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Hace una semana, Angelita López Martínez, de 70 años, vive en esta alcantarilla, pero ha pasado cuatro años rodando por el país. LA PRENSA/M.RODRÍGUEZ

Tiene 70 años y vive en una alcantarilla camino a Camoapa, Boaco

Arropada entre cartones y bolsas, Angelita López Martínez, de 70 años, vive en una alcantarilla a orillas de la carretera que conecta Boaco y Camoapa

Arropada entre cartones y varias bolsas, Angelita López Martínez, de 70 años, pasa sus días en una alcantarilla que escogió como su hogar. Hace siete días que se aloja en ese lugar ubicado a orillas de la carretera, en el kilómetro 113 y medio de la vía que conecta Boaco y Camoapa.

“Me vine para acá para estar libre, porque ya estoy vieja y no quiero andar sufriendo, aquí como, bebo y duermo”, dijo la anciana, en lo que parecen ser lapsus de cordura, puesto que entre cada respuesta relata historias inverosímiles de familiares y amigos.

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Inicialmente, López mencionó ser oriunda de Juigalpa, luego dijo ser nativa de Diriamba, Carazo, donde vivía con sus padres hace muchos años. De ahí en adelante, la historia de sus orígenes se remonta a cuatro años de andar por las calles sin rumbo fijo.

“Yo soy sola, no tengo a nadie, por eso me ve aquí (…) Me vine caminando, día y noche, aquí llegué como a las dos de la mañana, hice un fueguito, andaba dos bolsas de café y ya me calenté, ahí en un puentecito hay agua, ahí voy a traer”, añadió durante la entrevista.

López asegura que vive de las dádivas de sus vecinos, pero las viviendas más cercanas a su alcantarilla, ubicada en la comunidad Piedra Sembrada, Camoapa, están a más de un kilómetro de distancia y los pobladores consultados aseguran que no la conocen.

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“Mis amigos me dan (comida), cada ocho días me mandan huevitos, malanga, si no las compro, me las dan a tres por veinte pesos”, refirió López, mientras intenta encender un fuego para alejar el frío del lugar.

En el interior de la alcantarilla, la anciana ha preparado minuciosamente su hogar, primero colocó una capa de bolsas, según dice para aislar el frío del concreto y encima de ello, una capa de cartones y ropa, para que la mantengan caliente.

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“Aquí estoy sola, me gusta la soledad y así a nadie molesto, aquí no tengo a nadie, antes viví en Juigalpa, lo mismo en puente, pero se vivía cayendo, estuve 15 días ahí y me vine para acá”, mencionó.

En el lugar quienes parecen conocerla son algunos conductores que al verla le suenan la bocina y López Martínez contesta con un saludo cordial. Para ella, vivir en un asilo no es una opción, pues señala que ya ha estado en algunos y se ha escapado.

Que no me digan de asilo, porque está muy largo y me dan miedo las inyecciones que le ponen a uno que hasta le truena la carne”.  Angelita López Martínez, de 70 años.

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