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Seguros de vehículos: lo que debés saber

La entidad que te financia el vehículo no puede obligarte a elegir una aseguradora en particular,  vos tenés derecho a seleccionar la de tu preferencia

Una de las preguntas más frecuentes que me he han llegado vía Facebook y correo electrónico cuando comparto algún tema relacionado a seguros de vehículos es: ¿cuál me conviene más, el seguro de daños propios, o el de daños a terceros? Por ello quiero que conozcás las diferencias entre ambos y valores con más base cuál elegir.

Seguro de daños a terceros: también conocido como seguro de responsabilidad civil, es un obligatorio por Ley para todos los vehículos, ya sea motocicleta, vehículo liviano o vehículo pesado.

Cubre solamente el pago de daños ocasionados por el vehículo asegurado a terceras personas o a otros vehículos, hasta por una suma máxima que está previamente establecida. No se aplica deducible o coaseguro.

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Su precio es de 55 dólares  en su modalidad básica –independientemente del modelo o antigüedad del vehículo–, pero esto no implica algún tipo de cobertura para los daños que sufra el vehículo asegurado, por tanto esto iría por cuenta del propietario. Generalmente al tomar la decisión de compra sólo vemos números: buscamos lo más barato, sin contrastar las coberturas del seguro versus nuestras necesidades y riesgos.

Recientemente vemos con más frecuencia accidentes múltiples, entonces supongamos que te chocan y la persona que ocasionó la colisión sólo tiene el seguro obligatorio por 2,500  dólares y con ello debe hacerle frente a los daños materiales de tres vehículos. ¿Cuánto recibiría cada uno? Y… ¿si no sólo hubiese daños materiales, sino que hubiera heridos? Esas son las cosas que debemos tomar en cuenta. ¿Y si el vehículo que afectaste fuera costoso y su reparación superara la cobertura de tu seguro? Te exponés a que tengás que hacer frente a esos daños directamente de tu bolsillo o mediante la vía judicial.

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Algo que no siempre se toma en cuenta es que se puede extender la cobertura del seguro de vehículo obligatorio, contratando mayor suma asegurada en las coberturas que ofrece la póliza, con sus cargos correspondientes. Y aunque se eleve el precio o prima del seguro, sería menos de la mitad de lo que costaría un seguro de daños propios.

Seguro de daños propios (riesgos nombrados): conocido popular (e incorrectamente) como “full cover”, este incluye en sí mismo el seguro de responsabilidad civil u obligatorio, pero otorga coberturas para el vehículo asegurado, tales como daños por colisión y vuelcos accidentales, autoignición, incendios, robo total, rotura de vidrios, catástrofes naturales, gastos médicos para los ocupantes, extensión territorial, vehículo rentado. Cada póliza se ajusta a las necesidades del solicitante, lo que hace variar el precio.

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Adicionalmente, esta póliza da la ventaja de tener servicio gratuito de asistencia vial para casos como: llantas ponchadas, fallo de la batería (te quedaste sin corriente), se te quedan las llaves dentro del carro, entre otros.

Y, hablando sobre el precio, éste será distinto para cada caso, según las coberturas incluidas, valor y características del auto a proteger. El precio o prima  del seguro oscila entre los 250 córdobas  hasta más de mil dólares, lo que está directamente relacionado con el precio del vehículo y la cantidad de coberturas que agregués.

En el caso de estas pólizas, sí incluye el pago de un coaseguro o deducible, que variará según cada aseguradora (va del 20 por ciento al 30 por ciento del monto total a pagar por los daños). Y si bien representará un gasto para el asegurado, es una fracción de lo que tendría que desembolsar si asumiera todos los gastos.

En el caso de que el vehículo sea garantía de un crédito  –y por tanto esté prendado–, no tenés opción de elegir qué seguro usar, pues el banco exige que el bien tenga la mayor protección posible.

La entidad que te financia el vehículo no puede obligarte a elegir una aseguradora en particular,  vos tenés derecho a seleccionar la de tu preferencia, independientemente que la institución te diga que ellos “trabajan” con determinada compañía. Es tu obligación como consumidor/a responsable indagar las opciones, comparar coberturas, deducibles y precios, además de comprender bien cada inciso de tu póliza.

Si me preguntás a mí cuál seguro uso, te cuento que aunque mi vehículo no es garantía de un crédito, en la última renovación de seguro que hice, opté por el de daños propios, pues para mí es prioritario estar cubierta ante una eventualidad, y esa eventualidad puede llegarte aunque seas la persona más precavida del mundo para conducir.

Cuando recién había comprado mi anterior vehículo, con apenas mes y medio de uso, una camioneta invadió carril en una curva y se estrelló contra mí, causando daños por más de cinco mil dólares. ¿Y qué creen? ¡Sorpresa!: el vehículo que ocasionó el accidente sólo contaba con el seguro obligatorio, por tanto sólo pagaba 2,50 dólares. Si yo no hubiese tenido mi póliza de daños propios, habría tenido que entrar a un conflicto legal para que la otra parte pagara lo que correspondía, o habría tenido que asumirlo de mis ahorros. ¿Ves por qué prefiero estar protegida?

(*) Asesora en educación financiera y autora de Dele Peso a sus Pesos.

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