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Róger Mendieta, FSLN
La Prensa

La democracia totalitaria

El filósofo e historiador israelí Jacob Talmon (1916-1980), creó el concepto “democracia totalitaria” como instrumento intelectual para entender uno de los fenómenos políticos más importantes de la época actual.

Aparentemente se trata de una contradicción en los términos. Democracia y totalitarismo son opuestos absolutamente, en todos los sentidos. Para graficarlo en el contexto latinoamericano, totalitarismo es el régimen de Cuba comunista mientras que democracia es el sistema de libertades que existe en Costa Rica.

En realidad, el concepto de democracia totalitaria creado por Talmon (quien también acuñó el término mesianismo político), explica la paradoja de que haya gobiernos formalmente democráticos que tienen contenido totalitario, o algunas de las características principales del totalitarismo. Es una dictadura que se esconde detrás de una fachada democrática, como en el caso de Nicaragua bajo el régimen autoritario de Daniel Ortega.

Por ejemplo, en Nicaragua hay regularmente elecciones, existen partidos de oposición, la Constitución dice que los poderes del Estado son independientes y los gobiernos municipales y regionales autónomos, pero todo eso es solo una simulación.

Se puede decir que además de Nicaragua, también Bolivia con el régimen autoritario de Evo Morales es una democracia totalitaria. Lo mismo fue Ecuador durante el gobierno de Rafael Correa, pero afortunadamente con Lenin Moreno poco a poco se está volviendo un país más democrático. A Venezuela igualmente se le puede incluir entre las democracias totalitarias, solo que sus rasgos de totalitarismo son más acentuados que en los otros países mencionados.

El periodista y ensayista político estadounidense originario de la India, Fareed Zakaria, sustituye el concepto de democracia autoritaria con el de democracia iliberal, como califica a aquellos países donde el Ejecutivo somete a las otras ramas de poder del Estado y gobierna de manera autoritaria. Pero en el fondo democracia totalitaria y democracia iliberal es lo mismo.

Zakaria advierte que la democratización es un proceso muy complejo y difícil en países con estructuras sociales profundamente desiguales y ausencia de cultura cívica.

En este tipo de países la democratización no puede ser solo un proceso político, constitucional y legal. Como escribe el historiador y escritor sueco de origen chileno, Mauricio Rojas, desarrollando la idea de Zakaria, para que la democratización arraigue y pueda ser sostenible tiene que ir acompañada por un proceso de profundo cambio social y cultural, pues no se puede aspirar a tener democracias efectivas y estables sin una base social y cultural capaz de sustentarlas.

Precisamente eso fue lo que faltó en Nicaragua, por lo cual el proceso de democratización iniciado en 1990 se frustró lastimosamente. Bastó que un caudillo populista seudo liberal y sin escrúpulos, pactara con el aún más inescrupuloso caudillo autoritario sandinista —con el fin de repartirse el botín del Estado—, para que el proceso democrático que nació con tantas ilusiones se prostituyera y surgiera la aberrante democracia totalitaria que existe y se tiene que soportar hasta ahora.

Editorial
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