente comercial y del ambiente de inversiones. Los intereses de este grupo se reflejan en el aumento de los precios, en el fortalecimiento de los ambientes monopólicos y oligopólicos. Ahí tenemos un problema que desordena totalmente una economía que es pequeña y que tradicionalmente es especulativa.
¿Cómo especulativa?
Por ejemplo, si se dice que la gasolina subió 20 centavos por litro, la gente en el mercado le sube un peso al tomate. Si vos hacés un análisis económico, nada tiene que ver una cosa con la otra. ¿Cuánto le subió? Lo que le pareció que era oportuno. O el taxista dice: “5 pesos más una carrera”. Es una sociedad con una economía de mucha especulación, cargada con un ambiente monopólico y unas decisiones oligopólicas. Entonces nosotros estamos frente a una situación que todas las instituciones y todos los actores económicos están actuando alrededor de eso. Y te incluyo: Policía, DGI, DGA, Fiscalía y problemas sociales, legales, costos de producción, precios de los bienes, de los medios y los servicios.
¿Esto es un fenómeno anual constante o se hace más robusto en estas fechas?
Es un fenómeno anual constante. Lo que pasa es que en los meses de noviembre, diciembre, circula un flujo mayor de recurso financiero, entonces se acelera el comportamiento que hay frente a la vida y frente a la economía.
¿Aguinaldos, utilidades?
Así es. Capturar ese flujo. Pero además hay una tarea del Banco Central. El Banco Central para evitar esta tendencia de 2.1 por ciento de la inflación, ha decidido meter una práctica de esterilización. Y la hace a través de la banca privada y del mismo Banco Central para recolectar esa cantidad de dinero que anda circulando para evitar un descalabro en el proceso inflacionario. Porque hay menos producto y más billetes en la calle.
¿Hay dinero físico que sobra?
Sí. Recordá que esto se maneja por la oferta y la demanda que hacen un equilibrio, y mientras no haya mayor oferta de bienes y servicios que a la gente le satisfaga, pues siempre va a estar una cantidad de monedas en reserva. Por ejemplo, ver esa cantidad de las remesas familiares. A noviembre 25, 1,300 millones de dólares es lo que ha recibido Nicaragua de remesas familiares. Para el 31 de diciembre vamos a tener cercano a los 1.450 millones de dólares. Es más que el año pasado. Pero efectivamente pareciera un poquito de broma, pero este gobierno, este grupo que lo he caracterizado como un grupo económico participante, también tiene sus instrumentos, tiene sus brazos. La Policía, la DGI, la DGA, las mismas alcaldías están en una pasión terrible por la captura de ingresos para estabilizar la ausencia principalmente de la cooperación venezolana y de las mejoras en el dominio y control de los recursos financieros en Nicaragua. Lo que el Gobierno está pretendiendo es tener una recaudación mayor para tener un colchón para los próximos tres meses. Los próximos tres meses del 2018, como este es un país agrícola y ganadero, son los primeros tres meses que hay un bajón, porque se termina la reserva y no hay producción ni hay inversión suficiente. Entonces debe el Gobierno tener un buen colchón para mantener el gasto público y las situaciones que tienen que ver con el desarrollo de la administración pública. A esto se debe la desesperación de noviembre y diciembre. Pero es importante decir que el Gobierno sabe que hay bastante dinero circulando, el problema es que los actores económicos como las unidades familiares tengan una actitud diferente a los otros años y empiecen a ahorrar. Si ahorran para la inversión sería un éxito. Pero si ahorran para consumir más adelante, vamos a estar en el mismo problema de la situación económica del país.
¿El nicaragüense ahorra para invertir o para hacer gastos más grandes?
Ese es el dilema. Si se piensa comprar activos fijos más fuertes, yo diría que estamos frente a un peligro de un desequilibrio de la economía. Y si se ahorra para invertir en cosas mucho más prácticas, por ejemplo la manufactura, eso sería exitoso. Pero no podemos pegar un gran salto a grandes inversiones solamente, sino que hay que pasar por la manufactura para fortalecer el mercado nacional.
Me hablaba de la cooperación venezolana, que en 2017 está más que decaída. ¿Qué está haciendo el Gobierno para no dejar de percibir todo ese dinero?
La primera actitud que tuvieron es el incremento del precio de combustible y sus derivados. Porque ahora la factura del petróleo está produciendo muchas vibraciones en la economía. La gente lo está pagando. Aunque no hay que olvidar que en gran medida la economía de Nicaragua vive el ahorro externo, es decir, de las remesas. Están llegando más o menos unos 1,300 millones de dólares anuales y eso es competir con el 48 por ciento del total de las exportaciones. Y eso es grave porque es una economía excesivamente dependiente. Cualquier perturbación que haya en la economía norteamericana, de España o de Costa Rica, nos va a desequilibrar con una velocidad enorme. Apenas se supo que había crisis en términos de flujo de dinero de Venezuela, inmediatamente le dieron precio a Hambre Cero, a los grupos solidarios, al Plan Techo. Ahora ya no es todo regalado sino que están buscando instrumentos de recaudación. Por ejemplo los Juegos (Centroamericanos), todo eso tiene que ser pagado. Los estadios todos tienen que ser pagados. Ahí no hay ningún regalo. Van a buscar recaudación.
¿Estas obras se hicieron con préstamos, endeudamiento?
Hay una parte que se hizo con préstamos al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y hay otra parte de los fondos nacionales.
“La Policía, la DGI, la DGA, las mismas alcaldías están en una pasión terrible por la captura de ingresos para estabilizar la ausencia principalmente de la cooperación venezolana y de las mejoras en el dominio y control de los recursos financieros en Nicaragua”. Cirilo Otero, sociólogo.
¿Con la ayuda venezolana el Gobierno repartía programas con dinero regalado?
Sí, es que había una distribución. No te olvidés que se decía que del ciento por ciento de lo que produce el petróleo y sus derivados, 50 por ciento hay que pagarlo en 90 días, hasta 120 días. Del otro 50 por ciento 25 eran para programas sociales y el otro 25 quedaba en un ahorro que decidió el señor Chávez, que en paz descanse, y el señor Ortega. Ahorrarlos no sé para qué ni sé dónde están, pero era 25 por ciento que iba a quedar en ahorros. Entonces ese 25 por ciento es el que produjo todos estos programas muy alegres, muy simpáticos en el ambiente social que parecía que las regalías es la mejor forma de trabajar en un país.
¿La gente se acostumbró a que le regalaran cosas?
Así es. Y ahora este Gobierno con su populismo está frente a un desafío grande porque la gente está acostumbrada y no hay recursos para seguir haciéndolo.
¿Una política de regalos es adecuada?
Yo creo que no lo es porque no hay capital del mundo que soporte regalar y regalar y regalar. La riqueza hay que producirla en algún momento. Hay un dicho muy simpático: “El almuerzo, alguien lo paga”. No hay almuerzo de balde. Y eso es lo que ha pasado en Nicaragua. ¿Quién va a pagar esos gastos? Alguien los tiene que pagar. Y ahora le están pasando una gran parte al Presupuesto General de la República, que eso lo hace más difícil, y otra parte que lo paguen los consumidores. Y este proceso de recaudación para tener un soporte de la economía y que no haya un desequilibrio. Ahora, yo estaba observando el Presupuesto General de la República para el 2018 y descienden las inversiones públicas. O sea, programas y proyectos que están aprobados desde el 2017 son los que pueden ir terminando en el 2018, pero que en 2018 haya reapertura de nuevas inversiones, en el Presupuesto no aparecen.
¿Inversiones públicas?
Sí, como carreteras, edificios, puentes, puentes peatonales, esos pasos a desnivel. Todo fue aprobado en el Presupuesto anterior.
Algo que me llama la atención es que en la calle en Nicaragua, a pesar de todos estos puntos, no se ve fácilmente el descontento civil. No hay protestas. ¿Dónde está la gente infeliz? ¿Los nicas están conformes?
Mirá, yo tengo una tesis que he trabajado desde hace algún tiempo, como sociólogo y como investigador, que esta sociedad es una sociedad atemperada. Y está atemperada por varios ruidos económicos. Uno: son las remesas familiares. Dos: los préstamos. Tres: la gente se ha acomodado con una miseria o con unos ingresos mínimos. Y último punto que tal vez tendríamos problemas para mostrarlo, porque los otros sí los podemos mostrar, es que la gente se ha metido a unos negocios bastante turbios como transporte de drogas o estupefacientes, o lavado de dólares. Yo veo una gran cantidad de edificios vacíos en este país. Algo tienen que tener. Alguien gana momentáneamente y tiene que gastar recursos. Entonces yo creo que el nivel de protesta no se ha visto o no ha crecido porque la gente recibe solución de sus problemas alimentarios o sus problemas básicos cada día.
¿El famoso “resuelvo”?
Exactamente. La gente resuelve. No es una tendencia del desajuste total. Hay una tendencia de acomodamiento o de atemperamiento.
¿Entonces el nicaragüense es conformista en eso?
No, es que no es conformismo. Tiene solución inmediata en el corto plazo y en el mediano plazo. No es conformismo. Donde esto desaparezca se va a tensar el comportamiento social.
¿Es una cuestión cultural o es lo que se espera de uno de los países más pobres del continente?
Yo creo que es una cuestión cultural. Nosotros llegamos donde un familiar o un amigo y lo primero que te dicen es: “¿Te querés tomar un tiste? ¿Un pinolillo, una gaseosa?” La gente siempre te recibe con algo y si llegás 11:50 a una casa almorzás. Es que es el día. Es el día. No es una tendencia filosófica o de pensamiento de responsabilidad. La gente te ofrece algo y la gente soluciona ese problema. Es una cuestión cultural.
¿Por qué da la impresión que los gobiernos no tratan de cambiar esto y que la pobreza no disminuye?
Por una sencilla razón: los actores económicos principales, como el sector productivo, los grandes empresarios, etcétera, ellos están contentos con este modelo. Y este es un modelo empobrecedor. Porque este modelo vive de los recursos naturales y explota la fuerza de trabajo al máximo, paga muy poco e invierte muy poco. Entonces la tasa de ganancia es bien alta y este modelo les permite esa ganancia en la agricultura, la ganadería. Entonces los ricos van a tener un ingreso muy importante mientras que la pobreza va a seguir jodida en este país.
¿Cómo funciona esto en un esquema? ¿Cómo funciona Nicaragua?
Un sector, como el 10 por ciento del total de la población, está enriqueciéndose muy rápidamente y de forma muy alta, y hay un 90 por ciento de la población que tiene series dificultades, principalmente un 20-25 por ciento de esta población, que es lo que alguna gente les dice clase mediera o profesionales, no están creciendo y más bien están enjaranándose, tienen tendencia a usar muy mal el crédito. Y el resto que está empobrecido pero que resuelve el problema del día. Tenemos una visión excesivamente de corto plazo.
¿Y cómo analiza usted el desempleo en Nicaragua? Los números oficiales hablan de un 4 por ciento nada más. ¿Qué tan real es eso?
Lo que no hubo en ese maquillaje de cifras es que no se aclaró. Una cosa es estar ocupado y otra cosa es estar empleado. El empleo, dice la Organización Internacional del Trabajo, es aquella formalidad que tiene retribuidos los derechos sociales. Y estar ocupado lo puede estar cualquier persona; el que está vendiendo agua, chicha, tomate, cebolla, o el que te hace un mandado. Toda esa gente está ocupada, efectivamente está ocupada, y más cuando están en el marco o en el grupo de la población económicamente activa. Mayores de 18, menores de 60, de ambos sexos, que están buscando trabajo. Pero eso no significa que están acumulando en el marco del empleo. Están haciendo una acción pero están en la informalidad. Si nosotros analizamos la población económicamente activa, que es 3.5 millones en Nicaragua, contra lo que el Seguro Social tiene registrado, que dice que tiene 950 mil, supongamos un millón. ¿Dónde están los otros 2.5 millones? Están en el desempleo. Está ocupados, y están haciendo algo. Están rebuscándola, como decimos en buen nica, pero eso ni es productivo ni es empleo. 70 por ciento de la población económicamente activa está en el empleo precario.
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Quizás es una pregunta general, pero desde la sociología, ¿cómo está Nicaragua en 2017?
Bueno para resumírtelo en una sola palabra, yo diría que Nicaragua es una sociedad no viable. No tiene viabilidad en términos económicos, sociales, organizativos, políticos, ideológicos. Inclusive hasta las religiones están despistadas en este país. Entonces eso es lo que yo llamo no viable. No tiene capacidad de crecimiento, sigue con un modelo agroexportador atrasado del siglo XVIII, las fuerzas productivas están dispersas, no hay plan nacional, no hay una ruta que indique el camino que debemos seguir para el desarrollo. Y no se invierte en educación, que es lo más grave que se están haciendo ahorita.
¿Todavía es válido para Nicaragua el término del siglo XX, “República Bananera”?
Sí, sí. Sigue siendo monocultivista. La hacienda señorial y todos los colonos alrededor. Ese es el concepto que yo tengo del desarrollo económico de Nicaragua.
¿El término “país en desarrollo” no está en el horizonte cercano para Nicaragua?
No. No está en el horizonte.
Plano personal
Cirilo Antonio Otero, de 63 años, nació en León en el seno de una familia humilde, revela, que desde temprano lo envió a estudiar. Está casado con Martha Patricia Molina y tiene siete hijos.
Lo que más le interesa de la investigación social —que de acuerdo con Otero “tiene tres herramientas fáciles”: entrevista a profundidad, grupos focales y encuesta— es “entender cuáles son las tendencias en el pensamiento social. Y anticipar por qué la sociedad va a actuar de esta o esta forma”.
Es un amante del cine. Su filme favorito es El Señor de la Guerra, interpretado por Nicolas Cage, y su libro predilecto es Cuando todo calla: El silencio en la Biblia, del obispo auxiliar de Managua Silvio José Báez.
Sus días comienzan repletos de noticias. Se levanta temprano, enciende el televisor y revisa El País de España, LA PRENSA y El Nuevo Diario.
Hoy está jubilado pero sigue trabajando de forma independiente como consultor y sociólogo, y también imparte cursos en universidades.
Dice que le gustaría ser presidente de la República y no descarta lanzarse como candidato en 2021.
