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Enfrentamiento entre simpatizantes de Yatama y las tropas especiales de la Policía en Bilwi, tras los resultados electorales en esa zona del país. En esa reyerta resultó herido mortalmente el joven Garry Stiven Miguel Kittler. LA PRENSA/ ARCHIVO/ MANUEL ESQUIVEL

Los muertos de las elecciones que la justicia nicaragüense ignora

Durante las pasadas elecciones municipales murieron cinco personas baleadas. Todas opositoras. No hay nadie detenido ni procesado por estos crímenes

A las 6:00 de la mañana del pasado lunes 6 de noviembre, Alejandro Aguilar Herrera, de 38 años de edad, sintió que había cumplido con su deber durante las elecciones municipales y era hora de marcharse a su casa. Lo que llevaba en mente era hacer el desayuno para sus hijos, dos varones de 18 y 16 años de edad y una niña de 8. Desde que se dejó con su esposa, hace tres años, él cuidaba de sus vástagos.

El día anterior, domingo de elecciones municipales, Aguilar había trabajado en las mesas electorales, en San Sebastián de Yalí, defendiendo los intereses del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL).

Cuando salió de la casa de campaña, en las calles no se veía ningún alboroto. Todo estaba en calma. Entonces, a esa hora, las 6:00 de la mañana del lunes 6, llamó a su hijo mayor, Ever, y le dijo que en Yalí habían ganado los liberales. Media hora después, Ever recibió una llamada: “Tu papá está muy mal, tiene un impacto de bala”, le dijeron.

Todo fue que Aguilar saliera de la casa de campaña e inició un alboroto. Un hermano del ahora fallecido, Cecilio Aguilar, explicó que, según le dijeron testigos, un grupo de activistas del FSLN llegó para atacar a los de CxL con armas de fuego.

A Alejandro Aguilar le propinaron un balazo en la parte izquierda del abdomen. El proyectil le atravesó el hígado y le salió por la espalda. Cuando lo auxiliaron estaba vivo. “Cuiden a mis hijos”, decía. A los mismos a los que ya no pudo hacerles desayuno.

A Aguilar lo llevaron al hospital de Yalí, pero según sus familiares no lo atendieron bien. No le suministraron medicina. Lo llevaron al hospital de Jinotega donde murió a los pocos minutos de haber llegado.

Alejandro Aguilar Herrera, asesinado en Yalí, dejó en la orfandad a tres hijos. LA PRENSA/ CORTESÍA

En total fueron cinco nicaragüenses los que fueron asesinados el día después de las elecciones municipales del pasado 5 de noviembre. En Yalí, junto a Aguilar también murió Wilder Eliud Moreno Rivera, de 26 años de edad y sobrino del candidato a alcalde por CxL, Noel Moreno. En Wiwilí, Jinotega, murió José Elías Pineda Blandón, de 40, fiscal del PLC. En Bilwi, hirieron de muerte a Garry Stiven Miguel Kittler, de 20, quien finalmente murió en Managua. Y en Bluefields, la víctima mortal fue Kevin Shando Gadea, de 23 años. Estos dos últimos eran simpatizantes de Yatama.

El director ejecutivo del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Gonzalo Carrión, indica que las cinco muertes tienen algo en común: en todos los casos hay indicios de que los ejecutores de los crímenes gozaron de la complicidad de las autoridades policiales o están siendo encubiertos por los mismos operadores de la justicia penal en el país: la Policía y la Fiscalía. No hay nadie detenido o procesado por estas muertes, explica Carrión. Solamente en el caso de Kevin Shando Gadea hay un acusado, pero los familiares de la víctima aseguran que la persona detenida no es quien disparó contra Gadea en la madrugada del pasado lunes 6 de noviembre.

La casa de campaña de CxL quedó destruida en Yalí, después de la agresión de turbas sandinistas, a pesar de que el local queda contiguo a la estación policial. En ese incidente murieron Wilder Moreno y Alejandro Aguilar. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CARLOS VALLE

Una fatídica celebración

El día de las elecciones, Wilder Moreno aprovechó para ganar algo de dinero. Hace seis meses (en ese momento cinco) que nació su segunda hija. La primera de ellas ya tiene 6 años de edad y para sustentarlas Moreno sembraba frijoles, maíz y café. Ese pasado domingo 5 de noviembre, Moreno se puso a vender tacos, enchiladas y refrescos en las dos Juntas Receptoras de Votos que estaban ubicadas en la escuela de la comunidad El Bijagual, a unos siete kilómetros de San Sebastián de Yalí.

Terminadas las votaciones, habló con su tío Noel Moreno, el candidato a alcalde por CxL en Yalí. “Venite (a Yalí) para que celebremos”, le dijo el tío. Ese mismo domingo por la noche Wilder Moreno se fue a Yalí. Poco después de las 6:00 de la mañana del día siguiente, Moreno murió en el ataque que los activistas del FSLN perpetraron contra la casa de campaña de CxL, en la misma reyerta en la que Alejandro Aguilar también fue herido mortalmente.

La bala que mató a Moreno le impactó “en una de las piernas, cerca del boxer (calzoncillo)”. “Le dio en una vena y se desangró. Después que le pegaron el balazo ya no habló más”, explica su padre, Ricardo Moreno Talavera. Al igual que a Alejandro Aguilar, a Moreno lo llevaron primero al hospital de Yalí y luego al de Jinotega. “Desde que salió de Yalí ya iba muerto”, afirma el progenitor.

Wilder Moreno Rivera, asesinado en Yalí, deja dos niñas de seis años y cinco meses. LA PRENSA/ CORTESÍA

Además de los dos muertos, en Yalí hubo más de 12 heridos, todos simpatizantes de CxL. Lo irónico para las víctimas es que la casa de campaña de ese partido está al lado de la delegación policial. “Más bien la Policía ayudó a los atacantes. La Policía les daba órdenes. Váyanse por aquí, por esta calle. Les prestaron hasta AK”, denuncia Ricardo Moreno.

A Moreno (padre) la Policía no le da respuesta por la muerte de su hijo. “La Policía enjuició a unas personas por cosas menores en Jalapa y en el caso de nosotros no ha hecho nada. En Yalí nos dicen que vayamos a Jinotega. En Jinotega nos dicen es donde el otro”, se queja Ricardo Moreno.

Un caso de película

Ana Elízabeth Kittler ha sido padre y madre para sus hijos. Desde que su hijo mayor Garry Stiven Miguel Kittler tenía 8 años de edad, ella se dejó con el marido y comenzó a criar sola a sus cinco hijos.

Y Garry Miguel no la dejó luchar sola. Siendo aún muy joven trabajó y le ayudaba a su mamá. No pudo pasar del cuarto año de secundaria porque se fue a trabajar en las minas de Bonanza, especialmente en la Vesubio. El muchacho estaba separado de su novia, pero ya había procreado con ella a una niña que actualmente tiene siete meses de edad.

Garry Stiven Miguel Kittler murió cuando era trasladado de Bilwi a Managua. Dejó una niña de siete meses de edad. LA PRENSA/ CORTESÍA

A como mucho jóvenes de su edad, en Bilwi, Garry Miguel era simpatizante de Yatama. El pasado viernes 3 de noviembre, llegó a esa ciudad proveniente de Bonanza. El sábado se integró al equipo electoral de Yatama. Y el domingo estuvo trabajando en las mesas electorales. El lunes Yatama realizó una marcha pacífica, pero fueron hostigados por la Juventud Sandinista. Se armó una trifulca que duró como cinco horas, entre las 2:00 de la tarde y las 7:00 de la noche. “Era una guerra”, dice Ana Kittler.

Durante el pleito, Garry Miguel estuvo en la radio Yapti Tasba, la cual fue rodeada por antimotines primero y seguidamente por miembros de la Juventud Sandinista, según denunciaron líderes de Yatama.

Ana Kittler estaba en su casa y como a las 6:00 de la tarde la llamaron por teléfono. A su hijo Garry Miguel le habían propinado un balazo que le entró en la parte derecha del cuello y le salió por la frente, casi encima del ojo izquierdo. Al hospital de Bilwi llegó vivo pero inconsciente. La madre lo narra así: “Solo se movía pero no podía decir nada. Yo pedí (a los doctores y al director del hospital) que lo trasladaran a Managua, pero me dijeron que no había autorización. Lo iban a llevar a UCI (Cuidados Intensivos) pero estaba lleno. Lo llevaron a Cirugía, con oxígeno. Al final los doctores hicieron la transferencia. Yo había conseguido para el pasaje en la línea aérea, pero lo negaron, viendo el estado de mi hijo. Me dijeron que todos los cupos estaban llenos, que no podían sacar a ningún cliente. Lo llevé llorando de nuevo al hospital”, relata Kittler.

En Managua, una sobrina de Kittler visitó al gerente de la línea aérea, quien dio la orden a la oficina de Bilwi para que trasladaran al herido. El miércoles, como a la 1:30 de la tarde, salió Kittler con su hijo para Managua. Una ambulancia los trasladó del aeropuerto hacia el hospital Lenín Fonseca. En el camino, Kittler vio que a su hijo le dieron dos infartos. Ella presintió que su muerte era cuestión de minutos. Hubo un momento en que el doctor que les acompañaba la quedó viendo y ella se dio cuenta de que su hijo había muerto. Nadie le dijo nada. Solo lo supo por la mirada del doctor.

Lo que no se imaginaba Kittler era que no estaba ni a la mitad de todo el calvario que estaba viviendo.

Al llegar al Lenín Fonseca, el médico le dijo que ella debía quedarse afuera. Cuando se vio sola y con su hijo en la morgue, se soltó en llanto. Se acercaron dos camionetas de la Policía. “Tenemos orden de llevarnos el cuerpo a Medicina Legal”, le dijeron. Ella les contestó que no. Y ellos le dijeron que si no lo permitía, no le iban a dar certificado de defunción y que sin eso no podía sacar el cuerpo de Managua. Como insistiera ella en que no se llevaran el cuerpo a Medicina Legal, le dictaron una nota que al final ella tuvo que firmar. Ya ni se acuerda qué decía la nota, solo que los policías le dictaron lo que debía escribir. “No entiendo por qué me hicieron eso”, dice ahora.

Su pariente en Managua la llegó a acompañar. Le regalaron un ataúd y ella se llevó a su hijo a Bilwi. En la vela, los antimotines rodearon la casa de Kittler.

Sobre buscar justicia por la muerte de su hijo, Kittler dice: “No sé de qué manera podría hacerle justicia a mi hijo. ¿A esa gente quién los respalda? ¿No es el mismo gobierno del Frente?”

José Elías Pineda Blandón fue asesinado en Wiwilí de Jinotega. Deja siete hijos en la orfandad. LA PRENSA/ CORTESÍA

“Que todo quede en las manos de Dios”

En Aguas Frías, una comunidad de Wiwilí de Jinotega, el día de las elecciones municipales del pasado 5 de noviembre, las hijas de José Elías Pineda Blandón hicieron comida para todos los simpatizantes del PLC que llegaran a votar al centro de votación de la localidad. Cocinaron pollo frito, arroz, frijoles… Todo estuvo en calma.

Por la noche, como José Elías tenía una moto, se fue a Wiwilí para esperar a su hermano Isaías, quien estaba como fiscal de cómputo del PLC.

José Elías llegó a la casa de campaña del PLC en Wiwilí y dejó la moto afuera para esperar a que su hermano finalizara sus labores. “El día de las elecciones yo lo llamé a él como a las 12:00 de la noche y me dijo: ‘Loquito, aquí están lajeando la casa de campaña’”, recuerda Isaías. Después lo volvió a llamar y José Elías le informó que ya no eran solo piedras las que los sandinistas estaban lanzando sino que también estaban disparando.

Cuando pasó la balacera, José Elías salió de la casa de campaña para meter la moto. Pero de repente una bala le penetró por detrás de la cabeza y le salió arriba del ojo derecho.

Cuando lo estaban velando, a la casa de los padres de José Elías llegaron unos policías. El papá, César Pineda Hernández, tiene 77 años de edad. La madre, Isabel Blandón Montenegro, 67. Él es delegado de la Palabra, católico. Ella evangélica. Los policías llegaron para revisar el cadáver. La mamá estaba atacada. No dejaron que la Policía tocara el cuerpo. “Queremos dejar las cosas en las manos de Dios”, dijeron.

En su informe final sobre las elecciones municipales de 2017, la Policía dijo que “lamentablemente en 13 municipios del país se produjeron incidentes aislados de violencia”. El comisionado general Francisco Díaz manifestó que la violencia la provocaron simpatizantes de Yatama, el PLC y CxL y que se produjeron cinco muertos y 67 lesionados. El jefe policial solo habló de que los opositores crearon violencia, pero no mencionó nada sobre procesos por las cinco muertes que ocurrieron en las elecciones pasadas.

Kevin Shando Gadea fue asesinado en Sandy Bay Sirpi. Deja a cuatro hijos en la orfandad, el mayor de cuatro años de edad. LA PRENSA/ CORTESÍA

“Están acusando a otro”

Kevin Shando Gadea era un joven “muy inteligente” y acababa de sacar un técnico superior en automotriz, dice su mamá Carmen Gadea Marcelino. A los 23 años de edad que tenía, era padre de cuatro niños: unas gemelas de 2 años de edad, un niño de 4 años y otro de 3 meses de edad.

El candidato y ahora concejal electo por el FSLN en Sandy Bay Sirpi, Lenis Spelman Gutiérrez, había amenazado de muerte en dos ocasiones a Gadea, según afirma su mamá. Aparentemente Spelman Gutiérrez estaba molesto porque Gadea supuestamente andaba con una hija de él. El 6 de noviembre pasado, como a las 2:30 de la madrugada, a Spelman Gutiérrez lo vieron rondando la casa de Gadea, pero se fue cuando se vio descubierto.

La madre le dijo a Gadea que no saliera de la casa, pero como estaba la efervescencia de las elecciones algunas personas estaban despiertas. Como a las 3:30 de la madrugada, Gadea salió a comprar una sopa instantánea con un amigo, Brusly Spelman, sobrino de Lenis Spelman. Cuando venía de regreso, como a 100 metros de su casa, Gadea se puso a orinar pero sonaron disparos y una bala le entró en la parte trasera de la cabeza. Gadea murió de inmediato y Brusly Spelman resultó herido, pero se recuperó en un hospital de
Managua.

De acuerdo con la madre de Gadea, a Lenis Spelman lo tuvieron detenido en Bluefields, pero ahora hay un proceso abierto por la muerte de Gadea en contra de Ever Fedrick, el candidato de Yatama. Y de Lenis Spelman no se sabe nada.

Carmen Gadea dice que el asesino de su hijo es Lenis Spelman y que las autoridades lo están protegiendo acusando a otra persona.

 

Anner Azhael Cruz Zeledón, de 28 años de edad, sobreviviente de la masacre que sufrieron simpatizantes de CxL en San Sebastián de Yalí. Una bala le entró en la parte izquierda del cuello y vivió para contarlo. LA PRENSA/ ARCHIVO/ EMILIANO CHAMORRO

Doble rasero

De la violencia que se originó durante las recientes elecciones municipales se puede observar que las autoridades penales del país actuaron con doble rasero, porque encarcelaron y procesaron a decenas de opositores, acusándolos de vandalismo, pero no han iniciado ningún proceso por las muertes de los cinco ciudadanos que fallecieron, según indican los testigos de los diferentes hechos, a manos de simpatizantes sandinistas, explica el director jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Gonzalo Carrión.

“Toda la represión” la están lanzando contra los opositores, criminalizando el derecho a la protesta, manifiesta Carrión, quien agrega que “toda la dureza de la ley y más allá” la enfilan en contra de los opositores, mientras que con los simpatizantes del Gobierno hay complicidad y encubrimiento.

En San Dionisio, Matagalpa, 15 personas fueron acusadas por la Fiscalía por diversos delitos cometidos durante una protesta contra el poder electoral. Y en Jalapa, Nueva Segovia, cinco opositores ya fueron declarados culpables por daños a la propiedad durante una trifulca que se produjo el pasado 6 de noviembre. Igualmente en Bilwi hay decenas de detenidos, entre ellos una mujer embarazada.


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COMENTARIOS

  1. elgavilansegoviano
    Hace 6 años

    La dictadura haciendo lo que hacen mejor!,…Masacrar a la población!!,…..Viva Nicaragua Libre!!,……..Patria Libre o Morir!!…..

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