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Guillermo Areas Cabrera

Jerusalén, cristianos y musulmanes

Oh, Jerusalén, obra clásica de Dominique Lapierre y Larry Colins, narra el nacimiento del Estado de Israel en 1948, cuando por resolución de las Naciones Unidas fueron enviados como ovejas al desierto para que fueran aniquilados por sus vecinos árabes.

El mundo occidental permaneció impasible mientras los tres ejércitos más poderosos del Medio Oriente los atacaban para aniquilarlos o desterrarlos de la tierra donde los llevó Moisés y conquistaron en el siglo trece antes de Cristo y desde esa época ha sido su país y allá por el año mil antes de Cristo, David conquistó la fortaleza de Jebus y la hizo su capital, la cual pasó a ser conocida como la Ciudad de David y luego Jerusalén.

Hombres, mujeres, jóvenes y ancianos con el recuerdo del Holocausto recién pasado a manos de los alemanes dieron su vida por la “tierra prometida” y con la fe de ser el pueblo elegido de Dios y estoy seguro que con su ayuda, en seis días barrieron con sus enemigos para hoy día, mientras sus vecinos árabes viven bajo monarquías totalitarias, dictaduras militares, terrorismo institucional o izquierdas radicales catalogados todos como países del tercer mundo, Israel es la única verdadera democracia de concepto occidental cristiano en dicha región y han hecho florecer el desierto para vender naranjas, flores y vegetales en todo el mundo, poner satélites en el espacio y ser líderes en tecnología en muchas ramas del conocimiento humano.

En estos días los Estados Unidos (EE. UU.) reconocieron a Jerusalén como la capital de Israel, donde trasladarán la sede de la embajada que actualmente tienen en Tel Aviv, acto el cual no es más que reconocer la realidad, pues el gobierno israelita despacha en Jerusalén y todos los cuerpos diplomáticos para todo acto oficial gubernamental tienen que trasladarse a dicha ciudad.

Ante este hecho los países musulmanes están hablando de “días de ira” y que correrán “ríos de sangre”. Olvidan los musulmanes que sus terroristas desde hace años viven en una orgía de ira y han hecho correr esos ríos de sangre, asesinando cristianos indiscriminadamente y aquellos de su misma religión que parecen no comulgar con su instinto genocida.

Dónde ha estado el furor en el mundo musulmán cuando nuestros hermanos cristianos son asesinados en un intento de borrar nuestra fe y religión de la faz de la tierra.

No es una declaración de un presidente reconociendo a Jerusalén como capital de Israel, la que hace o hará correr estos ríos de sangre; ya corre la sangre cristiana por miles desde el inicio de la Primavera Árabe desde ya más de seis años. El islam nunca cesará en su sueño de destruir nuestra civilización occidental, conquistar Europa y hacer de la Basílica de San Pedro en Italia una mezquita.

Ha llegado la hora de que los medios reflexionen. ¿De verdad desean seguir siendo los voceros de los árabes y los musulmanes que intimidan y aterrorizan a Occidente? Los periodistas están activamente coludidos con la AP y con Hamás en crear la falsa impresión de que estallará la III Guerra Mundial si la embajada de EE. UU. se traslada a Jerusalén. Otra noticia falsa de los medios de izquierda hoy coludidos con el islam.

Los esclavos de Egipto todavía están allí. No hay duda que el Señor los protege. Sobrevivieron al Faraón, a los griegos, a los romanos, a la inquisición española, a los programas de aniquilamiento de judíos en Rusia, a Hitler, a los ejércitos de siete países árabes y seguirán sobreviviendo.

Que la voluntad de sobrevivencia de ese pueblo nos sirva de ejemplo para defender nuestra fe cristiana y nuestro modo de vivir occidental.

El autor es abogado.

Opinión Cristianos Jerusalén musulmanes archivo
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