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felicidad
Arnoldo R. Martínez Ramírez

Buenos días felicidad

Al despertar tenemos varias opciones: saludar a la alegría o incitar a la tristeza; darle un beso a nuestra amada o ser indiferente; acercarnos a los hijos o ignorarlos; contestar mensajes cargados de aprecio o ser impávidos con los que nos escriben. Es muy probable que, si seleccionamos la actitud proactiva y positiva, iniciaremos el día con luces avivando la jornada hacia el camino de la felicidad y la paz interior. Claro que vamos a tener problemas, sencillos o complejos, sin embargo, podemos estar mejor preparados para buscar la salida más certera. Parte de las raíces de la felicidad están en el hogar. Es de vital importancia, que aun en sus tribulaciones, exista amor, comprensión, comunicación, respeto y apoyo mutuo.

Hasta la fecha no se ha establecido corporación alguna que tenga en el mercado para su venta: graneros de felicidad, amor al prójimo, años de vida, buena salud, tiempo para estar con la familia, buena amistad, respeto y dignidad, solidaridad y apoyo, memorables recuerdos, sueños futuros, principios y valores. De igual manera, no existe oro en el mundo que pueda comprar tan solo una de estas vivencias.

Hablar de felicidad siempre ha sido controversial. A partir de la década de 1960, profesionales de distintas disciplinas retomaron su estudio considerando conductas que coadyuvan a acercarse a ella. Mantener relaciones personales de calidad en el hogar, los amigos y el trabajo, generan una vida feliz a lo largo de la existencia, incluida la vejez. También contribuye la capacidad de abrir nuestros corazones para dar y recibir amor; tener vivencias de generosidad consecuente con los más necesitados, dándoles no lo que nos sobra, sino lo que realmente necesitan. Además, ser agradecidos por las bondades recibidas: la vida, la salud, nuestra familia, amigos, el trabajo, la naturaleza, la patria; asimismo, sonreír para iluminar la cara y cimbrar el corazón; y disfrutar de buenas conversaciones, lecturas, música, comidas, bebidas y sexo.

Circunstancias como la fama, el dinero, el éxito y el poder nos alejan de la felicidad, pues solo ofrecen “felicidad” y bienestar pasajero, llevándonos al mundo de lo artificial, trivial, fantasioso. Hay una relación entre la percepción de “felicidad” y bienestar con la disponibilidad de recursos, con la liquidez disponible. El dinero genera cierta independencia, seguridad y comodidades, sin embargo, después de cierto nivel, muchísimo dinero no garantiza muchísima felicidad. Acumular dinero y bienes sin hacer partícipes a los demás nos hace incurrir en la avaricia. Cuando el deseo de poseer riquezas se hace obsesivo e insaciable; cuando se adquiere dinero, propiedades y otros bienes de manera ilegítima, agravado por el despojo a padres, hermanos y amigos; cuando se incumple la ley, se cometen injusticias, abusos e inequidades; cuando somos indiferentes con lo que acontece a terceros, entonces estamos subyugados por la codicia.

En el mundo empresarial también estudian los factores que contribuyen a lograr la felicidad. Entre ellos destacan: horarios sanos, buen ambiente laboral, liderazgo consciente, desarrollo de habilidades, capacitación, realizaciones personales, reconocimiento, salud, estabilidad laboral, salarios, beneficios sociales, localización, oficinas, equipamiento y recursos, en fin, congruencia en la cultura corporativa. Los resultados han sido: reducción de la rotación, baja del ausentismo, aumento de la productividad, lealtad a la empresa y sus servicios.

Conviene construir empresas con centros de felicidad con una cultura sólida, formada por personas positivas y productivas que apuesten al crecimiento de organizaciones más humanas, cultura de servicio íntegras y eficientes. Por el contrario, en corporaciones donde han sido desatendidas las necesidades humanas del personal, indistintamente de buenos bonos y salarios, los empleados encuestados sobre la felicidad, muestran que el índice de la felicidad ha disminuido de manera considerable. Los empleados prefieren: un ambiente laboral de camaradería, supervisores y líderes honestos y carismáticos, recibir trato digno, seguridad laboral y cobertura médica.

A la luz de la experiencia del Reino de Bután —que contempla la Felicidad Nacional Bruta más importante que el Producto Interior Bruto— en 2012 Naciones Unidas (NU), proclamó el 20 de marzo Día Internacional de la Felicidad, reconociendo la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales. NU formó el Consejo Global de la Felicidad, con el propósito de apoyar a los gobiernos a implementar mejores prácticas para promover la alegría y el bienestar. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (NU 2015-2030), pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta, aspectos primordiales para garantizar el bienestar y la felicidad.

El Reporte de la Felicidad 2017, basado en la encuesta de 156 países, calificó a Noruega como el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca, Islandia, Suiza, Finlandia, Holanda, Canadá. A estos países los caracteriza su sentido de comunidad, fe en la sociedad, confianza en el gobierno, eficiencia y gobernabilidad en asuntos públicos y privados, poca desigualdad, prosperidad económica, educación, salud, oportunidades de trabajo digno y seguro y protección ecológica. Los países mejor posicionados de Latinoamérica son: Costa Rica (12), Chile (20), Brasil (22), Argentina (24), México (25). De manera sorpresiva, Nicaragua ocupa el lugar 45.

La riqueza de un país, aunque importante, no es el factor primordial en la medida de la felicidad. Los países más ricos del mundo no necesariamente son los más felices. Estados Unidos, la economía más grande del mundo (séptimo lugar del PIB per cápita), se encuentra en la 14 posición del índice de felicidad (disminuyó en 1%, 2016). En 2015, el PIB per cápita de Costa Rica fue de US$11,260.00 y el de Noruega de US$74,000.00.

El autor es contador.

Opinión felicidad archivo
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