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La delegación nicaragüense de remo dio a conocer ayer sus logros ante la prensa de Nicaragua. LA PRENSA/ Carlos Montealto

La familia de remeros que le dio 10 medallas a Nicaragua en los Juegos Centroamericanos

Viven en la Isla El Arado, rodeados de las aguas del Lago de Nicaragua. Ahí aprendieron a remar. Esa es una historia de lucha

Detrás de las cinco medallas de oro, cuatro de plata y una de bronce ganadas en la disciplina del remo, existe una hermosa historia de lucha, hasta hoy escondida.

En la Isla El Arado, rodeada de las aguas del Lago de Nicaragua, la vida no fluye sin las pequeñas embarcaciones, como lo recuerda Ana Vanegas.

“Hemos remado desde chiquitos, desde los seis años. Los botes son nuestros medio de transporte para ir a la pulpería, al colegio, a la ciudad”, dice esta joven de 25 años, de eterna piel bronceada, quien le dio la primera medalla de oro al país en estos Juegos Centroamericanos, y dos en total.

Ana es pequeña de estatura y en ella parece no alcanzar tanta felicidad. Una de las poderosas razones es que los otros nueve remeros que representaron al país —del 4 al 6 de diciembre— sacudieron el medallero con fuerza, son familiares suyos, de pura sangre, con los que ahora celebra el éxito, con quienes vive en la misma tierra y, como uno solo, todos van por la vida rebelándose a los obstáculos.

Ana Felipa Vanegas Jarquín. La PRENSA/19 Digital

El sueño por cumplir

“Lo que me gustaría es que nos den el derecho de propiedad de donde vivimos, porque todavía no lo tenemos, ese es uno de mis sueños. Me gustaría también que llegara la luz eléctrica a El Arado, tenemos paneles, una planta y focos, pero solo lo usamos por ratos, por ejemplo cuando vamos a cenar, para hacer las tareas de la universidad o para ver una novela”, relata.

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Es decir, Ana y sus hermanos Vicente, Evidelia y María —todos de la selección— habitan una tierra que legalmente no les pertenece, pero en la que han vivido desde siempre, y que comparten con otros cuatro primos y hermanos, entre ellos: Karla Potoy, Enrique, Félix Damián y Eddy. También en la misma isla está el primo Francisco y en la isla más cercana, llamada Buenavista, vive Bismarck, primo de todos.

Diez en total. Pura familia, repartiéndose los apellidos Vanegas y Potoy. Ellos, los mismos que fueron noticia por tres días consecutivos, tienen en sus manos oro, plata y bronce, pero les falta una escritura de propiedad, luz eléctrica; sin embargo, estas necesidades, frente al espíritu de lucha inquebrantable de ellos, parecen poco y no los deja vivir tranquilo, como desean.

Francisco Potoy y Vicente Vanegas ganaron oro en la prueba de doble ligero masculino. LA PRENSA/ Erick Martínez/ Cortesía

No paran de luchar

“En los días que tenemos libres nos dedicamos a la pesca, y tampoco lo dejamos de hacer cuando entrenamos. A veces tenemos una sesión de trabajo en la mañana y ya en la tarde salimos a pescar para mejorar nuestra economía. En un día agarramos cincuenta libras, treinta, depende del tiempo que se pesque”, cuenta Bismarck.

Antes que iniciaran estos Juegos Centroamericanos, la Federación Nicaragüense de Remo (Feniremo) apuntaba a dos galardones de oro, tres si ocurría un milagro, pero los Vanegas y Potoy hicieron fiesta en las aguas y han marcado la historia, a base del esfuerzo sincero.

“Hubo días en los que todos nosotros salíamos a entrenar juntos, bajo lluvia, con fuertes vientos, pero siempre seguíamos adelante, y ahora tenemos el gusto de celebrar con nuestras familias, eso es lo más hermoso”, remarca Evidelia.

Deportes Juegos Centroamericanos de Managua 2017 remo archivo

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