Yo era bastante chavalo cuando allá por 1974 escuchaba en las mañanas, en Radio Corporación, el programa Corporito. Lo escuchaba en San Pedro de Lóvago, Chontales —mi segunda tierra— mientras repasaba las tareas de la escuela con un amigo.
Carlos Mejía Godoy realizaba ese programa aderezado con mucha picardía y haciendo parodias musicales con contenido político contra el régimen de esa época. Por la forma que emitía Mejía Godoy en ese programa tuvo muchos éxitos y con solemnidad me preguntaba: ¿Llegaré algún día a conocer a ese gran artista?
Casi cuatro décadas transcurrieron para que se cumpliera ese deseo. Para entonces ya María de los guardias que grabó artesanalmente en la radio, también tuvo copioso éxito. Hice entonces con Carlos Mejía Godoy una amistad que conservo sin fisura por casi treinta años; considero al cantautor como un verdadero caballero, el “impoluto” que casi se convierte en cura de no haber sido por haberse enamorado del primer amor de su vida, reveló en su testimonio el día de su cumpleaños.
El que siembra cosecha y eso es precisamente lo que hace Carlos Mejía Godoy. Ha cosechado éxitos pero con mucha lógica y preocupación yo reflexiono: Ya se fueron a la eternidad Víctor M. Leiva, Tino López Guerra, Rafael Gastón Pérez, Justo Santos, Jorge Isaac Carballo, entre otros que nos legaron los recuerdos musicales. Solo quedan los Mejía Godoy y, por supuesto, Otto de la Rocha. ¿Y después de ellos, quién?, me pregunto, porque desde hace casi veinte años no ha salido alguien a la medida de los mencionados en el pentagrama musical.
Carlos Arturo Mejía Godoy nació en Somoto, departamento de Madriz, el 27 de junio –día del Perpetuo Socorro— y debería de llevar ese nombre. Él es uno de los principales representantes de la música testimonial y ha sido consagrado como la figura más reconocida fuera y dentro de nuestras fronteras. Fue galardonado en los premios Grammy Latinos el año pasado. Incursionó a la política, primero como diputado, en los años 80 y después como candidato a la vicepresidencia de la República, en 2006. Pero su carrera continuó bajo el mismo fulgor artístico.
Dice él mismo que tenía la idea de ser periodista, pero lo que más le gustaba era la radio. Toda una vida, el creador de Corporito que hoy por hoy todavía la Radio Corporación usa como viñeta, Carlos Mejía Godoy le ha dado vueltas al mundo con sus composiciones, tales como Cristo de Palacagüina, que ha sido interpretada por José Luis Perales; María de los guardias y Quincho Barrilete por Lucha Villa; La misa campesina nicaragüense que fue ejecutada por la Orquesta Sinfónicas de Londres y cantada por otros cantores de España.
La pregunta que me hago es, después de Carlos Mejía Godoy y otros que sobreviven en nuestro pentagrama musical regional, ¿quiénes les seguirán?
Los jóvenes de ahora parece que no saben lo que cuesta componer una canción. Muchos de los melómanos que pertenecemos a otras generaciones pensamos si todas esas obras literarias hechas canciones, y algunas composiciones de Mejía Godoy, ¿quedarán guardadas en un museo porque ya no hay talento? Ojalá me equivoque. Queda Juan Solórzano, pero este no es compositor, solo interpreta música regional nicaragüense.
La Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) anunció que honrará a Carlos Mejía Godoy con el título Honoris Causa este martes 12 de diciembre. Creo que es muy merecido otorgarle esa distinción, por su contribución al arte y la cultura, porque a través de su música ha llevado la identidad nicaragüense a los ámbitos nacional e internacional.
El autor es periodista.
