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ajuste fiscal, Nicaragua

Economista Adolfo Acevedo. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Qué impacto tiene ahora la factura petrolera de Nicaragua?

¿Qué ha evitado que el colapso de la cooperación de Venezuela se haya reflejado en un trauma macroeconómico mayor? En primer lugar, la disminución de los precios del petróleo y de la factura petrolera

Durante 2010-2015 el país solo tuvo que pagar en divisas liquidas el equivalente a alrededor del 18 por ciento de la factura petrolera total, la cual alcanzó un promedio anual de 1,030 millones de dólares. Esto significa que solo se pagó por dicha factura un promedio anual de 188.3 millones de dólares.

El 82 por ciento restante de la factura petrolera total, equivalente a un promedio de 841.8 millones de dólares al año, fue financiado por un crédito pagadero en 25 años, que en promedio alcanzó los 498.5 millones de dólares anuales, y por un monto sin ningún tipo de ataduras financieras que se destinó a pagar a los exportadores nicaragüenses por sus envíos de alimentos hacia Venezuela, por un promedio anual de 343.3 millones de dólares.

En el caso de la factura petrolera con Venezuela, que era la mayor parte del total, el petróleo y los combustibles suministrados por ese país eran comercializados internamente por Albanisa. El 50 por ciento del producto monetario de dicha comercialización se convertía en el mencionado crédito, el cual quedaba a disposición de las autoridades, mientras que una parte importante del monto restante se destinaba a adquirir los productos que eran exportados a Venezuela.

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El país se economizó así el pago de esa apreciable masa de recursos, equivalentes en promedio al 82 por ciento de la factura petrolera total, y pudo destinar este monto del producto de la comercialización interna del petróleo y derivados a otros usos o destinos económicos, distintos de la adquisición de divisas para el pago de la factura petrolera: en última instancia, al consumo (en parte importado), la inversión (cuyos rendimientos sencillamente se desconocen), y al impulso de las exportaciones.

Por otra parte, al dejar de pagar ese monto tan apreciable de divisas, el país vio minimizada la presión sobre sus reservas internacionales.

De no haber contado con este esquema, el país hubiera tenido que pagar en efectivo la totalidad de la factura petrolera, como ocurría antes y, dado que en última instancia esta factura es pagada por los consumidores, ello hubiese reducido su ingreso disponible en un promedio de alrededor del 8.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), lo cual hubiese producido una contracción del gasto interno con un severo impacto macroeconómico (y con una fuerte caída de las reservas internacionales).

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En contraposición, en el periodo 2001-2006 el país si tuvo que pagar el 100 por ciento de la factura petrolera, equivalente en promedio anual al 8.3 por ciento del PIB, y esta salida de recursos obviamente limitó el ingreso disponible para el gasto interno, y las posibilidades de crecimiento económico.

¿Qué ocurre ahora, cuando ha colapsado la denominada cooperación de Venezuela? El país tendrá que pagar este año más de 550 millones de dólares en divisas líquidas en concepto de la factura petrolera que se debe adquirir con terceros países, porque Venezuela ahora solo fue capaz de suministrar alrededor del 27 por ciento de la factura total, y de financiar mediante crédito solo el 25 por ciento de su propia factura.

Estamos así regresando en gran medida al viejo esquema, en que la factura petrolera total debía pagarse en divisas liquidas: en 2016 poco más del 67 por ciento de la misma tuvo que pagarse en divisas liquidas y este año puede estimarse que el 76 por ciento deberá pagarse bajo esta modalidad, sin contar el pago neto del servicio de la deuda derivada del crédito.

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Este monto a pagar de la factura petrolera, que en último análisis se extrae de los consumidores, reduce el ingreso disponible de los hogares para el consumo de otros bienes y servicios, y esta reducción puede estar explicando, en alguna medida, la visible desaceleración del consumo, y de la demanda interna, que inicia desde 2016 y se profundiza en 2017.

¿Qué ha evitado que el colapso de la denominada cooperación de Venezuela se haya reflejado en un trauma macroeconómico mayor? En primer lugar, la propia disminución de los precios del petróleo y de la factura petrolera, que han reducido el monto que se debe pagar en divisas liquidas, aunque haya aumentado el porcentaje que este monto representa.

(*)Economista

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