Intentó levantar pesas, pero no le gustó y se hizo boxeador. Luego se convirtió en entrenador de ese deporte. Es fundador de la Asociación de Entrenadores y del boxeo femenino. Ha estado a punto de morir siete veces y tiene 15 hijos.
¿Por qué le dicen Polvorita?
El Polvorita nace por mi hermano Enrique MartÃnez. Él era boxeador en la época de los sesenta. Después él se retiró y yo entré como entrenador y me quedé con el apodo, pero a todos en la familia nos conocen como Polvorita.
¿Qué es lo más raro o asqueroso que ha comido o bebido?
Yo he comido culebra, que es raro, pero es sabrosa. Es como comer pescado rico. He comido ancas de rana, que es como que te estés comiendo una pierna de pollo grande. RiquÃsimas.
¿Cuál es su ciudad favorita de Nicaragua?
Mi Masaya. Yo soy monimbeño.
Si pudiera ir al último concierto de su vida, ¿cuál serÃa?
Uno de Julio Iglesias. Me recuerda mucho a mi señora, ese era el novio de ella en su mente.
¿Qué es lo más vergonzoso que le ha pasado?
Una vez bailando me dijeron que bailo igual todas las músicas. Es que yo no sé bailar.
¿A quién no le gustarÃa contestarle el celular?
A Donald Trump. Ese es el Hitler moderno.
Lea también: Pierre Pierson, escritor: “Me identifico con el Pájaro Locoâ€
¿Ha tenido experiencias con fantasmas?
Nunca. He querido tenerlas, pero nunca he visto nada.
¿Alguna pelÃcula que lo haga llorar?
Angelitos Negros, de Pedro Infante.
¿Es bueno cocinando?
No cocino nada. En mi familia todos son buenos para cocinar, pero yo no aprendÃ. Una vez en los Juegos Centroamericanos del ochenta, en Dominicana, me pusieron a cocinar y me puse a cocinar unas tortitas de carne y me quedaron todas crudas.
¿Es llorón?
Últimamente estoy muy sentimental. Me emociono rápido.
¿De niño qué querÃa ser?
Médico.
¿Si pudiera regresar el tiempo, qué cambiarÃa?
Nada. Si volviera a nacer serÃa lo mismo.
¿Ha estado a punto de morir?
SÃ, siete veces. Una vez casi me ahogo en Tiscapa, en la guerra dos veces, en un accidente de tránsito y por el cáncer de próstata que tuve. Entonces yo a la muerte ya no le temo.