Si eres perseverante y tienes carácter; si logras concentrarte y siempre estás enfocado en tus actividades; si en el quehacer de tus cosas persigues construirte una reputación, sin lastimar a los demás; si consigues buenas relaciones humanas, dentro y fuera de tu círculo de intimidad; y, si puedes trabajar en equipo y estás pendiente de los pequeños detalles, que podrían echar al trasto los resultados de tu trabajo. Entonces, con absoluta certeza, serías un buen candidato a empresario exitoso, justo y eficiente.
El empresario es el responsable de hacer cumplir la Misión de la empresa, ejerciendo un liderazgo efectivo sobre los miembros de un equipo multidisciplinario; es por esto que debe saber escoger, entrenar y capacitar a los responsables de los distintos departamentos, o sistemas, que constituyen su organización. Organización que debe encargarse de lograr una producción de calidad; de los aspectos legales; de los aspectos administrativos y financieros; y, de la propaganda, distribución y comercialización de los bienes o servicios producidos.
La literatura empresarial menciona que los empresarios son generalistas que saben y aprenden de muchas cosas de la empresa, pero que saben muy poco de algo en particular; en cambio, los profesionales especializados saben mucho de algo en particular, pero muy poco del resto de los asuntos empresariales. También se señala que un individuo entre más se especializa, más se prepara para ser un empleado calificado y muy competitivo, y menos para moverse dentro de los escenarios por los que se mueve un empresario. Por otra parte, algunos empresarios exitosos sostienen que la enseñanza de las escuelas con régimen militar permite que los alumnos aprendan a dar y obedecer órdenes, lo cual los habilita para trabajar en equipo en el logro de la Misión empresarial.
No obstante, cualquiera que sea la realidad, un país necesita para su desarrollo contar con los recursos humanos suficientemente entrenados para asumir tanto las tareas de un empleado, como las de un empresario emprendedor. Lamentablemente, las escuelas tradicionales, en su mayoría, nos enseñan a iniciarnos como empleados, con la motivación de buscar las mejores posiciones y los mejores salarios; y se olvidan de explotar nuestras habilidades empresariales, que nos cualifiquen para crear activos rentables que provean empleos y, además, nos proporcionen riqueza personal. Aunque, indudablemente, debemos reconocer que ser un empresario exitoso no es un esfuerzo grupal ni de muchos pues, por el contrario, para lograrlo, se requiere de un enfoque individual y participativo.
Nicaragua está ubicada entre los países menos desarrollados de América Latina y, aunque nuestro PIB crece a un ritmo de 4.7 por ciento anual, en tanto la riqueza se mantenga polarizada y en manos de unos pocos, por mucho tiempo la pobreza prevalecerá en nuestro país. De modo que, para lograr un desarrollo real y progresivo, con un mayor crecimiento del PIB, se requiere de más empresarios que contribuyan a la creación de más y mejores empresas que generen empleos de calidad, con los cuales brinden mayor prosperidad a mayor número de gente.
También es una realidad que el Estado, en su papel de facilitador, no tiene la capacidad de crear suficientes empleos, por lo tanto, el reto debe ser asumido por el sector empresarial el cual, con la participación del Estado, debería fortalecerse con el reclutamiento, capacitación y entrenamiento de jóvenes cuyo perfil coincida con el de un potencial empresario visionario, audaz y emprendedor, que, apoyado en la innovación tecnológica, sea capaz de crear más empresas de alta rentabilidad económica.
El empleado nicaragüense, debido a nuestro deficiente sistema educativo, no es tan competitivo como sucede en el resto de Centroamérica, en consecuencia, tenemos el trabajador menos remunerado de la región. Por otra parte, no existen suficientes empleos por la carencia de un plan nacional de desarrollo sostenible y amigable con nuestro medioambiente, que sea congruente y creíble como para atraer la necesaria y suficiente inversión nacional y extranjera.
Así las cosas, Nicaragua debería arrancar con un plan nacional que incluya primero un grupo de acciones que proporcionen educación de calidad para obtener más empleados competitivos y más empresarios exitosos, ambos provistos de excelentes valores éticos y morales. Y, segundo, para alentar el emprendedurismo y la innovación tecnológica, utilizar las aguas del lago Cocibolca para desarrollar un proyecto agropecuario con irrigación, que apalanque el crecimiento exponencial del resto de los sectores económicos del país.
El autor es ingeniero civil.