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Iván de Jesús Pereira

La Concepción de María

Hoy el pueblo de Nicaragua celebra el dogma católico de la Concepción de María, en donde el magisterio de la Iglesia declara: que, por una gracia especial de Dios, ella fue preservada de todo pecado desde su concepción. Aquella “en la cual “el Todopoderoso hizo grandes cosas para ella”. (El Magnífica). La “Bendita entre todas las mujeres” (Lucas (1-42).

Estas fiestas que tienen su origen en la predicación franciscana desde los tiempos de la Colonia, partiendo de templo de San Francisco en León y que llega a su completa madurez en el atrio de San Felipe, también en León, con el presbítero Gordiano Carranza, en la mitad del siglo XIX, quien lanza por primera vez ese grito que hoy se ha vuelto nuestro emblema nacional en donde quiera que estemos. ¿Quién causa tanta alegría? Y su inmediata respuesta: ¡La concepción de María!

Dicha tradición ha tenido hasta hace poco algunas características que la distinguen.

Son fiestas eminentemente familiares, el novenario de la Purísima, se rezaba tradicionalmente en familia, con los amigos cercanos, con los vecinos del barrio. Parten de la sencillez y de la pobreza, para abrirse en la tradicional gorra que es el símbolo de un dar absoluto que lo encarna María cuando le dice al ángel Gabriel: “Yo soy la esclava del Señor; que haga en mí lo has dicho” Lucas: 1-38.

Son fiestas eminentemente religiosas, en donde lo sagrado es el centro de las mismas. Se guardan en el corazón, y se palpita en ellas la Gracia de Dios. Como María “que guardaba fielmente en su corazón todos esos recuerdos”. Lucas 2-52.

Son fiestas en donde se exalta la libertad ya que María haciendo uso de su libertad y de su raciocinio, “Celebra con todo su ser la grandeza del Señor y su espíritu se alegra en el Dios que la salva”. Lucas 1-46.

En los últimos años dichas fiestas han venido sufriendo un cambio, el Estado, que en Nicaragua se declara como un Estado Social de Derecho, con todas su maquinaria y presupuesto promociona las fiestas, las financias, las engrandece y asalta a la autoridad espiritual imponiendo criterios de superficialidad.

Ante semejante despliegue de recursos y de energías, la fiesta en el fondo es manoseada por lo profano, el elemento político se incorpora y lo que se pretende es a través de ella fomentar el clientelismo, el culto a la personalidad, y la manipulación de un fenómeno religioso para convertirlo en un acto más tipo carnavalesco en donde la gente acude a ver las luces, el derroche de colores, la gorra que se reparte, pero donde no brilla en absoluto, el ambiente de humildad y de pobreza de María.

En medio de todo este espectáculo hay un juego de mentes, un ejercicio masivo al mejor estilo de Paul Joseph Goebbels el tristemente celebre ministro de propaganda de Hitler. La religiosidad queda vaciada y desaparece totalmente todo sentido de espiritualidad, para convertir el acontecimiento religioso en una diversión masiva dado a las gentes al mejor estilo de los césares romanos.

Las imágenes de María se multiplican en la gran avenida, pero de tanto multiplicarse desaparecen y se convierten en distracción. En el fondo hay un triunfo del hedonismo brindando un placer, el placer de la diversión asociado a lo bueno, pero que trastoca fundamentalmente el dogma católico.

El canto del Magnificat es claro, el texto es un himno que proclama la alianza de Dios con los humildes, con los pobres, con los desposeídos, con los que tienen hambre y sed de justicia. Por eso dice: Su brazo realizó enormes hazañas dispersó a los soberbios con sus maquinaciones; sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes”. Lucas 1-52-53.

La fiesta de la Purísima está ligada a ese himno, nace de los humildes, de los desposeídos, de los que tienen hambre y sed de justicia y proclama “la humildad de su esclava”. Si el Gobierno quiere convertir al Estado en un Estado religioso, como los talibanes lo hacen con el suyo, debe de ser coherente en todo su desarrollo y abrazar el compromiso con la justicia, con la libertad y con el respeto a los derechos humanos.

No se puede proclamar y celebrar la Gritería como política estatal, si por el otro lado se pisotea la libertad, se impide el derecho a disentir, se desquebraja el Estado de derecho centrando todo el poder del Estado en una persona.

Celebrar la Purísima con todos los recursos del Estado, y al mismo tiempo seguir negándole al pueblo nicaragüense una salida política que desemboque en un pluralismo democrático, afianzando día a día la dictadura, es simplemente una solemne hipocresía. Un manoseo a nuestras más caras tradiciones religiosas, un juego de mal gusto a nuestra entidad ciudadana.

Lo más triste de este hecho no es el manoseo del gobierno, ni sus intereses mezquinos que fácilmente se identifican cuando pretende promocionarlas. Lo más triste de este hecho, es el silencio de algunos de nuestros obispos. Todos ellos están obligados a velar por el bien de todo el Cuerpo Místico que es también el cuerpo de la Iglesia y que tienen un compromiso muy especial con los pobres, por los perseguidos, y por los que tiene hambre y sed de justicia. La palabra de todos los obispos y su posición común ante un hecho como este, que ha obligado al Gobierno a desistir de su propósito al menos por ahora, hace más grande la celebración y más sonoro el grito de alegría que es la Gritería de la Virgen María.

El autor es abogado.

Opinión Concepción de María Purísima Virgen archivo

COMENTARIOS

  1. El Observador
    Hace 6 años

    Muy buen artículo del doctor Pereira en defensa de María, por algo es abogado. Pero todas las citas bíblicas que hace, se refiren a lo que escribio Lucas, quien segun se dice fue el tercero escribiendo esos relatos allá por el año 80 de nuestra era. En otras palabras, se supone que ni siquiera conoció personalmente a María, o sea que escribió sobre algo que no vió ni oyó. Tal parece, que todos esos mitos de Angeles hablandole a los humanos, fueron creaciones sacadas del Antiguo Testamento, en donde eran muy comunes las supuestas pláticas entre extraterrestres y humanos.

  2. el carolingio
    Hace 6 años

    La celebración a nuestra patrona nacional, deberá hacerse sin vicios de política, ni mencionarse partidos, ni caudillos ni personas. Solo así serán disfrutadas por todos y probablemente bien recibidas.

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